LOS ESTUDIOS DE LA
MUJER Gloria M. Comesaña Santalices* Antecedentes históricos en tono personal La característica principal de los Estudios de la Mujer en Venezuela, es el hecho de estar promovidos por individualidades, mujeres fuertemente comprometidas con el tema y generalmente militantes feministas que lograron nuclear a su alrededor pequeños grupos de personas: alumnas(os), compañeras, amigas, etc. Ése ha sido mi caso. Desde que tengo memoria soy feminista, aunque sólo a partir de la lectura de El segundo sexo de Simone de Beauvoir, empecé a usar conscientemente este concepto. Estaba claro para mí, una vez que egresé de la universidad y entré en la vida mundana, que existía una problemática de la mujer. Hasta entonces, por una serie de conyunturas favorables, esta problemática poco me había afectado. A partir de mi entrada en el mundo empecé a experimentar lo que significaba ser mujer en un mundo hecho por y para el hombre, según la ya tan conocida frase. El libro de Beauvoir me permitió conceptualizar, entender y profundizar todo lo que yo sentía. En ocasiones agudizó mi percepción y sufrimiento del problema. No se puede vivir en permanente desacuerdo con lo que nos rodea sin hacer nada. Como docente universitaria decidí comenzar a dictar, cada vez que pudiese, seminarios sobre la problemática de la mujer. Obviamente, la selección del primer curso se imponía por sí misma: comencé los seminarios, en 1973, con una lectura analítica, y en aquél momento poco crítica,1 de El segundo sexo. Después vino el posgrado en Filosofía en La Sorbonne y junto con los estudios, la participación en el Groupe Femmes-Sorbonne, interdisciplinario y bastante radical. Después del primer año de doctorado, cambié parcialmente el tema de mi tesis para adaptarlo a mi interés compartido entre la Filosofía y el Feminismo.2 En aquellos años, en medio de la efervescencia del Año Internacional de la Mujer, de las grandes manifestaciones feministas, de la lucha por lograr grandes cambios en la legislación francesa concerniente a la mujer, el trabajo teórico de elaboración conceptual de la problemática de la mujer se mantuvo constante, tanto durante las reuniones semanales del grupo de mujeres de la Sorbonne, en las cuales trabajamos sistemáticamente todo un repertorio de temas feministas,3 como a nivel individual, trabajando con verdadero ardor y placer numerosos libros. La mayoría de los textos fundadores del feminismo contemporáneo fueron así leídos y estudiados con método y ahínco. Todo eso culminó en uno de los capítulos de la tesis, donde analicé las relaciones mujer-hombre, a la luz de las ideas existencialistas.4 Una vez defendida, la tesis atrajo la atención de Sartre, el cual me invitó a visitarle y a dejársela para que se la leyesen. En una segunda entrevista me manifestó que consideraba mi trabajo como excelente y que no tenía nada que criticarme, excepto el hecho de mi dureza al hacerle a sus teorías, críticas que creía no merecer. Todo esto dicho, por supuesto, con gran cordialidad y sencillez. Como no pude entrevistarme con Simone de Beauvoir, excepto en conversación telefónica5 en la que ella me había remitido a Sartre, le conté a él, en nuestra primera entrevista, mi propósito de crear un grupo feminista al regresar a mi país, y otros propósitos ya más ambiciosos: la creación de una Casa de la mujer, y, a nivel de la Universidad, lo que luego llamaríamos Estudios de la mujer. Le entusiasmó la idea y me infundió ánimo, me ofreció su respaldo y el de Simone de Beauvoir. Con este espaldarazo espiritual e intelectual, regresé a Venezuela convencida de que la empresa era larga y difícil, pero que al fín el éxito sería la recompensa. En todo caso no podía hacer otra cosa: mi feminismo es algo prácticamente innato, no me es posible ser mujer de otra manera. En noviembre-diciembre de 1977 inicié los primeros contactos con ex-alumnas y alumnas de la Escuela de Filosofía de la Universidad del Zulia para crear la Liga Feminista de Maracaibo (LIFEM). Ésta comenzó a existir oficialmente en enero de 1978. La lógica de las circunstancias nos condujo, en ese primer año, a ser básicamente un grupo de reflexión sobre los diferentes aspectos de la condición femenina, que, cada sábado por la tarde, y a través de lecturas, exposiciones, discusiones, trabajábamos apasionadamente hasta agotar el tema o agotarnos nosotras, a veces hasta ya entrada la noche. Fueron tiempos heróicos, fundadores de una conciencia y modeladores de una práctica y una vivencia profundas, enraizadas en la seriedad y agudeza crítica de nuestra reflexión. Pronto, en marzo y mayo de ese mismo año, nuestras acciones hacia afuera comenzaron como consecuencia lógica evidente de nuestra reflexión, conduciéndonos poco a poco a abrirnos un espacio en la prensa, en el medio universitario, en la radio y finalmente en algunas zonas marginales. Éramos, sin embargo, pocas personas. En los mejores momentos no pasamos de ser más de diez o quince. Y la misma dialéctica de la acción y del pensamiento, nos fue decantando, limitándonos a un núcleo compacto de mujeres realmente convencidas y comprometidas con el feminismo más auténtico: el de la apertura a las demás y la búsqueda crítica. Nos preocupaba la necesidad de extender nuestra acción y las dificultades para llevarla a cabo, siendo tan pocas numéricamente. Así organizamos el Primer Encuentro Nacional de Grupos feministas (Maracaibo, noviembre de 1979) y comenzamos, en 1980, y sin abandonar la acción hacia el exterior, a elaborar durante nuestras reuniones, el proyecto de Casa de la Mujer que contaría con el apoyo financiero de una organización internacional. La debacle monetaria del país en 1983, nos llevó inevitablemente a encontrarnos con un hermoso proyecto concluido, pero sin el prometido financiamiento exterior. Superado el primer desaliento, y gracias al apoyo y orientaciones de Argelia Laya, comenzamos a gestionar, con los organismos municipales de la ciudad, el necesario apoyo económico. El 8 de marzo de 1984, la Fundación Casa de la Mujer de Maracaibo abrió sus puertas, fuente de nuestras ilusiones y nuestro deseo de abrir un espacio para las mujeres (dirigido fundamentalmente a las mujeres de escasos recursos), y gracias a lo recolectado entre las integrantes de la Liga Feminista y entre muchas otras personas simpatizantes del proyecto. El esperado apoyo oficial, como ya es clásico en estos casos, se recibió lentamente y sujeto a los altibajos de la política del momento. Pero esa es otra historia que no podemos narrar aquí. Es suficiente con decir que con o sin apoyo oficial, la Casa de la mujer de Maracaibo no ha dejado nunca de funcionar en estos años, y se ha convertido en una de las Instituciones de atención y servicio a la mujer, con mayor seriedad y credibilidad de la región zuliana. La Fundación casa de la mujer de Maracaibo fue la derivación lógica de la acción feminista de LIFEM. Pero la reflexión de aquellos sábados tuvo también otros frutos. Quien esto escribe, profesora de la Escuela de Filosofía de la Universidad de Zulia (LUZ), empezó, desde 1973, como ya dijimos, a dictar (al principio en forma esporádica) seminarios sobre la problemática de la condición femenina. Siendo una de las fundadoras de la Liga Feminista de Maracaibo, y consciente de la necesidad de la profundización teórica y estudio crítico del problema de la mujer, la consecuencia, también en este caso se hace evidente. En 1984, y siendo Directora de la Escuela de Filosofía, se logra la creación de la Cátedra libre de la mujer, seminario opcional incluido en el Pensum de la Escuela de Filosofía y abierto a estudiantes de otras carreras, y al público en general por extensión. Aprobado inicialmente a nivel del Consejo de Escuela y de Facultad (1984), se logra finalmente, gracias a nuestra perseverancia y funcionamiento sistemático, la aprobación por parte de la instancia superior, el Consejo Universitario de Luz en junio de 1991. Al cabo de tantos años, la institución reconocía no sólo los esfuerzos de quienes creemos en la necesidad de los Estudios de la Mujer, sino en la importancia decisiva de estos estudios para el logro definitivo de la liberación de la mujer. A todo lo dicho anteriormente hay que añadir que no es un azar, sino que está dentro del orden de cosas tanto de la filosofía como del feminismo, que la Cátedra libre de la mujer de LUZ, haya surgido precisamente en la Escuela de Filosofía. Es preciso decir además, para que la comprensión sea total, que el 80% de las fundadoras e integrantes de la Liga Feminista de Maracaibo (LIFEM) poseen formación filosófica hasta el 3er y 4to nivel, lo cual nos autoriza a calificar al feminismo zuliano como eminentemente filosófico, entre otras características. Todo esto no es un azar, como hemos dicho. En efecto, el encuentro entre Filosofía y Feminismo, desde nuestra perspectiva, nos parece ser inevitable y extremadamente fructífero. Si hay un campo en el cual poco lugar se ha dejado a las mujeres y al estudio de la condición femenina, es la filosofía. Las filósofas, así con mayúscula, son escasas, y se precisa de una firme decisión para sacar de la noche de los tiempos a muchas cuya obra permanece en el olvido, y para estudiar a algunas más, contemporáneas, que ayudadas en parte por los logros del feminismo actual, se abren paso en claustros y bibliotecas. Es difícil ser mujer filósofa y no darse cuenta de la necesidad de elaborar tantos temas y problemas específicos que la condición femenina y la relativa realidad misma de la mujer, nos plantean. Y se llega al feminismo como respuesta consecuente a todas esas reflexiones siempre en curso. La Filosofía como búsqueda de los fundamentos, y el Feminismo como postura política, no pueden menos que acoplarse perfectamente. Y si como pensamos, únicamente la interrogación filosófica nos conduce a la raíz y al núcleo mismo de las cosas, y si el feminismo es contestación y rechazo por tanto de todo orden patriarcal (con sus secuelas económico-políticas), nos abre nuevas puertas al mundo, sólo de la ruptura epistemológica que con este encuentro (filosofía-feminismo) se produce, ha de germinar algún día lo que realmente podremos llamar humano. Hacia esta meta conducen los Estudios de la Mujer. Obstáculos, logros y desafíos Acotación del tema Cuando se habla de Estudios de la Mujer, se está hablando de un campo muy vasto, no sólo por la amplia gama de aspectos que abarca el tema en general, sino porque, precisamente, hasta ahora no está claramente definido, y es mejor que así sea, cuáles son los límites exactos de esta área del saber que llamamos Estudios de la Mujer. Ni siquiera existe todavía un único concepto de lo que estos estudios son. La variedad de denominaciones que para referirse a esta temática se emplean, muestra también que no hay aún aquí nada definitivo, y que se trata de un ámbito del conocimiento que está todavía en pleno surgimiento, crecimiento y desarrollo. Estudios de la mujer, estudios feministas, estudios de género... diversas denominaciones para referirse a un mismo objeto de estudio: la condición femenina, las mujeres en su condición.6 Y dicho ésto, el abanico se abre para dar cabida a toda la variedad de posibles formas de enfrentar el objeto y a toda la riqueza de indagaciones que este objeto permite. Pero ahora las mujeres no son abordadas como objeto de estudio desde la perspectiva de quien viene como autoridad sapiente, como ser superior, a indagar e investigar un objeto siempre pasivo e inferior, un objeto al que viene a descubrirse y arrancarle sus secretos,7 e incluso a darle una forma inteligible, a constituirlo como tal objeto (inferior) frente al sujeto investigador (siempre superior)8. Por el contrario, la condición femenina y las mujeres como objeto de estudio son enfocadas por las investigadoras a partir de una perspectiva horizontal, acercándose a ellas desde la propia realidad, identidad y circunstancia. Aquí no hay sujeto privilegiado y objeto pasivo y dependiente, porque el sujeto y el objeto no sólo coinciden sino que reconocen y afirman esa coincidencia y parten de ella como un hecho fundamental.9 Así en los Estudios de la Mujer, se hace más que nunca evidente se revela con fuerza la realidad eterna del conocimiento: que en ella y a través de ella el sujeto y el objeto se hacen y se constituyen mutuamente. Pero si esto es así, se debe incuestionablemente a la militancia feminista de las investigadoras, que desde el interior de la Academia o sin pertenecer a ella, se han dedicado no sólo a cuestionar la condición femenina, sino a cuestionar igualmente la metodología utilizada por la ciencia y el conocimiento oficiales y las pretensiones universalizantes y abstractas de la ciencia androcéntrica entronizada como saber absoluto. En este sentido la teoría feminista, que está en la base de los Estudios de la Mujer, llámense como se llamen, constituye realmente un intento bastante logrado de ruptura epistemológica, que, en la medida en que sea profundizada y acogida por las instancias institucionales, llevará al saber a renovarse y a adoptar una perspectiva más auténtica y respetuosa, tanto del espíritu de cuestionamiento y búsqueda (sujeto), como de la alteridad hacia la que se dirige esta búsqueda (objeto). Así pues, los Estudios de la Mujer han conducido, a partir de la teoría feminista, a cuestionar tanto el saber en general como su parcelación rígida en campos científicos demasiado delimitados, llevándonos igualmente a denunciar la supuesta neutralidad científica y la ideología dominadora y manipuladora que ella encubre. En este sentido, la teoría feminista ha intentado producir, y en muchos casos lo ha logrado, nuevos instrumentos metodológicos, temáticas y conceptos de extraordinario valor, tanto para los Estudios de la Mujer como para el conocimiento humano en general. No faltará quien se sorprenda por nuestra insistencia en relacionar teoría feminista y Estudios de la Mujer, pero está claro para nosotros, y remitimos a quien nos lea, a los hechos/los textos, que sólo en la medida en que los Estudios de la Mujer son abordados desde el punto de vista feminista, conducen y han conducido a alcanzar la transcendencia epistemológica y el rol de modificadores sociales que nosotros les atribuimos. En todo caso, fueron siempre militantes feministas establecidas en el interior de las universidades o desde afuera, quienes, en todas partes del mundo, iniciaron y mantienen los Estudios de la Mujer. En los otros casos, en que personas sin formación feminista y sin reconocerse como tales abordan esta temática, sus trabajos, aún revistiendo mucho valor, no sólo no llegan al fondo del problema de la condición femenina, sino que de ninguna manera conducen a los nuevos planteamientos epistemológicos y específicamente metodológicos que planteábamos en párrafos anteriores. Por lo que hemos venido señalando, es evidente que para nosotros los Estudios de la Mujer no son exclusivamente universitarios. Ciertamente que su inclusión en la vida de la Academia, su institucionalización y reconocimiento oficial son un logro fundamental por el cual muchas hemos luchado durante años en el mundo entero. Sólo estableciéndose en el interior de las Universidades y demás instituciones de educación superior y logrando ingresar en todos los pensamientos de estudios, los Estudios de la Mujer alcanzarán el reconocimiento social total, y lograrán irradiar más amplia y sistemáticamente hacia todas las capas sociales. Después de reconocer esa situación, en la mayoría de los casos, han sido feministas universitarias y desde los intersticios del poder de la Academia, las que han fundado y desarrollado prácticamente la casi totalidad de los espacios donde se elaboran y funcionan las investigaciones sobre la condición femenina que dan origen a los Estudios de la Mujer. Usando tácticas y estrategias diversas y aprovechando momentos coyunturales variados, las universitarias feministas han ido logrando, con mayor o menor dificultad según el medio y el momento, la creación de los Estudios de la Mujer o el reconocimiento de los ya existentes. Dicho esto, es preciso reconocer también, que desde el exterior de la Academia, muchas mujeres o grupos de mujeres, formadas o no en la universidad, y pertenecientes o no a ella, han desarrollado igualmente investigaciones valiosísimas sobre el tema, fundando además en muchos casos Centros de Estudios de la Mujer (con diversas denominaciones) de extraordinario valor y de abundante producción. En muchos de estos casos, se trata de universitarias, que cansadas de la rigidez dogmática,10 de la Academia, no siempre fácil de vencer, o de la excesiva burocracia, se han retirado, aún perteneciendo a la universidad, a su propio espacio, que han creado a partir de múltiples esfuerzos. Grande sería el logro, y muy benéfico para la causa de las mujeres, si muchos de esos Centros de Estudio de la Mujer, de gran seriedad y valía, alcanzasen a través de convenios, o de otra forma, el reconocimiento de la Academia, y la aceptación de su nivel de estudios como pertenecientes a la educación superior. Hay que destacar, por otra parte, dos aspectos de los Estudios de la Mujer que se derivan directamente de las características que hemos mencionado antes: su carácter interdisciplinario y su interacción con las comunidades organizadas dentro de la sociedad civil, tanto de mujeres, como de otros grupos específicos. Desde el principio, ha sido un hecho tanto reconocido como impuesto por la dinámica misma de las cosas, que los Estudios de la Mujer debían aglutinar a personas formadas y venidas de todos los horizontes del saber, que se interrogan sobre la condición femenina no sólo desde su experiencia personal como mujeres, sino a partir y desde el interior del ámbito del saber al que pertenecen. Esto es enriquecedor y transformador tanto para los Estudios de la Mujer como para cada campo del conocimiento en particular. Historiadoras, filósofas, comunicadoras sociales, antropólogas, sociólogas, médicas, abogadas, literatas, etc., la lista es larga. Sin embargo, en casi todas partes son las mujeres provenientes del campo de las Humanidades y de las Ciencias Sociales las que han dado la pauta en esto. Más rezagadas, las que se dedican a las Ciencias Exactas, Naturales e incluso de la salud, han empezado ya a dar su aporte, reconociendo la importancia del tema para ellas y para su campo del saber. En cuanto a la interacción con las comunidades, particularmente de mujeres, y con las mujeres de la comunidad, el área de extensión de las universidades, y su vocación de apertura al medio social, han facilitado siempre el ir y venir entre la investigación teórica y la acción comunitaria en el seno de los Estudios de la Mujer. En todo caso, está claro para las investigadoras que en ellos se ubican, que la reflexión teórica no puede estar separada de la realidad social, y debe estar perentoriamente enraizada en la praxis cotidiana del quehacer de las mujeres y comunidades e incidir sobre el mismo. Expresamente hemos dejado para el final de esta acotación del tema el referirnos al término género usado en la expresión Estudios de género y otras similares utilizadas para sustituir o referirse a los Estudios de la Mujer. En un trabajo anterior11 ya hemos expresado nuestro rechazo de esta forma de manejar el término, por su impropiedad, su equivocidad y ambigüedad, y por considerarlo injusto con respecto al movimiento feminista, que durante tantos siglos ha llevado adelante la causa de las mujeres, particularmente y expresamente como tal desde el siglo XVIII y más explícitamente en nuestro siglo. No nos negamos al uso del término género en su connotación sociológica, indicando, como categoría y útil herramienta conceptual, la diferencia entre el sexo biológico, y el género, producto cultural y contingente que pretende imponer lo que los hombres y mujeres sociales, en sus conductas, actitudes, gestos, hábitos, psicología, etc., deben ser. El género es pues, en suma, un concepto que expresa la normatividad y la valoración que la sociedad patriarcal construye arbitrariamente a partir del sexo biológico. Por eso, cuando Simone de Beauvoir en El segundo sexo escribe la ya conocida y emblemática frase no se nace mujer, se llega a serlo, se refería por supuesto al género y no al sexo biológico. Si bien entonces el género es un concepto extraordinariamente valioso como herramienta de trabajo para entender mejor el problema de las relaciones de desigualdad entre los sexos, nos parece un abuso extrapolarlo para llevarlo a abarcar el todo de la problemática, y en muchos casos utilizarlo como un sustituto de conceptos tales como mujeres, feminismo, opresión de la mujer, condición femenina, patriarcado, etc. Lo que agrava la situación es que, en muchos casos, quienes así hablan de género, son personas recién llegadas a la reflexión sobre el tema y que poco conocen del trasfondo histórico (feminismo) de todas estas luchas/estudios, y que de esta forma poco van a conocer y a desear abarcar en toda su extensión lo que la problemática de la condición de la mujer implica. A ello se suma el hecho, para nosotros doloroso y rechazable, de que en muchos casos quienes usan esta terminología son feministas o antiguas feministas, que se sienten más cómodas usando un concepto menos polémico, o que piensan que es mejor estratégicamente hablar de género, porque los gobiernos y las agencias internacionales, y en algunos casos otras mujeres, asumen así más fácilmente el tema. Los Estudios de la Mujer en Venezuela Como probablemente ha ocurrido en todas partes del mundo, los Estudios de la Mujer en Venezuela comenzaron de manera no sistemática a partir de una individualidad o de un grupo de individualidades, siempre mujeres, que, preocupadas por responder a una necesidad existencial, logramos poco a poco introducirnos con nuestra reflexión sobre la condición femenina, en medio de la compleja red del androcentrismo12 y de la burocracia universitaria. Hubo que soportar muchas burlas y sarcasmos, de frente o a nuestras espaldas, tuvimos que desplegar mucha paciencia, y constancia, mucha constancia para mantenernos a flote cuando la institución solamente nos toleraba. La burocracia en los trámites, muy exagerada en nuestro país, fue sólo otro de los ingredientes de esta lucha por introducir nuestro proyecto de estudios e investigación dentro de las estructuras universitarias (currícula, líneas de investigación, actividades de extensión), buscando al mismo tiempo crear y disponer de un espacio propio (cátedra, centro, área, etc). La resistencia de la Academia fue variada, según el momento, la idiosincrasia de cada institución universitaria, el área específica del conocimiento en la cual los Estudios de la Mujer trataban de insertarse y la mentalidad de quienes en el momento ejercían la autoridad.13 Desde 197314 hasta la fecha, y a través de toda clase de avatares, numerosos han sido los proyectos de Estudios de la Mujer que han logrado concretarse, la mayoría de ellos de muy reciente creación. Estos proyectos han logrado concretarse y afianzarse en mayor o menor grado dentro de las universidades venezolanas e incluso fuera de ellas.15 De la diversidad de sus denominaciones, alcance y lugar de inserción en las estructuras universitarias, puede deducirse la variedad y riqueza de los intentos de las investigadoras y docentes interesadas en los Estudios de la Mujer, por abrirse paso dentro de la institución universitaria en medio de las dificultades ya señaladas. Muchos de estos espacios se han consolidado y han logrado su reconocimiento oficial por parte de la Academia y la profundización y ampliación de su status, pues no es lo mismo una cátedra, un área o línea de investigación, que un centro o una maestría. Sin embargo, pese a todas las dificultades y en todos los casos, la productividad de los Estudios de la Mujer (cursos dictados, tesis dirigidas, investigaciones realizadas, seminarios, foros, conferencias e incluso publicaciones), demuestra que este ámbito del saber ha llegado a su mayoría de edad y está presto a aceptar nuevos desafíos. Estos desafíos, aparte de la ampliación y consolidación de los logros a nivel estructural en cuanto a la inserción en la vida universitaria de la que ya hemos hablado, son fundamentalmente de tipo teórico, estratégico y financiero. Desde el punto de vista teórico, la investigación debe aumentar, y abarcar de manera sistemática los diferentes aspectos de la condición femenina. En este sentido es fundamental la interdisciplinaridad que caracteriza la mayoría de los núcleos de Estudios de la Mujer en nuestro país. En efecto, aunque en principio, y hasta no lograr un espacio propio, las investigaciones en torno a la condición femenina se fueron adscribiendo a los departamentos, escuelas o centros de investigación diversos a los que pertenecían las investigadoras y docentes, acogiendo allí también a otras mujeres universitarias provenientes de diferentes áreas del saber, es evidente, para quienes trabajamos en los Estudios de la Mujer, que la interdisciplinaridad no es una simple casualidad, sino una condición fundamental de la reflexión sobre esta temática. Sólo a través de la colaboración entre diferentes áreas del saber puede la problemática de la mujer ser exhaustiva y completamente analizada en sus diferentes aspectos. Esto está claro para las investigadoras venezolanas y se cumple por lo general en prácticamente todos los espacios de los Estudios de la Mujer. Lo ideal es lograr la creación de institutos o centros de investigación de la mujer, que dentro de la institución universitaria agrupen a las investigadoras de todas las disciplinas y coordinen la investigación tanto individual como conjunta. A esto se tiende en la mayoría de los casos, respetando la idiosincrasia de cada institución universitaria. En este sentido se precisa además de una instancia que realmente coordine lo que en las diferentes universidades se hace en los Estudios de la Mujer, y ponga en contacto a las investigadoras y docentes, difundiendo información. Este es uno de los objetivos principales de la Red de Estudios Venezolanos de la Mujer (REUVEM), que requiere de un mayor apoyo tanto por parte de las investigadoras y docentes interesadas, como por parte de las universidades y de las instancias gubernamentales correspondientes. Si nos es preciso apuntalar la investigación, y hacerla más sistemática y coordinada, no es menos iniciar la publicación de los trabajos concluidos, y propiciar una política de publicaciones hasta ahora inexistente. En ese sentido, las dificultades son aún grandes, y numerosos los trabajos que, debido a la burocracia y a la no asignación de presupuestos para publicaciones, reposan desconocidos en los archivos o cajones de los escritorios, o en el mejor de los casos, en alguna biblioteca universitaria en ejemplar único. Todo ello se resolvería al resolver los problemas de financiamiento que desde el principio han aquejado nuestra área de estudios. Volveremos sobre este aspecto. Otro aspecto aquí fundamental, que para nosotros está íntimamente ligado a la investigación, es la docencia, que consiste no sólamente en el ofrecimiento de cursos magistrales o seminarios, sino en el seguimiento y preparación de las(os) alumnas(os) a través del trabajo de tutoría de tesis, monografías u otros trabajos de investigación. La docencia ha sido así un punto fundamental en la mayoría de los espacios de Estudios de la Mujer en las universidades venezolanas. A partir de ella, muchas veces abierta al público en general, se han ido suscitando vocaciones y se ha producido una parte de la generación de relevo que los Estudios de la Mujer necesitan para mantenerse. De esta manera los Estudios de la Mujer permanecen también ligados a la comunidad, ya que, a través de su apertura a personas no universitarias, muchas veces dirigentes y líderes comunales, han logrado incidir en los cambios sociales. Esta es una tendencia que es preciso profundizar también en nuestro país. La formación de personas, particularmente mujeres, en el campo de los Estudios de la Mujer, requiere de una mayor presencia de esta temática en los diferentes pensamientos universitarios. Es éste un esfuerzo que poco se ha abordado aún de manera sistemática en Venezuela. En este sentido, el reto mayor para quienes integramos los Estudios de la Mujer, consiste en la creación de especialidades, maestrías y doctorados en Estudios de la Mujer, lo cual está aún por lograrse entre nosotros. A través de estos estudios de cuarto nivel, se formarían más completa y cabalmente, muchas personas interesadas, o personas que, aún formando parte de los Estudios de la Mujer por vocación, no cuentan con la preparación suficiente, o desean actualizar sus conocimientos o confrontarlos más directamente con los de otras investigadoras. En definitiva, es evidente para nosotros que, al igual que se insiste en nuestras universidades en la necesidad de combinar las actividades de investigación y docencia, y éstas con la extensión, en los Estudios de la Mujer ponemos especial enfásis en coordinar todas estas actividades, de modo que la docencia sea una consecuencia de la investigación y ésta se enriquezca en su contacto con la docencia, sumándose ambas en el esfuerzo por salir hacia e incidir en la comunidad social y sus transformaciones.16 Es así como muchas veces los seminarios o cursos dictados son el resultado de una indagación personal sobre un determinado aspecto de la temática de la mujer, e incluso de una publicación personal. Se da también el caso de que el intercambio con las(os) alumnas(os) nos conduzca a la necesidad de profundizar a través de la investigación en un punto particular de la problemática de la condición femenina. Esta riqueza interactiva se manifiesta igualmente en el contacto de campo con las comunidades, sobre todo las comunidades organizadas de mujeres, por ejemplo las Casas de la mujer, o las mujeres agrupadas en torno a la reflexión sobre su propia especificidad en el seno de otro tipo de organizaciones o colectivos. Relacionado con lo ya expuesto, debemos señalar también la vinculación que existe entre los Estudios de la Mujer y los otros niveles del sistema educativo, particularmente en lo atinente a la reforma de los mismos. Podría esperarse que desde el nivel de la Academia, que es donde mayoritariamente han surgido y se agrupan los Estudios de la Mujer, irradien hacia los otros niveles de estudio, transformaciones sensibles que tiendan, no sólo a cambiar los pensamientos y las estructuras curriculares, sino a mejorar el status de las mujeres en lo social y en lo privado. Es preciso señalar que esto ha ocurrido, pero sólo parcialmente, produciendo cambios positivos en algunos programas de las escuelas primaria, básica y diversificada, pero en contadas materias (educación ciudadana, educación para el trabajo, ciencia y salud) y con escasas repercusiones en la vida concreta de las educandas/os, debido generalmente a que estos cambios no siempre cuentan con el respaldo y la concientización correlativa del personal docente. En otros niveles (Escuelas técnicas, colegios universitarios, etc.) la influencia de los Estudios de la Mujer es mínima, limitándose (cuando se da), a formar parte del programa de algunas materias de tipo humanístico (Estudio y Comprensión del Hombre, por ejemplo) y dependiendo siempre de la iniciativa y buena voluntad del personal docente. A pesar de todo lo ya señalado, es preciso reconocer que en los diferentes niveles del sistema educativo no universitario, se ha desarrollado un mayor interés por todos los aspectos de la problemática de la mujer, dando origen a una cierta cantidad de trabajos, generalmente colectivos, que tienden a buscar apoyo y asesoría en las diferentes áreas de Estudios de la Mujer, tanto en las universitarias como en las que se han creado fuera de la universidad. En este ámbito de reflexión, sería deseable que los Estudios de la Mujer pudieran dar origen a una verdadera reforma en los diferentes niveles del sistema educativo, que reflejase el avance social de la problemática de la condición femenina y promoviese una mayor participación y promoción de la mujer. Este no es el caso aún entre nosotros. Los Estudios de la Mujer están aún, como hemos dicho, consolidando y conformando su propio espacio académico o extra académico. Después vendrá el tiempo de establecerse en los otros niveles y promover entre ellos los necesarios y urgentes cambios transformadores. En base a todo lo anterior podemos dirigirnos hacia la pregunta acerca del impacto que los Estudios de la Mujer tienen en nuestro país tanto sobre la comunidad académica como sobre la comunidad en general. Aunque de lo que hemos dicho se deduce que este impacto existe, no es el mismo en todas las universidades y regiones, y depende también de la coyuntura y del momento socio-político que se vive en la universidad, la región y el país. En algunos casos y momentos, la incidencia de los Estudios de la Mujer es escasa o limitada a pequeños sectores académicos o sociales. En otras situaciones y circunstancias, la influencia de lo que se hace en los Estudios de la Mujer parece llegar a un mayor número de personas. Todo depende también, y en buena medida, de los medios de comunicación social y de la posibilidad de las mujeres universitarias organizadas para tener acceso a ellos. Lo ideal es lograr, en el plano de la extensión, disponer de uno o de varios programas propios (radio, TV, página periodística) o incluso de alguna publicación periódica permanente. En este sentido los Estudios de la Mujer en Venezuela han logrado episódica y coyunturalmente disponer de sus propios espacios programáticos, pero nunca hemos llegado a disponer de nuestros propios medios (casa de edición, periódicos, revistas de difusión masiva, programas o canales de TV, etc.). Los programas radiales propios, o la disposición de secciones o páginas en periódicos son, en este sentido, los mayores logros que podemos exhibir en este campo.17 Otro aspecto importante que es preciso señalar al hablar de los Estudios de la Mujer, es sin duda alguna su relación con las ONG de mujeres y con aquéllas que dependen del gobierno, en particular el Consejo Nacional de la Mujer.18 Comenzando por este último caso, hay que señalar que la relación estudios de la mujer-oficinas gubernamentales de la mujer es todavía muy coyuntural y depende siempre del partido en el poder y de las relaciones entre la o las mujeres de partido que encabezan la Oficina, en nuestro caso el Consejo, y las diversas individualidades que integran los Estudios de la Mujer. Aquí también todo depende de la región del país de la que se hable y de las circunstancias particulares de cada persona. La gama de posibilidades va desde la colaboración abierta y constante (en un determinado período de gobierno y entre ciertas individualidades), hasta la desconexión total. Por lo general se mantiene una relación relativamente cercana, tratando tanto una como otra parte (las que pertenecen al gobierno y las no gubernamentales) de vencer la desconfianza mutua. No siempre ha sido buena la experiencia que las mujeres que integran los Estudios de la Mujer (en la mayoría de los casos feministas) han tenido de sus contactos con las mujeres que están cerca del poder gubernamental. En muchos casos sin embargo, y especialmente cuando las integrantes de los Estudios de la Mujer forman parte o asesoran a las oficinas gubernamentales, los contactos son excelentes y fructíferos para ambas partes, como ocurre particularmente ahora en algunas regiones (como los Estados Sucre y Zulia respectivamente) y en la capital. Sin embargo, no existe realmente una política constante de los gobiernos nacionales, ni tampoco de sus representantes femeninas hacia la mujer, y mucho menos hacia los grupos de mujeres y en particular los grupos de Estudios de la Mujer. Es lamentable, y más aún que las individualidades que en un momento dado logran conectarse más directamente con las oficinas gubernamentales, no traten de hacer beneficiar de ello a los Estudios de la Mujer en general. Esto es debido quizás en parte a la falta de información, de modo que es preciso fortalecer a REUVEM, así como crear otras instancias de conexión, y asumir la voluntad personal y política de unificar, en la medida de lo posible, a todas las que luchan por las mujeres en el país, formen parte o no de los Estudios de la Mujer o de cualquier otra agrupación de mujeres no universitaria. Hemos de referirnos aquí también a las estrategias asumidas por los Estudios de la Mujer como institución. Estas estrategias, en nuestra opinión son múltiples: la primera de ellas va dirigida a la creación de espacios propios, reconocidos y financiados por la Academia. En este sentido y como ya hemos dicho, creemos que en todas partes nos orientamos, con mayores o menores posibilidades de éxito, hacia la constitución en institutos, centros, maestrías y doctorados de estudios de la mujer. Sólo esas estructuras nos permitirán crecer y ampliar nuestro radio de acción dentro y fuera de las universidades. A través de los institutos y centros canalizaremos la investigación y su difusión, así como la difusión de toda clase de materiales sobre la mujer, porque tal como los concebimos, Institutos y Centros deben contar ineludiblemente con una biblioteca y una mediateca.19 A través de maestrías, especializaciones, doctorados, lograremos formar, no sólo a todas(os) aquéllas(os) que se interesan por los Estudios de la Mujer, sino muy particularmente a la generación de relevo que en estos espacios requerimos urgentemente. Es muy importante también para los Estudios de la Mujer lograr su inserción en todos los currículos de las diferentes escuelas y facultades. En la medida en que la institución los reconozca, esto último se impondrá más fácilmente como algo evidentemente necesario. La difusión de las investigaciones y demás materiales producidos por los Estudios de la Mujer es un objetivo fundamental, hacia el cual se orientan buena parte de nuestros esfuerzos. Hacia ello se dirige también nuestra política de participación en los medios de comunicación social en general. Una parte esencial de nuestra estrategia institucional se dirige a la consecución de recursos financieros mediante la asignación de presupuestos para personal, infraestructura y funcionamiento. De ello depende en buena medida que los demás objetivos de los Estudios de la Mujer puedan concretarse. En vista de la actual crisis económica por la que pasa nuestro país, que parece convertirse en una constante y afecta evidentemente también a las universidades, poco a poco los Estudios de la Mujer tratan de buscar recursos económicos fuera de las universidades, lo cual no siempre resulta una tarea fácil. En este sentido resulta una gran ayuda la posibilidad de intercambios con otros grupos o centros de Estudios de la Mujer, dentro y fuera del país, a través de la firma de convenios inter-universitarios que nos permitan beneficiar de la experiencia y recursos de esos otros espacios donde se desarrollan también los Estudios de la Mujer. Fundamental es para nosotros por último la reforma del sistema educativo, a todos los niveles, no sólo en el aspecto curricular, sino en cuanto a la revisión de todos los textos escolares y universitarios que desde más de un punto de vista olvidan e invisibilizan a la mujer o dan de ella una imagen tradicional, estereotipada y negativa, pero en todos los casos ideológica y falsa. Esto no resulta tarea fácil, pero junto con el trabajo referente a la lucha contra la violencia y la explotación sexual, sufridas como algo específico por las mujeres, nos parece una tarea que debe acometerse sin tardar. Algunos esfuerzos se han hecho en este sentido, tanto en los espacios de Estudios de la Mujer, como en las oficinas gubernamentales, pero hasta ahora el impacto en la comunidad educativa y su concreción en la transformación de los textos y currícula ha sido mínimo. Tanto en los Estudios de la Mujer como en oficinas o centros gubernamentales se han hecho investigaciones tendientes a denunciar el problema o a subsanarlo, pero en la mayor parte de los casos, estas investigaciones quedan engavetadas por falta de difusión y por falta de receptividad por parte de los responsables de tomarlas en cuenta y hacerlas realidad. En este sentido, creemos que es un punto crucial y clave de nuestro trabajo en los Estudios de la Mujer, el lograr que la reforma de los textos y currícuosl, y la consideración prioritaria de la necesidad de ofrecer a los educandos una nueva imagen de mujer y una versión más verdadera y justa de su historia, se convierta en la bandera tanto de los ministerios de educación, y transporte y comunicaciones, como de los sectores dirigentes de todas las universidades del país e incluso de las diferentes iglesias que en nuestro país existen. Si logramos este objetivo, estamos convencidas de que las mujeres y hombres educados en este sistema escolar diferente, y receptores de unos medios de comunicación diferentes, serán de verdad, y a la vuelta de una generación, las mujeres y hombres de un nuevo mundo de equidad que todos y todas deseamos. * Docente de la Escuela de Filosofía e Investigadora del Centro de Estudios Filosóficos de la Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela. Licenciada y Doctora en Filosofía de la Universidad de París. Fundadora de la Cátedra Libre de la Mujer y co-fundadora de la Liga Feminista de Maracabio y de la Fundación Casa de la Mujer de Maracaibo. Ha publicado numerosos trabajos en revistas nacionales e internacionales sobre Filosofía Contemporánea y Feminismo: Alienación y libertad. La doctrina sartreana del otro (Valencia: LUZ, 1980), Análisis de las figuras femininas en el teatro de Sartre (LUZ, 1984), Mujer, poder y violencia (LUZ, 1991) y Filosofía, feminismo y cambio social (LUZ, 1995).
NOTAS 1. Muchos años después escribí un trabajo más crítico y documentado: El segundo sexo: Vigencia y proyección que apareció por primera vez en la Revista de filosofía 11 (1989)45-72 publicada por el Centro de Estudios Filosóficos de la Universidad del Zulia, Maracaibo. Aparece también en mi libro Filosofía, feminismo y cambio social que se encuentra en prensa y de próxima aparición. Editado por Ediluz, Maracaibo. 2. Originalmente la tesis se titulaba: Laltérité Chez Hegel et Sartre. Al cambiar de orientación, el nuevo y definitivo título fue: Laltérité Chez Sartre et les rapports femme-homme. Esta tesis puede ser consultada a través de TELETHESES:CD-ROM y Minitel (3615 Code SUNK* THE:Code SUNIST puis THE). Centre National du Cataloge Collectif National. Ministère de lEnseignement Supérieur et de la Recherche. París,1993. El segundo capítulo de la tesis y el cuarto fueron posteriormente traducidos por mí al español y publicados. El segundo capítulo apareció como libro con el título: Alienación y libertad: La doctrina sartreana del otro, Valencia: Universidad de Carabobo, 1980. El capítulo cuarto, aumentado con mayores investigaciones apareció con el título: La alteridad, estructura ontológica de las relaciones entre los sexos, Revista de filosofía 3 (1980)81-112. Está también incluido en el libro Filosofía, feminismo y cambio social, de próxima aparición, al cual nos hemos referido. 3. Temas como: mujer y trabajo, la maternidad, el aborto, mujer y divorcio, mujer y creación, la homosexualidad femenina, mujer y literatura, violencia contra la mujer, violación, mujer y mass media, participación política de la mujer, mujer y psicoanálisis, ¿existe una específidad femenina?, las mujeres en América Latina, el poder feminista en USA, etc. 4. Aunque en términos generales el existencialismo me parecía y me parece una doctrina filosófica a partir de la cual se puede argumentar constructivamente la liberación de la mujer, me mantuve muy crítica con respecto a la forma en que el filósofo estudiado (Sartre) maneja las relaciones humanas en general, ámbito en el cual evidentemente se insertan las relaciones entre los sexos. En muchos casos, sus análisis hacen una referencia bastante explícita a la diferencia sexual, asignando así a la interpretación tradicional de la mujer como pasiva y del hombre como activo un valor ontológico (que evidentemente no tienen) que agrava el problema de las relaciones entre los sexos. En este sentido hemos denunciado el sexismo de Sartre. Ver nuestro trabajo: Análisis de las figuras femeninas en el teatro sartreano 6 (1984) 230. Escuela de Filosofía, LUZ, Maracaibo. 5. Se encontraba colaborando en la producción de la película, (basada en entrevistas a ella, a sus amigos y en documentos) que se hizo sobre su vida. Posteriormente apareció publicado el texto del film. Ver Simone de Beauvoir (un film de Josée Dayan et Malka Ribowska, realisé par Josée Dayan. Ed. Gallimard, París. 1979). 6. Con estos términos: condición femenina no nos referimos a ninguna esencia femenina o situación natural, sino por el contrario, a la condición de opresión y alienación que de manera injusta y arbitraria son el lote de las mujeres desde tiempos milenarios. Es una condición histórica y que por ende puede (y debe) cambiar. 7. Francis Bacon, considerado como el padre del método científico, presenta constantemente su método inductivo para la investigación científica, mediante imágenes tomadas de la cacería de brujas y saturadas de expresiones en las cuales la naturaleza es presentada como una hembra a la que hay que acosar y torturar para que revele sus secretos, cediendo al poder inquisidor del científico que es el poder (masculino) sobre esa naturaleza (femenina). Ver Rosemary Radford Ruether. Gaia y Dios. Una teología ecofeminista para la recuperación de la tierra. Demac, México (1993) 203-204. 8. Un ejemplo contemporáneo de ello es la obra del filósofo Edmundo Husserl, de extraordinaria importancia como iniciador del pensamiento fenomenológico, el cual, pretendiendo equiparar en valor al sujeto y al objeto, acaba finalmente a lo largo de su obra, por consagrar la primacía del sujeto. 9. El conocimiento patriarcal y androcéntrico, que parte del desequilibrio y de la visión verticalizada de las relaciones sujeto-objeto, nunca considera esta coincidencia como algo fundamental e importante, porque la objetividad científica sacralizada como un dogma, exige que justamente se destaque y mantenga la distancia vertical entre objeto y sujeto (incluso cuando coinciden). 10. Rigidez que no responde a la verdadera vocación de la universidad, porque si bien ésta es dogma, saber institucionalizado, es también disputatio, polémica, diversidad, cambio y nuevos saberes. Esta idea la desarrollamos en nuestro trabajo: La universidad y la conciencia emancipadora Revista de Filosofía 18 (1993)63-75. 11. En torno al concepto de género presentado como ponencia en el Taller centroamericano y del Caribe: Género en el desarrollo. Universidad de Costa Rica. Del 28 de septiembre al 1 de octubre del 92. Seleccionado luego y editado por Cartin, Nancy(C), en Reflexiones sobre género. Embajada real de los Países Bajos. Programa mujeres y desarrollo (1993)31-40. Reeditado en Revista de filosofía 20 (1994)111-120. Aparecerá también en el libro Filosofía, feminismo y cambio social, en prensa. 12. Machismo, sexismo, en sus expresiones más cotidianas. 13. Aquí es preciso señalar en honor a la verdad, que no siempre fueron hombres los que se opusieron a nuestros proyectos o mujeres quienes nos apoyaron. En muchos casos, para nuestra sorpresa, hubo mujeres que obstaculizaron nuestro avance, y hombres que nos apoyaron irrestrictamente. 14. Fecha en que ubicamos el comienzo de los llamados propiamente Estudios de la mujer en nuestro país, porque fue en ese año que en la Escuela de Filosofía de La Universidad del Zulia (LUZ), quien ésto escribe comenzó a dictar sus Seminarios sobre la problemática de la mujer, que posteriormente dieron origen a la Cátedra libre de la mujer que forma parte del pensum de la Escuela de Filosofía de la Universidad del Zulia, y al Área de Estudios de la Mujer del Centro de Estudios Filosóficos de LUZ. Actualmente cuenta ya con el apoyo de las autoridades rectorales y de la facultad, la creación del Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad del Zulia (CEM-LUZ) y de la Maestría en Estudios de la Mujer dentro de la División de Estudios de Postgrado de la Facultad de Humanidades y Educación de LUZ, para las cuales estamos elaborando ya sendos proyectos. No negamos que en otros momentos de nuestro siglo, otras personas hayan investigado y dictado cursos sobre la problemática de la mujer, pero no desde una perspectiva feminista o intentando darle carácter sistemático a esta actividad. En este sentido, quienes forman parte de los Estudios de la Mujer en nuestro país reconocen el carácter pionero de la Cátedra libre de la mujer de la Universidad del Zulia. 15. A todos estos núcleos de Estudios de la Mujer a nivel universitario, hay que añadir una serie de grupos o instituciones extra universitarios que, dirigidos o constituidos por mujeres universitarias, en muchos casos formadas en los Estudios de la Mujer, trabajan también en proyectos dirigidos a estudiar la problemática de la mujer. A éstos se les podría otorgar el rol de observadores dentro de REUVEM. Son hasta ahora los siguientes: Coordinación de Investigación y Promoción de la Mujer. Centro de Documentación Ana María Campos; Fundación Casa de la Mujer de Maracaibo; Grupo de Mujeres Mana Juana (Trujillo); Centro Feminista Latinoamericano de Estudios Interdisciplinarios (Caracas); Grupo de Mujeres: Mujeres y Ambiente (Caracas); Centro de Investigación Social, Formación y Estudios sobre la Mujer (Caracas); Programa de Maestría en Orientación Sexual. (Extensión Ciudad Bolivar. Ciudad Bolivar); Gaia, Centro de Mujeres (Caracas). 16. En este punto queremos aclarar nuestro pensamiento, que quizás difiere un poco de la interpretación que otras y otros universitarios dan de la relación docencia-extensión. Aunque creemos que esta relación es fundamental y forma parte de la esencia de la universidad, no creemos que necesariamente esta relación deba estar presente en cada persona. Es asunto de vocación y aptitudes. Algunas(os) logran combinar armoniosamente estos tres aspectos del quehacer universitario. En otras(os), alguno de estos aspectos toma mayor relevancia y absorbe la mayor parte de su tiempo. Es cuestión de buscar la armonía y tolerar y respetar las individualidades. 17. Ejemplo de ello son las páginas de que disponen las mujeres en periódicos de Trujillo (Grupo mana Juana), La hoja hembra, página del diario El aragüeño de Maracay, dirigida por Tina de Jesús (no hemos podido indagar si se mantiene), la página Mujer del diario El impulso de Barquisimeto, dirigida por María H.Zapata (a quien no pudimos contactar personalmente), la columna semanal Séptimo día que la periodista Rosita Caldera tenía desde muchos años en el diario El nacional, y que le fue suprimida a raíz de su toma de posición con relación a la conferencia de El Cairo. Asimismo un grupo de compañeras de Caracas tenían una columna dominical en el diario Últimas noticias. En otros casos, en diarios como El correo, El vigilante, La frontera en Mérida (Victoria Ferrara), La columna y Panorama de Maracaibo (Gloria Comesaña, Beatriz Rincón, Gladys Tinedo, Fátima Borges) o El nacional, Caracas, (Gioconda Espina, Tecla Toffano) etc., diferentes mujeres, pertenecientes casi todas a grupos universitarios y de Estudios de la Mujer, han logrado una participación relativamente constante a través de artículos de prensa, sobre todo en fechas especiales como el 8 de marzo, el 25 de noviembre, etc. A nivel de la radio, compañeras de Caracas tuvieron programas de corte feminista en diferentes emisoras: Helena Salcedo el programa Nosotras mismas en Radio Capital, y Elsy Manzanares el programa Ella la protagonista en Radio Caracas Radio. Conocemos también de la existencia aunque breve del programa radial Palabra de mujer (Beatriz Borjas, Yasmira Acosta) en lo que fue Radio selecta de Maracaibo. La experiencia que conocemos más de cerca es la nuestra propia: Gloria Comesaña (de la Cátedra libre de la mujer de LUZ) como productora y conductora y María del Pilar Comesaña, periodista, asistente de producción, sacan al aire todos los sábados, de 5:00 a 6:00 de la tarde, a través de LUZ-FM, emisora cultural de la Universidad del Zulia, el programa Todas a una que se mantiene desde el inicio de la emisora en mayo de 1991. Todos los programas, que además de noticias de actualidad comprenden el tratamiento de temas específicos y dos secciones claves La mujer de ayer y La mujer de hoy, están debidamente grabados y pueden ser consultados o redifundidos. Esta experiencia radial, reconocida como pionera por las integrantes de los Estudios de la Mujer y demás grupos de mujeres, es clara muestra de la conexión docencia, investigación, extensión, en este caso por parte de la Cátedra libre de la mujer de la Universidad del Zulia. Por otra parte, creemos que es preciso añadir que han existido en el país revistas feministas en las décadas de los años 70 y 80, básicamente La conjura y La mala vida (Caracas) de difusión nacional, a nivel de la prensa alternativa, y Voz feminista a nivel local en Maracaibo. 18. Que reemplaza a lo que en otros tiempos fueron ministerios de estado dirigidos a la condición femenina o a la promoción de la mujer, etc. El Consejo de la Mujer actual ha de pasar pronto a concretarse como Instituto nacional de la mujer, pues así lo prevé la Ley de igualdad de oportunidades aprobada en fecha reciente. 19. Este término ha sido acuñado por nuestra compañera y también pionera en los Estudios de la Mujer en Venezuela, Victoria Ferrara Bardile. La Biblioteca y Mediateca que ella logró crear y que donó al Área de estudios de la mujer de su universidad (Universidad de Los Andes, Mérida) es un caso ejemplar y único hasta ahora en nuestro país. Igualmente es un caso modelo el Centro de documentación Ana María Campos de la Fundación Casa de la Mujer de Maracaibo, compuesto también por una biblioteca y una mediateca. |