<<Biblioteca Digital del Portal<<INTERAMER<<Serie Cultural<<El Río de los Sueños: Aproximaciones Críticas a la Obra de Ana María Shua<<Soy paciente: La metáfora hospitalaria
Colección: INTERAMER
Número: 70
Año: 2001
Autor: Rhonda Dahl Buchanan, Editora
Título: El río de los sueños: Aproximaciones críticas a la obra de Ana María Shua
Conclusión
Soy paciente, texto inaugural de Shua como narradora,
reviste al hospital de sentidos literarios que privilegian lo
caótico y destructivo que se asocia con la enfermedad, no con
la salud. De ser un locus de características universalmente
reconocidas, el hospital estructurado por Shua escapa de tal
denotación y entra en la connotación, permitiendo, al decir
de Barthes, que el texto funcione “como un juego en el que un
sistema remite al otro según las necesidades de una cierta ilusión”
(6). La referencialidad recíproca entre connotación y denotación
es justamente la que permite la creación del espacio apropiado
para el desarrollo de la ironía, y por ende del humor. Completa
Barthes la idea:
este juego asegura ventajosamente al texto clásico una cierta
inocencia: de los dos sistemas, denotativo y connotativo, uno
se vuelve y se señala: el de la denotación, la denotación no
es el primero de los sentidos, pero finge serlo; bajo esta ilusión
no es finalmente sino la última de las connotaciones (la que
parece a la vez fundar y clausurar la lectura) el mito superior
gracias al cual el texto finge retornar a la naturaleza del
lenguaje, al lenguaje como naturaleza: por muchos sentidos que
libere una frase posteriormente a su enunciado, ¿no parece decirnos
algo sencillo, literal, primitivo: algo verdadero con relación
a lo cual todo lo demás (lo que viene después, encima) es literatura?
(6)
Esto es una invitación para dar otra vuelta de tuerca a
partir de la metaforización del hospital. Se nos invita a que
olvidemos al hospital como metáfora y lo imaginemos como lo
que es, un edificio dotado de ciertas características y destinado
a ciertas funciones. Y cuando constatamos su “realidad” ficcional
para desandar la distancia entre lo que es y lo que debe ser,
la visión distópica surge sin atenuantes, a otro nivel pero
con igual fuerza.
En 1997 Ana María Shua publica otra novela que toca ambientes
hospitalarios, La muerte como efecto secundario, merecidamente
recipendiaria del Premio Narrativa 1997. Allí, otra institución
hospitalaria, la Casa de Recuperación, sucedánea de la prisión
y evocadora de poderes represivos, ocupa un lugar importante
en la trama, pero su posición dentro de la novela y las connotaciones
que evoca en combinación con los otros ámbitos en los que transcurre
el relato le dan una significación y una función diferentes
a la del hospital de Soy paciente, y que requerirían
—y merecerían—otro estudio.
Los perfiles de una realidad de la que no se puede hablar
abiertamente encontraron su expresión estética en el hospital
plasmado por Shua en Soy paciente. La metaforización
no es absoluta, sino complementaria a otras posibles lecturas,
lo cual la aleja de la simple fábula. La supervivencia del Paciente
es un comentario sobre aquello de “bienaventurados los pobres
de espíritu...” en tonalidad irónica y con la constante presencia
de recursos humorísticos. El “país- jardín-de-infantes” del
que hablaba María Elena Walsh en aquellos años había encontrado
uno de sus mejores alumnos en el innominado sujeto que protagoniza
esta narración.