<<Biblioteca Digital del Portal<<INTERAMER<<Serie Cultural<<El Río de los Sueños: Aproximaciones Críticas a la Obra de Ana María Shua<<Elementos comunes en la literatura para niños y adultos de Ana María Shua
Colección: INTERAMER
Número: 70
Año: 2001
Autor: Rhonda Dahl Buchanan, Editora
Título: El río de los sueños: Aproximaciones críticas a la obra de Ana María Shua
Función expresiva
A nivel de estructura profunda, esta función es poco frecuente en los textos de Shua, pero a nivel de superficie es posible encontrarla con cierta frecuencia en los enunciados de los personajes o del narrador-protagonista, tanto en los textos para niños como en los textos para adultos. Se presenta básicamente bajo la forma de interjecciones y oraciones exclamativas.
Función fática
En los textos de Shua hay ejemplos de función fática en los parlamentos de varios personajes, como cuando en La muerte como efecto secundario se dice “–¡Tiene que gritarle en el oído! ¿No ve que así no entiende nada?”(159). Pero en algunas obras de Shua hay, además, una curiosa y más profunda manifestación de la función fática. Tanto en sus obras para niños, como en sus obras para adultos, he encontrado a veces un texto breve, aparentemente ajeno a la obra misma, mediante el cual la autora juega a salir de la ficción. En estos fragmentos, que se encuentran al comienzo o al final del texto total y que crean la ilusión de preceder o seguir al cuento o a la novela propiamente dichos, es posible identificar mensajes fáticos entre autor y lector. Por ejemplo, en Ani salva a la perra Laika, el mensaje inicial se abre con la palabra “Hola” (9), rito pragmático del establecimiento de muchas comunicaciones escritas, como las cartas informales; y también de ciertas comunicaciones orales, en particular las telefónicas. La función fática domina, también, el mensaje final de La puerta para salir del mundo, que insiste en la libertad que poseen tanto el autor como el lector para iniciar o interrumpir a voluntad la comunicación: “aprendí a escribir cuentos. Que es como aprender a inventar puertas para salir del mundo. Puertas que se abren y se cierran de manera que uno pueda volver a entrar cuando se le da la gana” (60-61). En El marido argentino promedio, el mensaje inicial aclara que la autora desea establecer una comunicación con diversos tipos de lectores: no sólo con las “dueñas” de los “Maridos Promedios,” sino también con los “Maridos mismos,” y aun con “hombres y mujeres solteros” que “pueden leer este libro sin desmedro de su condición” (12).
A nivel de estructura profunda, esta función es poco frecuente en los textos de Shua, pero a nivel de superficie es posible encontrarla con cierta frecuencia en los enunciados de los personajes o del narrador-protagonista, tanto en los textos para niños como en los textos para adultos. Se presenta básicamente bajo la forma de interjecciones y oraciones exclamativas.
Función fática
En los textos de Shua hay ejemplos de función fática en los parlamentos de varios personajes, como cuando en La muerte como efecto secundario se dice “–¡Tiene que gritarle en el oído! ¿No ve que así no entiende nada?”(159). Pero en algunas obras de Shua hay, además, una curiosa y más profunda manifestación de la función fática. Tanto en sus obras para niños, como en sus obras para adultos, he encontrado a veces un texto breve, aparentemente ajeno a la obra misma, mediante el cual la autora juega a salir de la ficción. En estos fragmentos, que se encuentran al comienzo o al final del texto total y que crean la ilusión de preceder o seguir al cuento o a la novela propiamente dichos, es posible identificar mensajes fáticos entre autor y lector. Por ejemplo, en Ani salva a la perra Laika, el mensaje inicial se abre con la palabra “Hola” (9), rito pragmático del establecimiento de muchas comunicaciones escritas, como las cartas informales; y también de ciertas comunicaciones orales, en particular las telefónicas. La función fática domina, también, el mensaje final de La puerta para salir del mundo, que insiste en la libertad que poseen tanto el autor como el lector para iniciar o interrumpir a voluntad la comunicación: “aprendí a escribir cuentos. Que es como aprender a inventar puertas para salir del mundo. Puertas que se abren y se cierran de manera que uno pueda volver a entrar cuando se le da la gana” (60-61). En El marido argentino promedio, el mensaje inicial aclara que la autora desea establecer una comunicación con diversos tipos de lectores: no sólo con las “dueñas” de los “Maridos Promedios,” sino también con los “Maridos mismos,” y aun con “hombres y mujeres solteros” que “pueden leer este libro sin desmedro de su condición” (12).