<<Biblioteca Digital del Portal<<INTERAMER<<Ediciones Especiales<<Medio Siglo de la Organización de los Estados Americanos: Panorama de un Compromisos Regional
Colección: INTERAMER
Número: 66
Año: 1999
Autor: Christopher R. Thomas
Título: Medio Siglo de la Organización de los Estados Americanos: Panorama de un compromiso regional
CAPÍTULO IV
DE CARA AL FUTURO
DE CARA AL FUTURO
I. Circunstancias internacionales y regionales
La Organización de los Estados Americanos es la organización regional más
antigua del mundo y uno de los pocos órganos regionales que puede celebrar
su cincuentenario en el siglo actual. La ocasión del quincuagésimo aniversario
se produce cerca del inicio de un nuevo milenio anunciado por una transformación
radical en la tecnología de las comunicaciones, generada por el fenómeno de
la globalización. La globalización, a su vez, impone la gestión del cambio,
el logro de la seguridad, el desarrollo sostenible, el multilateralismo y
la interdependencia funcional. Éstas son fuerzas simbióticas en el contexto
de la integración de la comunidad mundial. La manera en que la OEA consiga
responder a estos fenómenos vinculados a la globalización determinará su éxito
en la elevación de su perfil como organización y su capacidad para asumir
funciones de liderazgo hemisférico más efectivas en el siglo XXI.
Los rápidos avances de la tecnología de las comunicaciones son, a la vez,
motor del cambio y resultado de ese cambio en el sistema internacional. La
constante corriente de innovación tecnológica, de evolución y transformación
de los procesos que constituyen el sistema es tan significativa que el “cambio”,
de por sí, se ha transformado en una realidad en los contextos social y económico
en evolución constante. Los nuevos sistemas y los avances tecnológicos deben
integrarse y adaptarse en forma constante en nuestras sociedades, lo que impone
no sólo una enorme exigencia a nuestros recursos humanos, sino también a la
capacidad estructural de nuestras sociedades para asimilar ese flujo constante
de innovación. La gestión eficaz de estos cambios exigirá un criterio prácticamente
científico para pronosticar el carácter de los cambios futuros y para determinar
sus posibles efectos en la estructura de nuestras sociedades. Este pronóstico
formará, por tanto, la base de los planes, programas y proyectos encaminados
a satisfacer las futuras necesidades, en tanto que, al mismo tiempo, orientará
el progreso de los cambios en las áreas que se consideren esenciales para
el futuro desarrollo integral de nuestras comunidades.
La intensificación del proceso de globalización ha dejado muchas esferas
de la estructura social, política y ambiental de la vida nacional y regional
abiertas a influencias de todo tipo, a través de un conjunto intrincado e
ineludible de vínculos. Este fenómeno ha determinado una redefinición de la
cuestión de la seguridad y la reconsideración de nuestro abordaje de tales
temas por el expediente de un criterio más abierto y conjunto de un problema
que ha adquirido carácter global. Las futuras respuestas a la cuestión de
la seguridad, por lo tanto, exigen un tipo de enfoque amplio y global, que
refleje y atienda las preocupaciones de todos los protagonistas del sistema.
Un efecto importante de la globalización es la formación de megacompañías
y carteles, en medio de una amplia gama de grupos de intereses que operan
dentro del sistema y tratan de incrementar sus beneficios, adaptándose al
proceso de globalización e impulsándolo al mismo tiempo. Ante este desafío
formidable, los gobiernos no sólo tienen ante sí la tarea de mantener un rumbo
decidido en su agenda de desarrollo, sino que, más importante aún, deben garantizar
que el mismo sea integral y sostenible. Estas preocupaciones de los gobiernos
nacionales y regionales imponen un criterio multilateral a todas las respuestas
encaminadas a abordar las cuestiones del desarrollo. Ello es inevitable puesto
que el desarrollo, necesariamente, es evolutivo, incremental, y nunca estático.
Dentro de este contexto, el multilateralismo y el desarrollo pasaron a ser
compatibles, desde que el propio proceso de globalización, de por sí, es multilateral.
Ese multilateralismo incrementa la interdependencia, no sólo de los órganos
de decisión política de los Estados, sino también de los propios procesos
que constituyen la trama de la estructura social, económica y política de
esos Estados. La interdependencia funcional se inscribe dentro de la propia
lógica de la globalización y, sin duda, se caracterizará en el futuro por
la cooperación internacional. En el caso particular de las Américas y de la
Organización de los Estados Americanos, las circunstancias de los Estados
de la región en los últimos años de este decenio constituirán las determinantes
de la capacidad y del potencial de la Organización para aprovechar las oportunidades
y enfrentar los desafíos del nuevo milenio, imperativos para su supervivencia.
¿Cuáles son, entonces, las circunstancias de los Estados de la región cuando
ingresan inevitablemente en el nuevo milenio y cómo los prepara la dinámica
interna de la Organización para una acción futura eficaz? En cuanto a las
circunstancias, en los cincuenta años de empeños regionales de la Organización,
conjuntamente con los Estados miembros, se ha asegurado efectivamente la democracia
como cultura política de la región. Existe un compromiso continental en favor
de la consolidación de esta cultura, cuya base debe ser la promoción del desarrollo
integral. La democracia, a través del desarrollo, se ha transformado, por
tanto, en el objetivo de la región. Debe procurarse el desarrollo a través
de una estrategia orientada al ser humano, que abarque una amplia gama de
intereses humanos primordiales en las esferas económica y social, de la educación,
la cultura, el desempleo, la igualdad de género, la juventud, los mentalmente
o físicamente discapacitados, los derechos de los pueblos indígenas y los
derechos humanos en general. La cultura y la práctica de la democracia deben
cimentar una acción efectiva en todas estas esferas. Por consiguiente, la
democracia es la constante fundamental en que se debe asentar el futuro del
Hemisferio.
No puede haber duda alguna de que la Organización ha alcanzado resultados
significativos en los últimos cincuenta años. Sin embargo, aún queda por realizar
numerosos objetivos. El proyecto de Declaración y Convención Interamericana
sobre los derechos de los pueblos indígenas y la propuesta Convención Interamericana
sobre personas con discapacidad, deben procesarse con celeridad. También quedan
pendientes las angustiantes cuestiones de la pobreza, la distribución inequitativa
de la riqueza, las desigualdades de género, los males sociales intrínsecos
y la consiguiente ausencia de justicia social. Sin embargo, existe un consenso
regional en torno a que estas cuestiones deben abordarse en forma estructural.
Los elementos motores de esa acción regional sostenida deben ser, por tanto,
el compromiso, el impulso y la oportunidad.