<<Biblioteca Digital del Portal<<INTERAMER<<Serie Cultural<<El Río de los Sueños: Aproximaciones Críticas a la Obra de Ana María Shua<<La duda agónica en "Como una buena madre" de Ana María Shua
Colección: INTERAMER
Número: 70
Año: 2001
Autor: Rhonda Dahl Buchanan, Editora
Título: El río de los sueños: Aproximaciones críticas a la obra de Ana María Shua
NOTAS
1. A pesar del reciente interés crítico en la relación entre madres e hijas—recordemos
las antologías como Salidas de madre (Rojas), Madres e hijas (Freixas)
y Mothers and Daughters (Manguel)—resulta sorprendente que en el hispanismo
la cuestión de la maternidad y la salud mental siga estando deatendida.
2. Algunas películas latinoamericanas deberian estudiarse conjuntamente con los textos literarios que he mencionado. Por ejemplo, en Lo que le pasó a Santiago (1989), del director puertorriqueño Jacobo Morales, una mujer de una familia acomodada se “volvió” loca cuando la separaron de su hijo. Este hecho, revelado al final de la película, sirve de explicación al comportamiento enigmático de la protagonista a lo largo de ella.
3. He examinado esta cuestión más brevemente en “Perturbaciones mentales y maternidad en ‘Como una buena madre’ de Ana María Shua y ‘Nada’ de Judith Ortiz Cofer.” Este artículo saldrá publicado próximamente en una colección de ensayos preparada por Gladys Illarregui: Femenino Plural: la locura, la enfermedad y el cuerpo en las escritoras hispanoamericanas (Buenos Aires: Los Signos del Tiempo, 2000). Asimismo la he estudiado en “‘Sí, mejor desaparece’ de Carmen Boullosa: una versión de ‘la loca criolla en el ático,’” que saldrá en la monografía preparada por Texto Crítico sobre las narradoras latinoamericanas de fin de siglo.
4. Que el relato esté narrado en tercera persona me parece un acierto lingüístico enorme. Como es sabido, algunos adultos tienden a emplear la tercera persona gramatical en lugar de la primera para referirse a sí mismo/a al hablar con niños. Así se rompe la correspondencia entre el sujeto de la enunciación y el sujeto del enunciado, pues en ambos casos debería ser un “yo.” Es decir que cabría interpretar la elección de la tercera persona por parte de la escritora argentina como un indicio de la posible enajenación mental de la protagonista. La ausencia del artículo definido delante de “mamá” fortalece la interpretación que propongo. “Mamá leía libros” y “La mamá leía libros” no tienen el mismo significado en español.
5. Véase también la síntesis que ofrece Eulalia de Vega en La mujer en la historia:
Con el triunfo de la sociedad burguesa se introdujo un concepto diferente de las tareas que tenía que desarrollar la mujer. Con estas nuevas ideas aparecieron la figura de la madre, el amor maternal y la infancia. Triunfó la idea de la madre responsable, dedicada a sus hijos, lo que tuvo unas repercusiones profundas en la vida y condición de la mujer contemporánea. A finales del siglo XVIII, las tareas femeninas y masculinas en la famila se hicieron más claras. La mujer burguesa abandonó el trabajo y se quedó a cargo de las tareas domésticas y de la educación y el cuidado de los hijos. Las tareas desempeñadas por la mujer en el hogar dejaron de considerarse trabajo, quedando solapadas por la idea del amor y de la felicidad familiar y doméstica. (45)
6. De todas las obligaciones maternas que realiza la protagonista, se siente satisfecha y orgullosa particularmente de darle pecho a sus hijos: “Una buena madre no alimenta a sus hijos con mamadera” (73). Eulalia de Vega en La mujer en la historia nos explica los prejuicios racistas y culturales que dieron lugar a la imposición de esta tradición y mito: “Los ilustrados se mostraron contrarios a esta práctica [el empleo de nodrizas], bajo la creencia de que la leche transmitía la personalidad e incluso las ideas religiosas, lo que suponía un grave riesgo, ya que muchas nodrizas eran judías o moriscas. Por ello, se manifestaron a favor de que la propia madre criara a los hijos” (44).
2. Algunas películas latinoamericanas deberian estudiarse conjuntamente con los textos literarios que he mencionado. Por ejemplo, en Lo que le pasó a Santiago (1989), del director puertorriqueño Jacobo Morales, una mujer de una familia acomodada se “volvió” loca cuando la separaron de su hijo. Este hecho, revelado al final de la película, sirve de explicación al comportamiento enigmático de la protagonista a lo largo de ella.
3. He examinado esta cuestión más brevemente en “Perturbaciones mentales y maternidad en ‘Como una buena madre’ de Ana María Shua y ‘Nada’ de Judith Ortiz Cofer.” Este artículo saldrá publicado próximamente en una colección de ensayos preparada por Gladys Illarregui: Femenino Plural: la locura, la enfermedad y el cuerpo en las escritoras hispanoamericanas (Buenos Aires: Los Signos del Tiempo, 2000). Asimismo la he estudiado en “‘Sí, mejor desaparece’ de Carmen Boullosa: una versión de ‘la loca criolla en el ático,’” que saldrá en la monografía preparada por Texto Crítico sobre las narradoras latinoamericanas de fin de siglo.
4. Que el relato esté narrado en tercera persona me parece un acierto lingüístico enorme. Como es sabido, algunos adultos tienden a emplear la tercera persona gramatical en lugar de la primera para referirse a sí mismo/a al hablar con niños. Así se rompe la correspondencia entre el sujeto de la enunciación y el sujeto del enunciado, pues en ambos casos debería ser un “yo.” Es decir que cabría interpretar la elección de la tercera persona por parte de la escritora argentina como un indicio de la posible enajenación mental de la protagonista. La ausencia del artículo definido delante de “mamá” fortalece la interpretación que propongo. “Mamá leía libros” y “La mamá leía libros” no tienen el mismo significado en español.
5. Véase también la síntesis que ofrece Eulalia de Vega en La mujer en la historia:
Con el triunfo de la sociedad burguesa se introdujo un concepto diferente de las tareas que tenía que desarrollar la mujer. Con estas nuevas ideas aparecieron la figura de la madre, el amor maternal y la infancia. Triunfó la idea de la madre responsable, dedicada a sus hijos, lo que tuvo unas repercusiones profundas en la vida y condición de la mujer contemporánea. A finales del siglo XVIII, las tareas femeninas y masculinas en la famila se hicieron más claras. La mujer burguesa abandonó el trabajo y se quedó a cargo de las tareas domésticas y de la educación y el cuidado de los hijos. Las tareas desempeñadas por la mujer en el hogar dejaron de considerarse trabajo, quedando solapadas por la idea del amor y de la felicidad familiar y doméstica. (45)
6. De todas las obligaciones maternas que realiza la protagonista, se siente satisfecha y orgullosa particularmente de darle pecho a sus hijos: “Una buena madre no alimenta a sus hijos con mamadera” (73). Eulalia de Vega en La mujer en la historia nos explica los prejuicios racistas y culturales que dieron lugar a la imposición de esta tradición y mito: “Los ilustrados se mostraron contrarios a esta práctica [el empleo de nodrizas], bajo la creencia de que la leche transmitía la personalidad e incluso las ideas religiosas, lo que suponía un grave riesgo, ya que muchas nodrizas eran judías o moriscas. Por ello, se manifestaron a favor de que la propia madre criara a los hijos” (44).