LOS ESTUDIOS DE LA
MUJER
O DE GÉNERO EN LA REALIDAD
UNIVERSITARIA CHILENA
Sonia Montecino y Loreto
Rebolledo*
Algunos antecedentes del
surgimiento e implementación
de los Estudios de la Mujer o de Género
Como es evidente, la
integración de los denominados Estudios de la Mujer o de Género en el universo
académico chileno muestra una brecha con lo que ha sido ese mismo fenómeno en Estados
Unidos y Europa. Los procesos que han incidido en la inserción de dichos estudios en
nuestro territorio se ligan a la convergencia de sucesos políticos y económicos
particulares, y a la emergencia de instituciones y centros alternativos (ONG) de mujeres.
A diferencia del Primer Mundo,
donde el pensamiento reflexivo y sistemático sobre la mujer o el género se produce
dentro de las universidades, en Chile ese pensamiento fue desarrollado fuera de ellas y en
un período histórico marcado por una dictadura militar y un sistema económico
neoliberal.
Sin lugar a dudas, esa
marca histórica del surgimiento de los estudios de la mujer en Chile tiñe
sus enfoques, los modos de reflexión y los temas abordados. Es así como en un primer
momento se realizaron dos tipos de esfuerzos ligados a la pesquisa y relevamiento del
papel de las mujeres en el ámbito nacional: por un lado, investigaciones que tendieron a
configurar un perfil de las mujeres chilenas (fundamentalmente en los ámbitos de la
división sexual del trabajo en sectores populares y campesinos y en el plano de lo
político) y por el otro, el desarrollo del campo de la investigación acción que
tendía a la recuperación de un tejido social femenino y a la indagación de su posición
a través del uso de métodos cualitativos y de autoparticipación de las
investigadas en los diagnósticos y descripciones de su situación vital
(Rebolledo, 1994). También fueron abordados temas como la educación, la identidad, la
sexualidad, las minorías étnicas, pero de modo menos significativo. El doble esfuerzo
que hemos mencionado da cuenta de que los inicios de los Estudios de la Mujer en Chile
estarán definidos por la imbricación del hacer movimiento y hacer investigación.
En un segundo momento, es
posible detectar una suerte de consolidación de centros alternativos abocados
casi puramente a la investigación, percibiéndose a medida que se avanzaba también
en una cristalización de la democracia una especialización y profundización de
las materias. Es así como se incorpora el estudio de otros sectores (como los medios) en
problemas como por ejemplo el de la discriminación laboral y el asedio sexual; un
esfuerzo por cuantificar la condición de las mujeres y avances en el universo de la
educación, la identidad, la cultura.
Coincidentemente con el proceso
de democratización de nuestra sociedad los Estudios de la Mujer o de Género comienzan a
instalarse en algunas universidades chilenas. Esta instalación, en sus inicios, fue
producto de esa tradición que se había creado fuera del ámbito institucional
universitario y fue gestada desde dos vertientes: por un lado, investigadoras e
intelectuales provenientes de ONG que con la apertura democrática se incorporaron a las
universidades; y por el otro, profesoras que luego de haber realizado estudios de posgrado
(generalmente en universidades norteamericanas) volvieron a reinsertarse en las diversas
casas de estudios superiores del país. Posteriormente se observa una creciente influencia
de estas académicas en otras y otros que crecientemente comienzan a ocuparse de temas
vinculados a la mujer y/o al género.
Algunas tendencias
observadas en la implementación universitaria
de los Estudios de la Mujer y de Género
Dado lo reciente de este
auge1 se puede apreciar en las páginas que siguen que
hay una enorme diversidad de instancias y formas en que los Estudios de la Mujer o de
Género se han ido insertando en las universidades, y que se necesita un tiempo más de
consolidación y maduración para detectar líneas que perdurarán y que darán una
fisonomía clara a los procesos. Sin embargo, se puede decir que, a grandes rasgos, los
debates que se han dado en otros países no se han producido en el nuestro. Es así
entre otros elementos como los enfoques de la Mujer y los de Género no son
explícitamente planteados en sus diferencias, del mismo modo que temas como la familia,
la sexualidad, la violencia, los derechos aparecen mencionados como Estudios de la Mujer o
como enfoque de género sin un cuerpo teórico que defina porqué y cómo se
insertan dentro de esas conceptualizaciones. Por otra parte, es muy claro que se usa como
sinónimo de género el concepto de mujer,2 dando pie así a representaciones
más nominales que a basamentos producto de un devenir conceptual.
No es díficil colegir, de este
modo, que los procesos de emergencia e implementación de los Estudios de la Mujer o de
Género en Chile distan de aquéllos acaecidos en los países desarrollados. Así por
ejemplo, las fases de estos estudios en Estados Unidos, en donde la primera se relaciona
con su constitución como una disciplina autónoma dentro de la academia; la segunda, con
su introducción dentro de las principales disciplinas académicas; la tercera, con su
esfuerzo por generar currículos en donde aparezca la diversidad, y la cuarta, en un
avance hacia la globalización e internacionalización de los Estudios de la Mujer, no son
visibles en nuestro territorio. Lo que sí es visible, en este corto período de
implementación, es una mezcla de estrategias que apuntan a temas vinculados con esas
fases, pero que aún no logran un perfil y una demanda clara hacia los centros
universitarios donde se insertan.
No obstante lo reciente de la
instalación de los Estudios de la Mujer o de Género en las universidades chilenas, se
pueden percibir algunas tendencias en su implementación. Por una parte, se intenta crear
programas estables que combinen las distintas actividades del quehacer universitario (la
docencia, la investigación y la extensión). Por otro lado, es clara la disposición a
crear en el ámbito de la docencia postítulos que se traducen en diplomados o en cursos
de actualización. La docencia de pregrado se da con vigor, pero de modo asistemático.
Asimismo, es notorio que es desde las disciplinas de las Ciencias Sociales y las
Humanidades donde emergen las distintas instancias de mujer o de género y en muy pocos
casos en la Universidad de Chile desde hace varios años, y recientemente en la
Universidad de Santiago se asume el tema en el ámbito de las Ciencias Médicas.
Dentro de las Ciencias Sociales, lideran estos estudios la Antropología y la Psicología
y en el de las Humanidades, la Literatura, que sin lugar a dudas, es la disciplina que
cuenta con mayor cantidad de iniciativas. Este anclaje fundamentalmente en las disciplinas
de las Ciencias Sociales y en el de las Humanidades, y secundariamente en las Ciencias
Médicas, evidencia la diversidad de enfoques y los distintos énfasis de los Estudios de
la Mujer y del Género.
Asimismo, es interesante
señalar que no son sólo las universidades en Santiago las que han comenzado a incorporar
las materias de mujer o género, sino que ello se ha ido extendiendo, cada vez con mayor
fuerza, a las universidades de provincia. En esta extensión ha influido la creación de
una instancia anual de reunión (seminarios interuniversitarios) que congrega a los
diversos programas, áreas, o simplemente a las y los académicos que investigan o
imparten docencia sobre el tema en las distintas casas de estudio del país.3
También se observa que las universidades privadas acogen estos estudios en la medida que
su propio desarrollo lo va demandando.
Situación actual de los
Estudios de la Mujer y el Género
en las universidades
Sin duda, el fin de la
dictadura y la elección de un gobierno democrático en 1990 incidieron en la apertura de
las universidades tradicionales a nuevos temas, lo que se vio facilitado por la
incorporación de nuevos docentes. En este sentido es posible situar el inicio de la
formalización de los Estudios de la Mujer y el Género en los espacios académicos a
partir de los años 90, aunque a nivel de iniciativas individuales existían débiles
antecedentes en los años anteriores.
El panorama actual está
constituido tanto por programas y centros especializados en los temas de la mujer y el
género instalados en algunas universidades como por iniciativas menos formalizadas pero
con cierta continuidad en el tiempo a partir del dictado de cursos y otras más difusas
cuyo futuro es impredecible.
Actualmente en Chile existe una
variada gama de iniciativas, más o menos institucionalizadas, que permiten afirmar que la
temática de la mujer y el género están permeando a las diferentes disciplinas
universitarias, validándose así como un campo de estudios con una cierta especificidad.
Tanto las universidades tradicionales como las privadas, las universidades metropolitanas
como las de provincia cuentan con cursos y programas diversos de pregrado y posgrado que
dan cuenta de una cierta presencia y consolidación de estos temas.
Sin duda, la Facultad de
Ciencias Sociales de la Universidad de Chile es aquella que muestra un mayor avance en
cuanto a presencia y desarrollo de los estudios de género, ya sea a partir de la cantidad
de cursos de pregrado impartidos o de los postítulos dictados. Las carreras de
Antropología y Psicología cuentan con cursos de pregrado, los cuales inciden en la
elaboración posterior de tesis de grado. Asimismo se cuenta con el PIEG que imparte
cursos a nivel de facultad y que integra institucionalmente diversas actividades de
investigación y extensión.
La Psicología y la
Antropología son las disciplinas más abiertas a la incorporación de temáticas de mujer
y género en diversas universidades tradicionales y privadas, así como metropolitanas y
provincianas. No deja de llamar la atención la ausencia de la carrera de Sociología en
las distintas iniciativas emprendidas, a excepción de un curso que se dictó, pero que ya
no se imparte en la Universidad ARCIS.
Al analizar las formas de
inserción de los cursos de pregrado en las carreras se hace evidente que la Antropología
es la única carrera que incorpora cursos de Antropología del Género como parte de la
malla curricular (Universidad de Chile, Universidad Austral y Universidad Bolivariana).
Por su parte, en la carrera de Psicología los cursos impartidos tienen el carácter de
electivos y tienden a centrarse en la mujer. En general, se trata de cursos de corte
temático más que teóricos lo que tiende a hacer que sus contenidos sean variados. Sin
embargo, se evidencia en ciertos casos (Universidad de Chile, Universidad Católica) una
intención de reiterar algunos cursos, lo que va validando ciertas temáticas y puede
crear una tradición disciplinaria que pueda institucionalizarse en el futuro; en este
sentido, no deja de llamar la atención la dispersa oferta de cursos, variada de semestre
en semestre, en algunas universidades privadas.
Por otra parte, las carreras
médicas tienen una parte importante en las iniciativas de incluir la temática de la
mujer desarrolladas a nivel universitario, aunque aún siguen muy centradas en la
investigación y en temas específicos vinculados a la sexualidad y reproducción con un
enfoque biomédico. Escapan a esta situación Medicina sede Oriente de la Universidad de
Chile, que desarrolla cursos de pregrado e investigación desde un enfoque social, y el
CECODEM de la Universidad de Santiago, que intenta realizar un trabajo interdisciplinario
capaz de integrar el enfoque social en los temas médicos.
En general, se detecta que en
aquellas iniciativas más formalizadas y donde existen equipos de trabajo con continuidad
en el tiempo, se tienden a ampliar los radios de acción y los nexos formales con diverso
tipo de instituciones estatales, no gubernamentales, municipales y universitarias,
especialmente en lo que se refiere a investigación. Tal es el caso del PIEG de la
Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, que sostiene relaciones con
SERNAM (Servicio Nacional de la Mujer) y UNICEF para proyectos de investigación y muestra
relaciones con ONG y universidades de provincia para el dictado de cursos y charlas. Algo
similar ocurre con el CEMERA de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, que
sostiene relaciones con centros académicos privados y públicos abocados a la
investigación de salud reproductiva y sexualidad adolescente.
Es de destacar que los nexos
informales también son importantes, pues muchas veces las personas que dictan cursos de
mujer y género en las universidades trabajan para organismos estatales centrados en temas
de la mujer, SERNAM por ejemplo, o en ONG orientadas a la investigación sobre mujer y
género, CEM, CEDEM o Casa de la Mujer La Morada, lo que posibilita un intercambio y una
actualización enriquecedores.
Estrategias de instalación
e institucionalización empleadas
La instalación de cursos,
seminarios y programas de Estudios de la Mujer o de Género en universidades, en muchos
casos, obedece más a estrategias individuales que institucionales. En este sentido, es
posible distinguir dos momentos diferentes y que no son necesariamente lineales: por una
parte la instalación de la temática de la mujer y el género en cursos, seminarios,
ciclos de charlas, etc., y, por otra, la institucionalización o no en el tiempo. Nos
interesa dar cuenta de ambos momentos ya que en conjunto delinean la situación actual.
Cuando se busca rastrear las
formas que han sido utilizadas para instalar la temática de la mujer y del género en las
universidades chilenas, se constata que a ellas concurren diversos factores, algunos de
ellos originados en el interior de las mismas universidades; entre éstos se destaca la
presión desarrollada por los estudiantes (generalmente mujeres, pero en algunos casos
también con participación masculina) a través de iniciativas propias, por ejemplo la
creación de grupos de discusión y reflexión en torno a la temática que eventualmente
pueden organizar charlas o conferencias para ser realizadas en los espacios
universitarios, pero dictados por personas externas.
Si bien presiones de este tipo
están asociadas al avance del movimiento de mujeres en la etapa anterior a los 90, y
después de éstos a ciertos tópicos que pone en el centro del debate el SERNAM, existe
una dinámica propia desplegada por los alumnos y que se materializa en investigaciones de
tesis y seminarios de título.4
Otro factor fundamental en la
incorporación de estos tópicos en las universidades son las iniciativas de las
profesoras, quienes muchas veces por su experiencia de trabajo en ONG, o por su labor
docente en centros académicos fuera del país ya tenían una reflexión sobre la
importancia de incorporar estas dimensiones en las investigaciones y en la práctica
docente, o bien contaban con la especialización de posgrado en estos tópicos. Esto se da
fundamentalmente en el caso de Literatura y Ciencias Sociales. Todo ocurre en el contexto
de la restitución de la democracia, y a partir de este proceso la integración de nuevos
profesores a los planteles docentes de las universidades tradicionales, que permiten el
encuentro de los intereses de grupos de estudiantes y el conocimiento de algunos
profesores.
Dentro de las estrategias
desarrolladas por los/las académicos(as) a nivel de la docencia distinguimos una que
apunta a incorporar la perspectiva del género o relevar la importancia y diferencia de
las mujeres en el marco de cursos currriculares cuyo tema general es otro, por ejemplo
Antropología Sociocultural, Sexualidad Humana, Actores Sociales, etc.
Otra de las estrategias
desplegadas consiste en realizar cursos de pregrado, en su mayoría de carácter electivo,
donde el tema central es la mujer o el género. Una tercera vía es la creación de
seminarios de título, destinados a alumnos que están finalizando sus carreras y están
en vías de realizar sus investigaciones de tesis que se centran en este tipo de temas.
Esta vía es utilizada, por ejemplo, en Historia en la Universidad de Chile.
Dentro de la docencia de
pregrado existe, específica y únicamente en las carreras de Antropología, la
incorporación formal de la Antropología del Género como un curso inserto en la malla
curricular, lo que le garantiza una continuidad en el tiempo. Otra vía, que surge con
fuerza en el año 1994, es la creación de postítulos (entre 1993 y 1995 consignamos la
existencia de ocho de ellos, sin considerar el Diplomado del PIEM de la Universidad de
Concepción); éstos suelen abarcar una dimensión específica cuando se trata de cursos
organizados por la carrera de Psicología de la Universidad de Chile, destinados a
profesionales graduados cuyo ejercicio profesional demanda una cierta profundización, y
otros de carácter más general dictados a un público no especializado en las carreras de
Literatura.
En general, los postítulos se
articulan a partir de conferencias dictadas por especialistas, los cuales no
necesariamente están vinculados orgánicamente a las universidades. Es posible que de
este tipo de iniciativas se pueda derivar hacia una mayor institucionalización,
pasándose del dictado de cursos a la creación de áreas y programas, o bien que la
iniciativa desaparezca al finalizar el curso.
En este sentido, en 1995 es
posible distinguir dos vías de desarrollo de los programas de mujer y/o género en las
universidades, unas puntuales y no formalizadas y otras formalizadas, es decir con una
institucionalidad reconocida.
En general, se detecta que las
estrategias de institucionalización han ido permeando desde el exterior hacia el
interior, siendo inexistentes las iniciativas que surgen de las autoridades universitarias
que impulsen la creación de centros o programas específicos. Más bien se trata de que
grupos de docentes movilicen la iniciativa, a través del dictado de cursos y la
realización de seminarios de títulos a nivel de pregrado y la implementación de
postítulos y luego, cuando está demostrada la receptividad de la temática, reciben el
apoyo formal de las autoridades.
Al analizar por tipo de
universidades, distinguiendo entre las tradicionales (universidades de Chile, de Santiago,
de Concepción) y las más nuevas y privadas, se hace visible que, en general, es en las
primeras en las cuales se encuentran las iniciativas más formalizadas, lo que se
evidencia en la existencia de programas o centros con continuidad en el tiempo. Tal es el
caso del PIEG en la Facultad de Ciencias Sociales, del programa de Embarazo Adolescente y
el CEMERA en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, del CECODEM en la
Universidad de Santiago, del PIEM en la Universidad de Concepción. No deja de llamar la
atención que en Psicología de la Universidad Católica, donde se ha ido estableciendo un
cierta tradición en el dictado de cursos y realización de investigaciones en relación
con el tema de la mujer, no se haya pasado a una mayor institucionalización.
Entre las opciones elegidas
para insertar el tema de la mujer y el género en las universidades chilenas, se hace
visible que éstas se orientan fundamentalmente hacia el nivel de pregrado, ya sea por
medio de cursos que suelen aparecer con calidad de electivos en la malla curricular de
diferentes carreras, de la incorporación de manera transversal de la temática en cursos
generales obligatorios para los alumnos de cada disciplina o en seminarios de título cuyo
tema puede ser la mujer, o bien se trata de temas dentro de seminarios más generales.
Al analizar las disciplinas y
facultades en las cuales existen mayor cantidad de iniciativas a nivel de pregrado
destacan en las facultades de Ciencias Sociales las carreras de Psicología, en diferentes
universidades tradicionales y privadas, la de Antropología y la de Trabajo Social, siendo
notorio el retardo de la Sociología en incorporar en sus currículos cursos de mujer y/o
género.
Entre las facultades de
Humanidades y Letras se consigna un mayor desarrollo de iniciativas en la carrera de
Literatura y Castellano, donde curiosamente existe una inclinación por formular cursos de
postítulo o diplomados (tal es el caso de la Universidad de Concepción, de la
Universidad de Chile y en proyecto en la Universidad de Playa Ancha) e incorporar
transversalmente la temática en los cursos generales de la carrera, sin que existan
cursos específicos sobre el tema de la mujer o el género a nivel de pregrado. Por otra
parte, dentro de las facultades de Humanidades se encuentra que Historia es una de las
disciplinas que se ha preocupado en integrar en los seminarios de título el tema de la
mujer, específicamente en la Universidad de Chile; en la Universidad Católica se abrió
un curso electivo sobre Género e Historia que se viene a sumar a algunas iniciativas
dispersas de algunos profesores que guiaron tesis sobre el tema.
En las facultades de Ciencias
Médicas, de la Universidad de Chile y de la Universidad de Santiago, existen también
iniciativas institucionalizadas. En la primera se dictan cursos electivos y existen
Programas y Centros de Investigación abocados a temas específicos (salud reproductiva,
embarazo adolescente), y en la segunda existe el CECODEM, que dicta cursos a nivel de
pregrado y organiza cursos de extensión a matronas y personal médico externo a la
universidad.
Es de destacar que, en general,
en los programas y centros institucionalizados en la universidad se intenta poner una
mirada interdisciplinaria a los tópicos de la mujer y el género y ello se evidencia al
revisar la conformación de los equipos de trabajo y las bibliografías de los cursos
impartidos.
Por su parte, los postítulos o
bien se abocan a la profundización de temas muy específicos por parte de profesionales
cuyo ejercicio profesional lo demanda, o bien están orientados a un público amplio y
buscan entregar contenidos de orden general; tal es el caso del postítulo dictado por la
Literatura de la Universidad de Chile. En otros casos, el postítulo organizado por el
Servicio Universitario Mundial y la Universidad Academia de Humanismo Cristiano convocó
en su primera fase a profesionales de diferentes países latinoamericanos, algunos de
ellos vinculados a organizaciones estatales, universidades y ONG, y cuyo objetivo era
influir para que en los proyectos de desarrollo y políticas públicas se incorpore la
perspectiva del género.
Alcances y problemáticas
Actualmente, es visible que la
temática de la mujer y el género ya está validada como una dimensión necesaria a
incorporar en los estudios académicos. Sin embargo, existen una serie de problemas no
resueltos que incidirán en la extensión y consolidación de las iniciativas en curso.
Uno de ellos es el tema del financiamiento. Una de las dificultades mayores que enfrentan
las universidades es la falta de fondos, por lo cual es dificil pensar que existan algunas
de ellas dispuestas a contratar profesores dedicados sólo a impartir cursos y orientar
tesis hacia estos temas. Hasta ahora, los programas existentes y mejor instalados cuentan
con apoyo externo.
Un segundo problema, derivado
del anterior, es que, no existiendo docentes e investigadores contratados por las
universidades para desarrollar estos proyectos, es casi imposible pasar de las iniciativas
individuales a la institucionalización, lo que atenta contra la posibilidad de
profundizar en ellos, pues no existiendo investigación capaz de acompañar y alimentar a
la labor docente, se corre el riesgo de comenzar a repetir y estancar los conocimientos.
Un tercer problema, cuyo debate
y resolución no es pertinente sólo a las universidades chilenas, es el de las opciones
estratégicas. En otras palabras, decidir hacia dónde se orienta y concentra el accionar:
hacia los niveles de pregrado de las universidades en general o hacia los cursos de
postítulo destinados a personas profesionales ajenas a éstas. Sin duda, la discusión de
estos aspectos tiene una importancia primordial. De acuerdo con las tendencias aparecidas
en 1994, se corre el riesgo de optar mayoritariamente por lo segundo, dados los problemas
de financiamiento de las universidades, con lo cual la creación de postítulos puede
llegar a convertirse en una estrategia de mercado, más que en una opción política y
académica, y en el intento se puede perder el respeto de la comunidad académica
universitaria que tanto ha costado lograr, convirtiendo los cursos y programas de la mujer
y el género en apéndices enquistados en determinados departamentos, sin
nexos hacia el resto de la universidad.
Logros y obstáculos de la
incorporación de los Estudios de la Mujer
y de Género en las universidades chilenas
El recorrido que hemos hecho
nos permite decir que los logros más evidentes de la inserción universitaria de los
Estudios de la Mujer y del Género radican en primer lugar que a partir de esta inserción
se hace posible la reproducción y difusión de un saber que permanecía acantonado en
centros alternativos, muchas veces marginal a los demás saberes y circulando entre
investigadoras de una sola generación con pocas posibilidades de irradiar en
términos de los avances de conocimientos y de los descubrimientos de nuevas
realidades a un sector más amplio. En este sentido la docencia sobre todo la
de pregrado ha permitido difundir el conocimiento acumulado a las generaciones
jóvenes (a los futuros profesionales) desde diversos ámbitos disciplinarios o desde la
perspectiva global de enfoques de la mujer o del género. En segundo lugar, y ligado a las
funciones docentes: la multiplicidad de cursos que se dan en las distintas universidades
ya sea a nivel de pregrado o de postítulo ha permitido el ejercicio de la
creación de curriculos pertinentes en términos disciplinarios (Antropología
del Género, Psicología de la Mujer, por ejemplo) o generales (cursos Introductorios a
los Estudios del Género) que permiten, poco a poco, el perfeccionamiento de los mismos y
posibilitan la existencia de una tradición de programas cada vez mejores y
más adecuados a los requerimientos académicos.
En tercer lugar, con la
incorporación de estos estudios se va formando una generación de profesionales
que virtualmente pueden incorporar en sus diversos trabajos un enfoque de mujer o género.
Esa generación es posible evaluarla a través de las alumnas y alumnos que durante estos
años han ido haciendo sus tesis dentro de los programas existentes, o de las académicas
que dictan cursos sobre estas materias.
En cuarto lugar, otro logro de
la incorporación de estos estudios en las universidades radica en el ámbito de la
investigación y de la producción de conocimientos. En este sentido es posible percibir
una ampliación en los temas que habían liderado las indagaciones en los centros
académicos alternativos. Así, por ejemplo, los temas de la identidad, de las relaciones
de género (entendidas como configuraciones sociales en donde se ponen en escena hombres y
mujeres con sus particularidades de clase, edad, etnia, etc.), de la masculinidad, de las
homosexualidades, de la literatura, de la cultura, etc., comienzan a tener mayor vigencia.
Asimismo, el espacio universitario permite un mayor desarrollo de los campos teóricos que
se ponen en juego en los enfoques de la mujer o del género.
Por último, y en quinto lugar,
la existencia de muchas de estas iniciativas, principalmente de las más formales, ha
permitido gradualmente una legitimación académica de estos estudios y la
incorporación cada vez más creciente del tema en las cátedras por parte de profesores
que hasta ese entonces no lo tocaban. Así, se ha ido generando lentamente una valoración
de este ámbito del saber (aunque, muchas veces, la incorporación del mismo pueda ser
criticable en su orientación, sobre todo cuando se trata de su mención por razones de
moda o de puntos de vista muy retrógrados) y su difusión como materia importante en los
cursos. Estos estudios, entonces, se van constituyendo en una referencia para los demás
académicos.
Los obstáculos a los que se
ven enfrentados estos estudios, como es evidente, están vinculados a los modos
particulares en que cada uno de ellos se inserta en el espacio universitario. De todos
modos, podemos decir que el tipo de obstáculos estará ligado a si estos estudios se
plantean como disciplinarios o interdisciplinarios y si se establecen en un departamento o
en una facultad, como también a la procedencia de sus fuentes de financiamiento.
Así, por ejemplo, se puede
suponer5 que aquéllos que han emergido de específicos departamentos y que
entregan un determinado postítulo sobre temas de la mujer pueden verse afectados por
la ghethización en dos sentidos: en uno, referido a su propia definición
como Estudios de la Mujer, los que casi siempre son percibidos como privativos de mujeres
y reducidos a temas femeninos y feministas; en el otro, se pueden ver como
dominio exclusivo de una disciplina. Ambos sentidos pueden confluir para reducirlos, desde
un plano institucional, a un solo espacio y relegarlos a sus funciones, sin incorporarlos
como parte importante del quehacer universitario. Es posible que en los casos de los
postítulos su supervivencia dependa de su utilidad como captadores de
ingresos para los departamentos o facultades. Si esto ocurriera, implicaría una
revisión importante del sentido que tienen como una simple oferta de mercado.
En el caso de iniciativas que
se afincan en una facultad, y que tienen carácter interdisciplinario los obstáculos se
relacionan con la creación de una entidad (programa, área, centro) que coordine las
actividades de la docencia, investigación y extensión. Casi siempre esa entidad,
aunque sea interdisciplinaria, tiende a verse por parte de los distintos
estamentos como una instancia en sí no conectada con el hacer de los distintos
departamentos. Surge aquí, además, el problema de los recursos para sostener esa
entidad. Si son internos, nunca son suficientes para llevar a cabo lo proyectado, y si
son externos se corre el riesgo que toda vez que no existan la entidad desaparezca.
De estas dos suposiciones
podemos colegir que el punto central que está tras los obstáculos es el logro de una
internalización y absorción, por parte de la propia institución universitaria, de la
importancia de estos estudios. Aun con los avances que existen y de los cuales hemos dado
cuenta, no podemos sostener que todas las universidades asuman con el mismo grado de
compromiso las iniciativas de la mujer o del género. Unas son más permeables a la
diseminación de estos temas en distintos niveles (es el caso de la Universidad de Chile),
otras los aceptan reducidos a determinados ámbitos (Universidad de Concepción) y otras
los releen de acuerdo con sus orientaciones (Universidad Católica). Precisamente porque
muchas veces estos estudios como otros están cruzados por un debate
ideológico es que los obstáculos con que se encuentran serán distintos, y por ende su
resolución también diferente.
Se pone en juego así la
política universitaria y la política de las iniciativas de mujer o género
para crear sus particulares estrategias en la superación de los problemas que se
enfrentan en cada universidad. Estas estrategias tienen que ver con los enfoques teóricos
y las formas específicas de inserción de cada iniciativa; creemos que no existen
manuales al respecto.
Para finalizar, sin duda
estamos lejos de que suceda que en cada carrera universitaria exista un curso obligatorio
de mujer o género, pero estamos cerca de convertir los Estudios de Mujer y de Género en
una oferta vendible transformados en postítulos o diplomados,6 con el peligro
de banalizar, restar rigor académico y desperfilar el ámbito de estos conocimientos. Ese
riesgo traería consigo la deslegitimación de los esfuerzos emprendidos. Se hace
necesaria una reflexión seria de las proyecciones reales de la docencia de postítulos y
una atención al pregrado, futuro semillero del perfeccionamiento y de la reproducción de
estos estudios.
Reflexión que es necesaria
ampliar a otros ámbitos de la educación, porque aunque parezca paradójico, los logros
alcanzados en la incorporación de los temas de género en las universidades no tienen
correspondencia con el estancamiento que se evidencia en otras instancias del sistema
educativo. Sin duda, uno de los mayores aportes que deberían hacer los Estudios de Mujer
y Género es incidir en la reforma del sistema educacional.
* Coordinadora
y Encargada de Investigación del Programa Experimental e Interdisciplinario de Estudios
de Género (PIEG) de la Universidad de Chile, respectivamente.
NOTAS
1. Recién en 1991 y en 1993 se
formalizan las instancias pioneras: Diplomado en Estudios de la Mujer de la Universidad de
Concepción y Programa Experimental e Interdisciplinario de Estudios de Género (PIEG) de
la Universidad de Chile, respectivamente.
2. Esto se debe, a nuestro
juicio, al hecho de que se ha producido una vulgarización del término género toda vez
que ha sido receptado en nuestro medio sin su historia como concepto. Por ello se ha
tornado común que cuando se lo usa es para referirse a la mujer y no para dar cuenta de
la construcción social y cultural de las diferencias sexuales y todas las implicancias
teóricas, metodológicas y de acción que supone.
3. Estos seminarios fueron
gestados por el PIEG en 1993 al realizarse, dentro de la Escuela de Temporada de la
Universidad de Chile, Género femenino: Una visión de fin de siglo, el I
Seminario Interuniversitario, que reunió de manera inédita a las iniciativas y a
académicas/os abocados al tema. Desde esa fecha se han efectuado dos seminarios
interuniversitarios, uno en la Universidad de Concepción (1994) y el otro en la
Universidad de Valparaíso (1995).
4. Entre los años 1984 y 1994,
hemos consignado la existencia de 175 tesis de grado sobre mujer y género realizadas
sólo en facultades de Ciencias Sociales, Humanidades y Letras de la Universidad de Chile
y la Católica (Palacios 1995) lo que da cuenta de la presencia y consolidación de la
temática de la mujer y el género en diversas disciplinas.
5. Carecemos de información
sobre evaluaciones al respecto, pero a partir de nuestra experiencia y conocimientos de
primera mano de algunas de las iniciativas existentes, podemos plantear algunos alcances
que, como lo decimos, son hipótesis respecto a lo observado.
6. Este fenómeno no sólo es
de nuestro país; también es visible en otros países de Latinoamérica.
BIBLIOGRAFÍA
Montecino, Sonia. El
desplazamiento de la mujer al género: Implicancias académicas y teóricas.
Conferencia Inaugural del Primer Seminario Interuniversitario. Universidad de Chile: PIEG,
1993 (en prensa).
Palacios, Paula. Listado
de tesis sobre mujer y género en algunas universidades chilenas. Programa
Interdisciplinario de Estudios de Género. Serie Repertorios 1 (1995).
Rebolledo, Loreto. Estado
de la investigación social y de salud sobre mujer y género en Chile. Informe
para Proyecto ASDI-CEDEM. 1994.
Womens Studies
Quarterly, XXII.3 and 4 (Fall/Winter 1994). |