Colección: INTERAMER
Número: 62
Año: 1997
Autor: Emilio Carilla
Título: Pedro Henríquez Ureña. Signo de América
NOTAS
1. Aunque estemos hoy lejos de las reflexiones del humanista alemán, no está de más recordar sus renovadores conceptos y, no menos, su particular difusión en la América Hispánica, durante el siglo XIX. No cabe duda de que sus ideas ayudaban. Herder tuvo sin duda que ver con ciertas bases historicistas, relaciones entre el hombre y el medio, el hombre y el clima, visibles en escritores hispanoamericanos del pasado siglo. Agreguemos, la poesía como eje de la historia (menos, sus referencias a las voces de los pueblos).
Ver Raimundo Lida, Sarmiento y Herder, Memoria del Segundo Congreso Internacional de Catedráticos de Literatura Iberoamericana (California, 1940) 155-171; Universidad Nacional de Buenos Aires, Vico y Herder (Buenos Aires, 1948); y el libro El romanticismo en la América hispánica I (Ed. de Madrid, 1975) 149-150.
2. E. Carilla, Hacia un humanismo hispanoamericano (separata de Thesaurus XX, Bogotá: 1965), donde toma como ejemplos a Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña. Con elementos comunes y, también, con diferencias que pueden marcar dos direcciones (no muy separadas, claro): con regusto clasicista en Alfonso Reyes; con mayor persistencia de lo moderno (y aun con contactos sociales) en Henríquez Ureña.
3. Ver, en especial, con aportes de Max Henríquez Ureña (sobre todo, primeros años, iniciación literaria, etc.), Emilio Rodríguez Demorizi (Pedro Henríquez Ureña y Santo Domingo), Alfonso Reyes (diversas noticias sobre Don Pedro), Alfredo A. Roggiano (Pedro Henríquez Ureña y los EEUU), Rafael Alberto Arrieta (sobre la llegada de Pedro Henríquez Ureña a la Argentina)...
4. Ver Pedro Henríquez Ureña, Ariel IV, Ensayos críticos (La Habana: 1905) donde Don Pedro reconoce algunos de los males que Rodó señala en los Estados Unidos, pero también, por encima de tendencias prácticas, advierte metas de bien moral y de mejoramiento social. En síntesis, lo que nota Pedro Henríquez Ureña es la pugna de corrientes extremas. Orgullo, agresión, corrupción, utilitarismo, por un lado. Por otro: idealismo, elevación moral e intelectual.
5. Por eso, sin duda, y por su espíritu de justicia, Pedro Henríquez Ureña insistió más de una vez en sus elogios a Don Marcelino. No tanto para sostener la vigencia de sus obras (ya envejecidas en diversos aspectos) sino para defenderlo de juicios retaceadores que olvidaban las circunstancias en que trabajó Menéndez y Pelayo y en lo que aún tenía permanencia de él... (Ver, entre otras páginas, Pedro Henríquez Ureña, Seis ensayos en busca de nuestra expresión [Buenos Aires, 1928] 39. Allí nos dice que, sin haber escrito Menéndez y Pelayo una Historia de la literatura española con sus obras completas puede reconstruirse una buena historia, no completa dentro de lo relativo pero sí con abundancia de datos nuevos, originales de acuerdo al estado de la crítica de la época).
6. Escribió Pedro Henríquez Ureña en 1936:
He tratado extensamente el tema en Don Juan Ruiz de Alarcón México, 1913, segunda edición, La Habana, 1915; reimpresa sin notas en mi Seis ensayos en busca de nuestra expresión, Buenos Aires, 1928. Consúltese además el prólogo de Alfonso Reyes en su edición de Comedias de Alarcón (Clásicos La Lectura). En su libro sobre Lope, José Bergamín llama a Alarcón tres veces intruso y una vez mexicano: es, dicha con mal humor, la diferencia que siempre se observó entre Alarcón y los dramaturgos españoles europeos, desde Juan Pérez de Montalván hasta Ferdinand Wolf. Véase también Dorothy Schons, The Mexican Background of Alarcón (PMLA 57, 1942) 69-104; Pedro Henríquez Ureña, El teatro de la América Española en la época colonial, INET Cuadernos de Cultura Teatral 3 (Buenos Aires, 1936).
Sobre la tesis de Pedro Henríquez Ureña volveré después.
7. Ver, sobre todo, Alfredo A. Roggiano, Pedro Henríquez Ureña en los Estados Unidos (México, 1961) 200-203.
8. Hacia 1926-1928, Pedro Henríquez Ureña escribía: El andalucismo de América es una fábrica de poco fundamento, de tiempo atrás derribada por Cuervo. Y en nota:
A las pruebas y razones que adujo Cuervo en su artículo El castellano en América, Bulletin Hispanique (Burdeos, 1901), he agregado otras en dos trabajos míos: Observaciones sobre español en América, Revista de Filología Española (Madrid 1921) y El supuesto andalucismo de América, en la publicaciones del Instituto de Filología de la Universidad Nacional de Buenos Aires, 1925. (Pedro Henríquez Ureña, Seis ensayos en busca de nuestra expresión, 42).
Ver, ahora, el replanteo que hace del problema del andalucismo Guillermo Guitarte en su estudio Cuervo, Henríquez Ureña y la polémica sobre el andalucismo en América, Vox Romanica, XVII,2 (1958): 363-416; reimpreso con el título Sobre el andalucismo en América, Thesaurus XIV (Bogotá, 1959). En realidad, la bibliografía es más nutrida, pero sobre este problema volveré, más detalladamente, en otro capítulo.