Colección: INTERAMER
Número: 29
Año: 1994
Autor: Josefina Zoraida Vázquez y Pilar G.Aizpuru, Comps.
Título: La Enseñanza de la Historia
Diagnóstico por grado de escolaridad
Desde los tiempos de Lavisse se supone que la historia debe enseñarse de acuerdo con la edad de los educandos. Al inicio, se utilizan los personajes de las fiestas cívicas para despertar el interés y los sentimientos nacionales, sobre todo a base de mitos heroicos, y sólo en el nivel medio y universitario se aborda interpretativamente.
Nuestro esfuerzo de comparación tropezó con la heterogeneidad de nuestra muestra y la de programación y seriación de las materias en los diversos países. Nos vimos obligados a considerar como textos elementales los que parecen adecuados para niños menores de 10 años, además de los que explícitamente lo declaran.
A excepción de los libros de Cuba, Nicaragua y en cierta medida México, se aprecia un esfuerzo por diferenciar el tono expositivo y en la elaboración de los temas. De acuerdo con la vieja fórmula, en los primeros grados el tono es optimista y los eventos se suceden sin que las circunstancias merezcan atención especial. La visión está llena de héroes y parece apropiada para esa etapa del crecimiento infantil. En los cursos superiores se ofrece un panorama diferente, aunque a veces igualmente mítico, y que culpa a personalidades concretas e instituciones desaparecidas de todos los males. A veces se llega a extremos y conviven interpretaciones opuestas que parecen preparar dos tipos de ciudadanos en el mismo país, y aparece la posibilidad de que los niños pasen de la imagen hispanista idílica de los libros elementales, al furibundo ataque antiespañol de los de nivel medio. Otras contradicciones derivan del predominio de la historia política, con cierto maniqueísmo, en el que los protagonistas tienden a ser “buenos” o “malos”, sin matices. Ante ciertos temas, los textos parecen generar un sentimiento revanchista y algún texto boliviano insta abiertamente a reconquistar la salida al mar.
Muchos libros pasan por alto cualquier intento de interpretación en el nivel elemental, a pesar de su decidido intento por seguir las recomendaciones de la pedagogía moderna. Se considera quizá que la capacidad de los pequeños es insuficiente para captar explicaciones teóricas y se alimenta su memoria de datos, salpicados de anécdotas, lo que muchas veces hace detestable el estudio de la historia. Es conveniente revisar el simplismo del relato tradicional de la escuela elemental, pues los niños no son tan ingenuos como los viejos pedagogos pensaban; y las explicaciones más complejas que trasmiten la televisión y el cine pueden devaluar el conocimiento que ofrece la escuela.
Algunos libros elementales de México, las Indias Occidentales, Brasil, Cuba, Colombia y Puerto Rico hacen un esfuerzo por incorporar explicaciones socioeconómicas; pero la mayor parte de los programas reservan este tipo de explicación hasta la enseñanza media, y aún así, el esfuerzo queda en una explicación superficial de la explotación que lleva a cabo un grupo social, sin que se mencione al sistema que lo produjo. En los libros cubanos, donde priva la explicación de los modos de producción, no se resiste la tentación de acusar a los sujetos del pasado. Los textos y programas de corte más tradicional casi siempre eluden la mención de la explotación económica y de los procesos generadores de las desigualdades sociales.
En los contenidos temáticos también las diferencias en los diversos niveles son notorias. Los libros elementales tienen, por lo regular, información escueta, trasmitida con recursos metodológicos de la pedagogía moderna, aspecto que se abandona a menudo en los cursos superiores, en que se sustituye la capacidad creativa por la erudición y las abstracciones ocupan el lugar de los conocimientos prácticos; de esa manera, todo el esfuerzo realizado en los primeros cursos por integrar la historia a la vida cotidiana se convierte en cultura libresca, ajena a la realidad. Este prurito de información se manifiesta en farragosas descripciones o en cápsulas condensadas, igualmente incomprensibles.
Los textos de Cuba y Nicaragua aplican en cualquier nivel los modelos del materialismo histórico. Algunas veces las categorías resultan explicativas, pero en otras, resultan contraproducentes, como al aplicar el modo de producción feudal a la época colonial, lo que causa una distorsión de la realidad histórica.
También hace falta replantear la conveniencia de utilizar los mismos libros en áreas rurales y urbanas. En el caso mexicano, con el objetivo de lograr la unidad nacional desde 1959, se ha utilizado un mismo texto para todas las escuelas del país. Durante la reforma de 1971-1976 se optó por dedicar el 3er. grado a los problemas del México rural y el 4to. a los urbanos; y se elaboraron libros en lenguas indígenas para los niños de los primeros grados. Pero evidentemente el problema subsiste y, como en otras partes, tiene implicaciones económicas y humanas que no lo hacen fácilmente solucionable.
En todos los países se ha hecho un esfuerzo mayor en la enseñanza elemental que en los otros niveles, tal vez porque es donde se educa el grueso de la población. Con todos los defectos que tiene la enseñanza de las ciencias sociales, la historia se beneficia de una relación con los problemas contemporáneos, ausente en los libros tradicionales que se dedican al pasado remoto sin enlazarlo con el presente.
Los libros mexicanos que acaban de ser sustituidos, hicieron un intento interesante en el tercer grado por integrar la historia precortesiana y los pueblos agricultores. Se analizaban los problemas de las comunidades agrícolas contemporáneas de las diversas regiones: agricultores de autoconsumo, agri-industria, revolución verde y dilema de tierras erosionadas. Los aciertos fueron opacados por un relato demasiado coloquial.
Algunos textos de Colombia, elaborados posteriormente, resultan ejemplares en el nivel elemental y muy recomendables en el superior. Los libros elementales combinan cuestiones actuales con temas históricos y de formación cívica. La integración de los temas del pasado se logra en forma oportuna.
En los libros de nivel medio y superior predomina el viejo afán enciclopédico. Son excepcionales los casos en que se intenta trasmitir una visión histórica que incluye elementos sociales, económicos, políticos e ideológicos. La mayoría sólo ofrece un relato político, con sus héroes, cambios de gobierno y batallas.
El texto de historia de América colombiano para secundaria tiene un excelente nivel informativo y planteamiento metodológico. Los textos de las Indias Occidentales y de las Bahamas resultan otro ejemplo de tratamiento modelo en que un tema importante en la región se analiza integralmente. Así “asentamientos y rivalidades” explica los orígenes de la colonia y las circunstancias que los determinaron; “azúcar y esclavitud” establece la relación entre viejas y nuevas formas de explotación del trabajo; “problemas de la emancipación” permite la introducción a problemas de convivencia en el mundo contemporáneo.