29 de Abril de 2025
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Colección: INTERAMER
Número: 62
Año: 1997
Autor: Emilio Carilla
Título: Pedro Henríquez Ureña. Signo de América

NOTAS

1. “También merece aplauso la idea de ensanchar el estudio lingüístico con el de los principales estilos literarios”. (Ramón Menéndez Pidal, Prólogo a Rafael Lapesa, Historia de la lengua española. 1a. ed., Madrid, 1942. (Ver ed. de Madrid, 1949, pág.6).

2. Agreguemos:

1919.

La lengua de Santo Domingo. Rectificación a Meyer Lübke (Revista de libros, Madrid, 1919, III).

1930.

El lenguaje (en la revista Humanidades, de La Plata, 1930, XXI, págs. 107-121). En otro nivel, mencionado, como recopilación más reciente de algunos de los textos citados, el volumen Observaciones sobre el español de América y otros estudios filológicos (ed. de la Academia Argentina de Letras, Buenos Aires, 1977).

3. Cf. Pedro Henríquez Ureña, Observaciones sobre el español en América. I (RFE, Madrid, 1921, VIII, 357).

4. Pedro Henríquez Ureña, carta a Alfonso Reyes, fechada el 21 de marzo de 1919 (en Pedro Henríquez Ureña-A. Reyes, Epistolario íntimo, III [Santo Domingo, 1983] 145-147).

5. Ver Pedro Henríquez Ureña, Observaciones sobre el español en América, I (ed.cit., págs. 357-390).

6. Esta es la numeración, zonas y regiones que nos da en 1940:

1)

Río de la Plata a) Litoral y Uruguay; b) Antiguo Cuyo; c) Antiguo Tucumán; y d) Nordeste argentino y Paraguay.

2)

Chilena a) norte; b) centro; y c) sur.

3)

Andina a) Antiguo Imperio Incaico; b) norte (Colombia, Venezuela).

4)

Mexicana (México, América Central, sur de Estados Unidos).

5)

Mar Caribe (Tres Antillas españolas, parte de Venezuela y Colombia). (Ver Pedro Henríquez Ureña,  El español en Santo Domingo, Buenos Aires, 1940, cap. 1).

7. Ver Pedro Henríquez Ureña, El español en Santo Domingo, (ed. citada) 30. Pedro Henríquez Ureña considera “extravagante” la obra de Armas, aunque le concede aciertos en la división.

8. Cf. Pedro Henríquez Ureña, Para la historia de los indigenismos (BDH, III, Buenos Aires, 1938). Ver, también, El español en Santo Domingo, (ed. citada) 199-129; y el prólogo a Emilio Tejera, Palabras indígenas de la Isla de Santo Domingo (Santo Domingo, 1935).

9. Cf. Pedro Henríquez Ureña, Observaciones sobre el español en América. I (ed. citada) 379-390; y el prólogo a El español en México, los Estados Unidos y la América Central (Buenos Aires, 1938) XX-XXII, 232-233 y 239.

10. Y estos son los precedentes bibliográficos que entonces declaraba: Rufino J. Cuervo, Las segundas personas de plural en la conjugación castellana (en Romania, 1893, XXII); Id., Apuntaciones críticas...sobre el lenguaje bogotano; R. Menéndez Pidal, Gramática histórica; Juan B. Selva, El castellano en América (en la Revista de la Universidad de Buenos Aires, IV, 1905, 201-202); y Ciro Bayo. Vocabulario de provincialismos argentinos y bolivianos (en la Revue Hispanique, 1906, XIV).

11. Pedro Henríquez Ureña, Prólogo a El español en México, los Estados Unidos y la América Central, ed. citada, pág. XXII.

12. Dejando de lado, por su mayor difusión, trabajos de Tiscornia, Amado Alonso, Lapesa, Rosenblat, Kany, Vidal de Battini y otros, en obras generales, creo que conviene aquí mencionar estudios especiales, como los que enumero: José P. Rona, El uso del futuro en el voseo americano (en Filología, B. Aires, 1961, VII, 122-144); Id., Geografía y morfología del voseo (Porto Alegre, 1967); María Isabel Gregorio de Mac, El voseo en la literatura argentina (Santa Fe, 1967); M. Molho, Observaciones sur le “voseo” (en el Bulletin Hispanique, Burdeos, 1968, LXX, 56-76); Rodolfo A. Borello, Para la historia del voseo en la Argentina (en Cuadernos de Filología, Mendoza, 1969, No. 3, 25-64); P.F. Morales, El voseo en Chile (en el Boletín de Filología [Santiago de Chile, XXIII-XXIV, 1972-1973] 261-274); M.B. Fontanella de Weinberg, Analogía y confluencia paradigmática en formas verbales de voseo (en Thesaurus XXXI, 2 [Bogotá, 1976] 249-272); G. Germánde Granda, Las formas verbales diptongadas en el voseo hispanoamericano. Una interpretación sociohistórica de datos dialectales (en la Nueva Revista de Filología Hispánica XXVII [México, 1978] 80-92)...

13. Sobre la amistad entre Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña está de más hablar. Amistad sustentada en diversos factores, entre los cuales ocupa lugar importante el mutuo aprecio intelectual. De muchos testimonios, elijo éste, de 1934, y que figura en una carta de Pedro Henríquez Ureña a la dirección de la revista Investigaciones lingüísticas, de México:

... en general, los Problemas de dialectología hispanoamericana, de Amado Alonso, debieran ser leídos por todos los que se ocupen del español en América, porque allí por primera vez llegan a nuestro idioma teorías nuevas y fecundas; además debe leerse a los lingüísticos y filólogos más modernos, como Saussure, Bally, Meillet, etc., y, siempre que sea posible, a los alemanes de este siglo. (Ver Investigaciones lingüísticas II, 3-4 [México, 1934] 361).

14. Cf. E. Carilla, “Amado Alonso en la Argentina”, Estudios de literatura argentina, 2a ed. (Tucumán: Siglo XX, 1968) 168-169.

15. Pedro Henríquez Ureña, “Rufino José Cuervo”, Boletín de la Academia Argentina de Letras XIII, 49 [Buenos Aires, 1944] 697). Filología y lingüística, filología y gramática, lingüística y gramática...Pedro Henríquez Ureña hizo aportes a todas esta disciplinas, con los deslindes necesarios. En el caso de lingüista y gramática, si bien hizo por lo común labor de lingüista, no despreció, en ocasiones, el nivel del gramático (como ocurrió, por ejemplo, en los libros —diferentes— que publicó en colaboración con Narciso Binayán y Amado Alonso). Y en diversos escritos explicó (o dio a entender), junto a la diferencia que existe entre lingüística y gramática (que hoy, claro, nos parecen obvias), la justificación de sus inclinaciones. Así, lo hizo en su artículo sobre La lingüística, de 1930, y pocos años después, en la carta que envió a la revista  Investigaciones Lingüísticas, de México, de la cual di noticia en una nota anterior (ver, en la revista, pág. 361).

16. Entre numerosos ejemplos, puede servirnos la serie encadenada de Dámaso Alonso: Defensa de la lengua (Ponencia leída en el Segundo Congreso de Academias de la Lengua. Reproducido en Del Siglo de oro a este siglo de siglas [Madrid, 1956]); Para evitar la diversificación de nuestra lengua (1963) (en OFINES, Presente y futuro de la lengua española, II, Madrid, 1964, 259-268); Unidad y variedad de la lengua española (1980) (en Salamanca 80 [México, 1981]).

17. CF., Pedro Henríquez Ureña, Las corrientes literarias en la América hispánica (ver trad. de J. Díez Canedo [México, 1949] 216).

18. Pedro Henríquez Ureña, Rufino José Cuervo (ed. citada) 698.

19. Ver, Guillermo L. Guitarte, Bosquejo histórico de la filología hispanoamericana (1963) (en ALFAL, Simposio de Cartagena, Informes y comunicaciones [Bogotá, 1965] 233-244). Me apoyo, también, en las transcripciones de José Joaquín Montes Giraldo, Dialectología general en Hispanoamérica [Bogotá, 1982] 97-100).

20. Guitarte, Bosquejo 236.

21. No hace falta mencionar, una vez más, el problema del andalucismo en los orígenes del español de América, problema que llegó a convertirse en una especia de obsesión para Pedro Henríquez Ureña...

22. Es de sobra conocida la serie que constituyen los siete tomos de la BDH. No está de más, con todo, repetirla: I. Problemas de dialectología hispanoamericana. Estudios sobre el español de Nuevo Méjico trad., reelab. y notas de A. Alonso y A. Rosenblat, B. Aires, 1930); II. Estudios sobre el español de Nuevo Méjico y Notas de Morfología dialectal (trad., reelab. y notas de A. Rosenblat, B. Aires, 1946); III. Eleuterio F. Tiscornia, La lengua de “Martín Fierro” (B. Aires, 1930); IV. El español en Méjico, los Estados Unidos y la América Central (con anotaciones y estudios de P. Henríquez Ureña, Buenos Aires, 1937); V.P. Henríquez Ureña, El español en Santo Domingo (B. Aires, 1940); VI. El español en Chile (trad., notas y apéndices de A. Alonso y R. Lida, B. Aires, 1940); y VII. Berta Elena Vidal de Battini, El habla rural de San Luis, I (B. Aires, 1949).

Sobre la difusión de la BDH puedo aportar datos realmente curiosos. En la Universidad de Harvard, en 1959, con motivo de la visita de una delegación de lingüistas soviéticos, uno de los especialistas en español, de Leningrado, confesaba que, entre los escasos títulos vinculados al español de América, contaban con los tomos de la BDH.

23. Ver Amado Alonso, advertencia al tomo II de la BDH (Buenos Aires, 1946) V-VII.

24. Veamos también alguna diferencia generacional con respecto a Amado Alonso (1896-1952). Pero, aunque resulte cansador repetirlo, no es cuestión de exagerar cómicamente “generaciones” y fechas.

Como tengo la impresión de que muchos creen que la relación entre Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña comenzó en Buenos Aires, cuando llegó el filólogo español, puedo corregir el dato y afirmar que, por lo menos epistolarmente, hubo ya antes relación entre ellos. Concretamente: que a comienzos de la década del veinte, ya Pedro Henríquez Ureña alentaba la esperanza, desde México, de que A. Alonso se trasladara al país del norte. (En principio, con alguna confusión entre Amado y Dámaso). No fue eso posible entonces, y afortunadamente para nosotros, se encontraron en Buenos Aires en 1927 (Ver, entre otros testimonios, el Epistolario íntimo cambiado entre Pedro Henríquez Ureña y A. Reyes, tomo III, Santo Domingo, 1983). Otros datos. Cuando en 1924, aparece la primera publicación del Instituto de Filología de B. Aires, el primer número de los Cuadernos, Pedro Henríquez Ureña, recién llegado, no figura como miembro del Instituto, pero sí como colaborador en el importante estudio de Max Leopoldo Wagner que el Cuaderno reproduce. En fin, que antes de mediados de 1930, bajo la dirección de A. Alonso, Pedro Henríquez Ureña se había incorporado al Instituto (y ya residía en Buenos Aires: Ayacucho 890, 4o piso, donde vivirá hasta el final de su vida).

25. Como cito esta breve semblanza en varias ocasiones, debo agregar que esta obrita es buen ejemplo para el estudio del ensayo en Pedro Henríquez Ureña, y cabal testimonio de conocimiento, precisión, rigor y realce literario.

26. Pedro Henríquez Ureña, Rufino José Cuervo (ed. citada) 698.