<<Biblioteca Digital del Portal<<INTERAMER<<Serie Cultural<<El Río de los Sueños: Aproximaciones Críticas a la Obra de Ana María Shua<<Soy paciente: La metáfora hospitalaria
Colección: INTERAMER
Número: 70
Año: 2001
Autor: Rhonda Dahl Buchanan, Editora
Título: El río de los sueños: Aproximaciones críticas a la obra de Ana María Shua
La visión arquetípica
Hospital, casa de salud, donde el enfermo busca alivio, curación,
solución a un problema. En términos arquetípicos, descenso al infierno,
o más bien al purgatorio, en procura de la resurrección posterior:
un lugar de purificación a través del sufrimiento. En términos deseables,
sufrimiento temporario, soportado a cambio de la esperanza de librarse
del mal. La presencia de un discurso humorístico tiende a disfrazar
el hecho de que en la novela el hospital se transfigura en elemento
demoníaco, volviéndose así trampa final, callejón de la muerte.
No de la simple muerte clínica, sino de la muerte de la dignidad
humana, la muerte de la persona individual con jerarquía trascendente.
La concepción irónica del protagonista, ya identificada más
arriba, adquiere mayor sustento al ser considerada en términos arquetípicos.
Este aspecto de la caracterización surge con rasgos nítidos cuando
se advierte la inversión de términos que se produce cuando se compara
la estructura de su odisea con las de figuras arquetípicas de sufrimiento
pertenecientes a las culturas grecorromana y hebreo-cristiana que
alimentan nuestro imaginario colectivo.
La pregunta del narrador, “Doctor Tracer, ¿por qué me has abandonado?”
(119) asume importancia en este sentido al aludir a la figura arquetípica
del sufrimiento por excelencia, esto es, Cristo. La referencialidad
de la exclamación del Paciente se ironiza no sólo por la distancia
que lo separa de Cristo como individuo significativo en un contexto
metafísico y social, sino por el hecho de que, según la ortodoxia
cristiana, el sufrimiento de Cristo tiene sentido, el de la redención,
mientras que el del personaje que nos ocupa no tiene sentido alguno.
Otros grandes sufrientes de nuestra herencia cultural son Prometeo
y Job. El primero sufre por haber sido castigado a causa de una
acción noble para beneficiar a los humanos, el donarnos el fuego
de los dioses, y el segundo, por haber sido puesto a prueba por
Jehová, al parecer deseoso de comprobar si le era fiel. Prometeo
preserva su espíritu de rebeldía, pero nada puede hacer a causa
del poder omnímodo del tirano, Zeus. Por otra parte tenemos a Job,
el gran paradigma de la paciencia, quien está totalmente consciente
de su sufrimiento y elige no rebelarse, no por una falla en su carácter,
sino por pura fidelidad a su Creador. La relación causa-efecto tiene
validez y significado en estos tres ejemplos de sufrimiento arquetípico.
Los sujetos están conscientes de lo que están atravesando y lo asumen
como intransferible dolor. Nuestro Paciente, por el contrario, tiene
breves episodios de conciencia sobre su situación, los que se van
espaciando con el transcurrir del tiempo, hasta que llegan a desaparecer
para dar lugar a la aceptación pasiva y hasta alegre de la nueva
situación: “Esta pieza, que al principio me parecía tan incómoda,
ya es mi casa. En el hospital tengo amigos y conocidos. Afuera,
¿quién se acuerda de mí?” (103), que es un eco de lo que el mismo
personaje dijera al inicio de su internación: “En el hospital, ¿a
quién le iba a importar de mí?” (17).
Y es mi opinión que la marca certera de la construcción irónica
de un texto se detecta cuando, en un abordaje arquetípico según
los postulados de Northrop Frye, hay una inversión importante en
el desenlace con respecto de la figura arquetípica referencial.
Tal inversión en la novela de Shua se evidencia en la no-conciencia
de la pérdida de la libertad, siendo la libertad un valor considerado
altamente positivo. Job y Cristo padecen, pero su sufrimiento es
fructífero: la bendición celestial con la restitución multiplicada
de los bienes perdidos y la salvación de la humanidad, respectivamente.
Prometeo sufre, pero su sufrimiento ha sido interpretado como una
ilustración de la sublimación, y su rescate final gracias a Hércules
“expresses the efficacy of the process of sublimation, and its outcome”
(Cirlot 266). El Paciente, en cambio, se adapta y la disfruta, lo
cual ratifica la solidez de la ironía que Shua elige como tono de
su texto.