<<Biblioteca Digital del Portal<<INTERAMER<<Serie Cultural<<El Río de los Sueños: Aproximaciones Críticas a la Obra de Ana María Shua<<Tradición y reescritura: La construcción de una identidad judía en algunos textos de Ana María Shua
Colección: INTERAMER
Número: 70
Año: 2001
Autor: Rhonda Dahl Buchanan, Editora
Título: El río de los sueños: Aproximaciones críticas a la obra de Ana María Shua
NOTAS
1. La propia Ana María Shua tomó posición en relación con este debate:
“Es necesario hacer pletzalej para ser panadero judio? Yo pienso que
el judaísmo no se elige. No se puede salir ni se puede entrar. Está ahí desde
que uno nace y uno trata de llevarlo de la mejor manera que puede. Y entonces,
si uno es judío y panadero, va a ser un panadero judío haga o no haga pletzalej”
(“Debate abierto” 224).
2. Si bien son muchos los escritores judíos y la temática judía en la
literatura argentina producida desde la década del 70, podría decirse que
además de Ana María Shua, hay muchos escritores en cuyos textos puede leerse
la preocupación por la constitución de una identidad judía particular. Algunos
de ellos son Santiago Kovadloff, Eliahu Toker, Mario Szichman, Manuela Fingueret
y Marcelo Birmajer, entre muchos otros.
3. Dos textos que trabajan de manera muy productiva la relación entre
nombre, continuidad familiar e identidad judía son: “Reflexiones acerca de
la identidad judía” de Moisés Kijac, y “Starting with the Self: Jewish Identity
and its Representation” de Linda Nochlin.
4. Hasta la publicación de Soy paciente en 1980, Ana María Shua
fue Ana Maria Schoua, nombre con el que a los 16 años había firmado su primer
libro El sol y yo, un poemario publicado en 1967. La reescritura del
apellido supone el nacimiento de la narradora y el punto final de la poeta.
Podría pensarse que a través del cuento brevísimo, de La sueñera (1984)
particularmente, Shua, la narradora, reescribe a Schoua, la poeta. Más alla
del acontecimiento biográfico, que carece como tal de todo interés para este
análisis, la transición nominal Schoua-Shua refuerza el principio ordenador
de El libro de los recuerdos: la saga familiar, la narración, tiene
su punto de partida en la afirmación identitaria que supone la reescritura
del nombre propio.
5. El prólogo de Cuentos judíos con fantasmas y demonios (1994)
subraya la sinonimia entre escritura y reescritura: “buscando en bibliotecas
y leyendo mucho (sobre todo en inglés, porque en castellano es poco lo que
hay publicado y lamentablemente no sé hebreo) conseguí escribir (o reescribir)
finalmente estos ocho cuentos que son como yo los quería” (30).
6. Sería necesario agregar a esta lista de libros que recopilan diferentes
zonas del folklore judío el libro de cocina y humor, Risas y emociones
de la cocina judía (1993), pero creo que la gran importancia de la comida
en la cultura y la identidad judías, así como el particular estatuto de este
libro, merecen un análisis específico que excede las pretensiones de este
artículo.
7. En El pueblo de los tontos. Humor tradicional judío (1995),
la reescritura es muy diferente—los cuentos sobre los habitantes de Jélem
son originalmente narrativos y menores—porque lo que se subraya en ellos,
lo que se elige focalizar es la vida cotidiana de un shetl de Europa Oriental
detenido en su temporalidad pre-moderna. La decisión de narrar la vida cotidiana,
la tonta felicidad de los tontos de Jélem, cobra particular interés cuando
se toma nota un dato escalofriante: el prólogo nos informa que quince mil
judíos de Jélem fueron deportados y muertos en las cámaras de gas del campo
de exterminio nazi de Sobibor. Sólo sobrevivieron quince personas.
Resulta difícil leer el libro al margen de esta información con la que
culmina inteligentemente el prólogo, y más difícil es considerarlo un libro
de humor. En todo caso, me parece que El pueblo de los tontos se inserta
en la serie de nuevas perspectivas sobre el Holocausto de libros como Maus
de Art Spiegelman, y películas como “La vita e bella” de Roberto Begnini,
y de manera mucho más lograda, “La train de la vie” de Radu Mihaileanu. Justamente
en relación a esta última, mientras leía los cuentos de los tontos de Jélem,
no pude evitar preguntarme si estos cuentos no pudieron haber sido las historias,
las ficciones que los judíos de Jélem alcanzaron a contarse para darse ánimo
entre sí en Sobibor, inmediatamente antes de ser gaseados.
8. Es David William Foster quien utiliza de manera muy productiva el concepto
de “representación metonímica de diferentes aspectos de la vida judía en Argentina”
en su ensayo “Recent Argentine Women Writers of Jewish Descent” (43).
9. El subtítulo de esta sección corresponde al primer verso del poema
“El Golem” de Borges: “Si (como dice el griego en el cratilo)/el nombre es
arquetipo de la cosa,/en las letras de rosa está la rosa/y todo el Nilo en
la palabra Nilo” (885-886).
10. En el artículo, “‘A Little Child Shall Lead Them’: The Jewish Family
Romance,” Marshall Berman desarrolla la hipótesis de que buena parte de la
identidad judía reside en la narración de historias y relatos:
One of the ways Jews stay together is by telling stories. The Bible is
the world’s most spectacular treasury of stories. Our seasonal rituals are
pegged to the activities of telling, hearing, and interpreting stories. Our
Talmudic tradition is a body of metastories, stories about stories. Our great
modern intellectuals—Spinoza, Marx, Durkheim, Simmel, Freud, Einstein, Kafka,
Proust, Wittgenstein, and more—have blessed and cursed the world with more
grand stories and metastories. (253)
Marcelo Birmajer formula de manera un poco más imprecisa la misma hipótesis
en “Estado civil: Escritor. Entrevista con Marcelo Birmajer.”
11. La construcción de un Golem tiene un sentido muy claro en la historia
de la Cábala: se llevaba adelante como conclusión del proceso de estudio del
Sefer Yetzirah (Libro de Creación):
In none of the early sources is there any mention of any practical benefit
to be derived from a Golem. In the opinion of the Mystics, the creation of
the Golem had not a real, but symbolic meaning. Those who took part in the
act of creation of the Golem took earth from virgin soil and made the Golem
out of it and walked around the Golem as in a dance, combining the alphabetical
letters and the secret name of God in accordance with detailed sets of instructions.
As a result of this act combination, the Golem arose and lived, and when they
walked in the opposite direction and said the same combination of letters
backwards, the vitality of the Golem was nullified. (Scholem, “Golem” 754-755)
Evidentemente, la finalización de la formación cabalística era coronada
con la creación de un “hombre” (un “homúnculo,” tal como es definido en las
traducciones de la literatura rabínica), que acercara aún más al místico a
Dios, ya que el Golem establecía una relación metonímica respeto de la creación
del primer hombre, Adán, y del universo. La analogía entre la creación del
Golem y la creación divina era muy rigurosa y precisa; por ejemplo, según
otras corrientes cabalísticas de las que Scholem da cuenta en otro texto (La
cábala y su simbolismo), el Golem cobraba vida cuando se escribía en su
frente la palabra emet (verdad) “como el nombre que El pronunció sobre
lo creado al concluir su obra” (Cábala 195).
12. La del Golem no es la única ni la más importante metáfora del proceso
de construcción textual en Casa de geishas. Como lo destaca Rhonda
Dahl Buchanan, el burdel sirve como metáfora del proceso creativo, como se
puede ver en “El reclutamiento,” el texto que abre la primera sección del
libro, “Casa de geishas” (Buchanan 182).
13. “Golem y Rabino I” también tematiza el tópico del doble, que en su
articulación de doble sinestro resulta central en el cuento “Otro otro” de
Los días de pesca (1981).