ESTUDIOS DE LA MUJER
EN COSTA RICA: Mirta González Suárez* El desarrollo de los Estudios de la Mujer en Costa Rica es el resultado de factores nacionales, regionales e internacionales. Costa Rica, inmersa en la realidad latino y centroamericana, cuenta con características propias, entre las cuales se destacan las siguientes:
Mas lo anterior no implica, desde luego, una sociedad igualitaria. Desde los inicios del movimiento feminista en los años 20, las mujeres tomaron conciencia de las contradicciones propias de la democracia liberal, la que es, ni más ni menos, un modelo de sociedad patriarcal. La lucha por la igualdad ha sido muchas veces silenciosa e incluso invisible, construyéndose en la vida cotidiana y la legislación, y, siguiendo la tradición costarricense, basada fundamentalmente en la negociación y las alianzas en lugar de la confrontación abierta con sectores estratégicos de la sociedad. Algunos hechos recientes que indican la fuerza social de las luchas de las mujeres son los siguientes:
El CMF es un órgano adscrito al Ministerio de Cultura, pero cuenta con personería jurídica y patrimonio propio, lo que le ha permitido convertirse en la única Oficina de la Mujer de Centroamérica con un presupuesto permanente que le permite desarrollar programas de gran impacto y envergadura. Su objetivo central es la coordinación de todas las instancias a nivel gubernamental que desarrollan planes, programas y proyectos relacionados con las mujeres. El CMF desempeñó un papel central en la articulación de una estrategia de movilización de diversos sectores del país en apoyo a la Ley de Promoción de la Igualdad Social e impulsa desde 1986 acciones de capacitación y asistencia técnica a organizaciones de mujeres, asesoría legal y grupos de apoyo para mujeres afectadas por la violencia en las relaciones de pareja, capacitación para la producción e investigación. A partir de 1994, el CMF inició la ejecución del Plan de Igualdad de Oportunidades para Mujeres y Hombres, el que está integrado por un programa de información sobre los derechos de la mujer, un programa de atención de la violencia contra la mujer, una estrategia de participación política de las mujeres y la capacitación de funcionarios públicos sobre planificación con perspectiva de género y formación de líderes de acción. Además, desde mayo de 1994, con carácter obligatorio y por acuerdo del Consejo Social, fueron creadas las Oficinas Ministeriales de la Mujer (OMM) en todos los ministerios e instituciones autónomas del país (CMF, 1994). Serán las encargadas, bajo la coordinación del CMF, de propiciar las políticas públicas sobre igualdad de oportunidades en cada centro de trabajo.
Los estudios de la mujer en Costa Rica Los Estudios de la Mujer, a pesar de ser reciente, se han convertido en una disciplina académica relevante, con una fuerza propia que ha propiciado cambios institucionales importantes, y con éstos una reconceptualización de la docencia, la investigación y la acción social como actividades sociales que pueden contribuir a la eliminación del sexismo de la academia y la sociedad. Si bien desde inicios de siglo la lucha de las mujeres por mejores condiciones estuvo presente, su constitución como disciplina fue impulsada por los ejemplos de universidades fundamentalmente de Estados Unidos. Los Estudios de la Mujer se desarrollan posteriormente en las universidades latinoamericanas bajo el entusiasmo que despertó en 1975 la Conferencia Mundial de la Mujer en México y la declaración de las Naciones Unidas del inicio de la Década de la Mujer. Ambos eventos propiciaron el ambiente para que diversos sectores concretaran diversas iniciativas que se materializaron en cursos, seminarios, conferencias, centros de investigación y publicaciones con la participación de académicas/os, activistas y organizaciones de base. Los esfuerzos más significativos durante este período estuvieron ligados a las universidades y organismos no gubernamentales dedicados a la investigación y acción. El Colegio de México patrocinó en 1977 el Primer Seminario Centroamericano-Mexicano de Investigación sobre la Mujer. Asimismo, en 1979 el Centro de Investigación para la Acción Feminista (CIPAF), una organización no gubernamental, inició en República Dominicana cursos sobre la situación de la mujer, culminando en 1983 con la creación del primer Programa de Estudios de la Mujer. En 1979 se fundó el Grupo de Estudios sobre la Mujer en Uruguay, así como el Programa de Estudios de la Mujer en la Universidad Católica de Rio de Janeiro y San Pablo, Brasil. Antecedentes Costa Rica cuenta con cuatro universidades estatales: La Universidad de Costa Rica, la Universidad Nacional, el Instituto Tecnológico de Costa Rica y la Universidad Estatal a Distancia, además de numerosas universidades privadas. La Universidad de Costa Rica, la más grande y antigua del país, señala en su Estatuto Orgánico como su propósito:
Como parte de sus funciones como institución de educación superior, busca
Los elementos anteriores son suficientemente explícitos en cuanto al interés institucional por contribuir a la creación de condiciones que estimulen una sociedad que favorezca el desarrollo integral de las mujeres. La Universidad de Costa Rica ofrece en 1978 el Primer Seminario de Realidad Nacional enfocando temas de la mujer, el cual fue impartido por profesorado interdisciplinario. Sin embargo, se limitó la continuidad debido a la misma estructura universitaria. Las propuestas recibidas generalmente seguían los intereses individuales de las docentes, quienes a pesar de utilizar metodologías que promovieran la toma de conciencia mediante el contacto permanente y directo de las y los estudiantes con grupos de mujeres, no poseían la estabilidad requerida y necesaria para alcanzar los objetivos esperados. Los proyectos de investigación también reciben el impacto de políticas rígidas que imponen planes de trabajo que limitan los cambios sociales. Este problema todavía influencia la selección de problemas de investigación y metodologías, especialmente aquéllos de naturaleza cualitativa que pretenden reconocer las perspectivas y las experiencias de las mujeres. Además, la mayoría de estas experiencias académicas están todavía influenciadas por los prejuicios de género, aunque la mayoría de las académicas estaba estudiando el feminismo e incorporando una perspectiva de género en sus cursos, estudios y proyectos. Esta experiencia no ha sido única para la Universidad de Costa Rica, sino que continuó en otras instituciones de educación superior creadas más tarde. En 1981, la Escuela de Trabajo Social organizó el Primer Seminario Latinoamericano de Investigación sobre la Mujer. Este evento reunió a sectores académicos, programas estatales y no gubernamentales dirigidos a las mujeres y organizaciones de mujeres. En este evento se insistió en la necesidad de incorporar y fortalecer los Estudios de la Mujer como una disciplina en las universidades, impulsando la investigación, así como cursos y proyectos de extensión que se centraran en las necesidades e intereses de las mujeres. Poco después, grupos de académicas dieron los primeros pasos en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Nacional para organizar y desarrollar los Estudios de la Mujer. Luego de este Seminario surgieron varias iniciativas que contribuyeron a darle una mejor fisonomía a los proyectos que se estaban concretando en cada institución para la creación de programas especializados en esta disciplina. En 1984, la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica dedicó la cátedra Eugenio Fonseca Tortós al tema Mujer y sociedad. Dos años después se organizó un seminario sobre Mujeres y paz en esta misma universidad. Ambas instancias recomendaron aumentar la cantidad de cursos que se impartían en la educación superior sobre temáticas relacionadas con la condición social de la mujer y la discriminación de género. El año 1986 fue particularmente prolífico. El Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad Nacional ofreció cursos de posgrado interdisciplinarios en el campo, mientras que la Asamblea Legislativa organizaba el seminario Las Mujeres en la Vida Democrática, en el que se analizó el papel de las organizaciones de mujeres en el desarrollo político. Por otra parte, el Centro Feminista de Investigación y Acción (CEFEMINA) realizó en la Universidad de Costa Rica el Primer Congreso Universitario sobre la Mujer, en el que participaron no sólo académicas, sino también representantes de los sectores estatal y no gubernamental, y organizaciones de base. Dos años más tarde, se llevó a cabo el segundo Congreso, en coordinación con el recién creado Programa Interdisciplinario de Estudios del Género (PRIEG-UCR), favoreciendo con esta iniciativa el intercambio entre activistas, profesionales y personas comprometidas con impulsar el desarrollo de una sociedad más igualitaria. Las experiencias señaladas, así como otras, dieron el impulso necesario para que en las universidades mencionadas se aceleraran las acciones tendientes a establecer formalmente programas de Estudios de la Mujer. En el año 1987, la Universidad Nacional Autónoma (UNA) funda el Centro Interdisciplinario de Estudios de la Mujer (CIEM). En ese mismo año, la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica procede a instalar oficialmente el PRIEG-UCR. Un año después, el Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA) organizó el Programa de Estudios de la Mujer, el que promovió la creación de programas similares en las otras universidades afiliadas tendientes a consolidar la disciplina en las instituciones públicas de educación superior de la región. El término Estudios de la Mujer fue utilizado formalmente por primera vez en el ámbito universitario en 1986 durante la celebración del Seminario de Estudios de la Mujer llevado a cabo en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica (Universidad de Costa Rica/CNDMF/SUNY-Albany 1987). Este seminario fue patrocinado por la Universidad de Costa Rica y la Universidad del Estado de Nueva York (SUNY) con sede en Albany. Este esfuerzo conjunto favoreció el intercambio de experiencias entre académicas costarricenses de las universidades estatales y docentes estadounidenses. Con ello se posibilitó el establecimiento formal en las universidades del país de los Estudios de la Mujer como disciplina académica, legitimando el tema y demostrando el grado de avance y madurez alcanzado por las costarricenses. Como se ha podido observar, si comparamos el desarrollo de los Estudios de la Mujer en Costa Rica con el de otras naciones industrializadas, debemos concluir que aquél prosiguió un patrón distinto, partiendo de las necesidades sociales y de las luchas e intereses de las organizaciones de mujeres, quienes eran y son el motor del cambio social. A nivel universitario fue necesario crear las condiciones en ambas universidades estatales y en la sociedad costarricense para legitimizar esta área de estudios como una disciplina académica. Esto explica la existencia de gran cantidad de estudios sobre la mujer antes de la formalización de programas específicos. González Suárez (1988) identificó 500 publicaciones en este campo, 30% de las cuales fueron publicados durante los años 70 y 55% durante los años 80 en áreas tales como el trabajo de la mujer, política y organizaciones, familia, legislación y derecho, planificación familiar y demografía, personalidad femenina, arte, sexualidad, salud, historia, medios de comunicación, estudios de la mujer y minorías femeninas. El desarrollo de los estudios de la mujer González Suárez (1988) sugiere tres fases en el desarrollo histórico de los Estudios de la Mujer: Fase 1. Problemas de
investigación relativos a las mujeres Los primeros trabajos en este tema fueron llevados a cabo por hombres, reflejando en ellos sesgos androcéntricos sobre la mujer y enfatizando estereotipos sociales y morales relativos al sexo femenino, que justifican la subordinación de las mujeres a los hombres y los papeles tradicionales dentro del dominio doméstico. En este contexto, Juvenal (1986) innovó este enfoque. Clasificó las opiniones sobre las mujeres según el estrato socioeconómico de las mismas. En su artículo La mujer costarricense: Su fisonomía moral y la influencia en la evolución de nuestra sociedad, sostiene la tesis de que no hay una fisonomía común a las mujeres, ya que sus características están modeladas por su inserción en el mercado laboral. Procede a describir a la mujer campesina como viril (ya que equipara la virilidad a la fortaleza física), bien construida, saludable, con la inteligencia de un niño hasta los treinta años, sufrida, de lenta comprensión, supersticiosa y suspicaz. Las grandes damas, por otro lado, representantes de estratos altos, fueron descritas como chismosas, vanidosas, poco educadas, perezosas, dulcemente falsas y caritativas, mientras que las mujeres de clases medias serían, según el autor, las más instruidas e inteligentes, así como las que más han contribuido a la superación de los yerros de las futuras generaciones.1 La mayoría de los estudios y los ensayos publicados durante este período apuntalan la maternidad como la función principal de la mujer. Este punto de vista, persistente hasta el final de los años 50, se basa en las siguientes premisas:
Por consiguiente, la mujer se convierte en un ente moralizador de la sociedad, guardiana de la moral y de la ideología opresora sobre su propia condición. Algunas publicaciones contemporáneas todavía defienden tal posición, teniendo un fuerte impacto en el ambiente académico al considerar a las mujeres únicamente como objetos de estudio, es decir, como alguien incapaz de definir sus propios intereses, ideas o propuestas, justificando la intervención de profesionales que actúan sin consultar las necesidades de la mujeres o de sus vidas. Un prejuicio metodológico frecuentemente encontrado fue y todavía es la constante administración de cuestionarios prejuiciados con preguntas cerradas las cuales inducen generalmente a los sujetos a contestar de acuerdo con respuestas previamente definidas basadas en estos conceptos erróneos. La presencia constante de instrumentos de respuesta cerrada produce una limitación de las alternativas basadas en la ideología y los intereses de quienes las elaboran. Un ejemplo de este tema es la pregunta del Censo Nacional: ¿Quién es el jefe de la familia? La connotación de jefe es masculina, sugiriendo al entrevistado(a) que el jefe de familia tiene que ser necesariamente un hombre. Este prejuicio excluye la posibilidad de cualquier otro tipo de arreglo familiar que parezca ser más común que el núcleo familiar. Durante esta fase, los asuntos de la mujer fueron ignorados en la mayoría de las disciplinas. La división social genérica del trabajo se consideró natural y permanente, explicando por qué los roles de género y la discriminación resultante de la dominación masculina y la subordinación femenina no estaban siendo cuestionadas. La mujer era concebida como el sujeto invisible de muchos programas de estudio donde, por ejemplo, el análisis histórico enfocaría las hazañas y actos heróicos de los hombres, generalmente políticos o militares, presentándolos como los forjadores del cambio y constructores de la sociedad. Durante este período, se prestó atención mínima a la falta de mujeres participando en la formación de profesionales considerados como vitales para el desarrollo del país (por ejemplo: ingeniería, medicina, derecho, economía). Fase 2. Los estudios con, para y por la mujer Al inicio de los años 70, se empieza a reconocer a la mujer como sujeto de estudio, pero vista todavía como un sector vulnerable necesitando la protección del estado y de otras instituciones sociales. Se construyeron hipótesis y propuestas alrededor de la dependencia y la vulnerabilidad femenina, contribuyendo más a su marginalización social. Faltó el reconocimiento a las contribuciones de mujeres para el desarrollo, ya que se percibía al hombre como el actor social y económico por excelencia. Sin embargo, al reconocerse a las mujeres y algunos de sus problemas particulares como sujetos de estudio, se dio el primer paso en el reconocimiento de las desigualdades de género. Aunque los enfoques sexistas sobre el papel de la mujer en la sociedad persistieron en los ambientes académicos, el Tercer Congreso Universitario, que se llevó a cabo en la UCR en 19722 , a sentó las bases para una nueva misión institucional, la cual consideró las necesidades y las exigencias de las clases populares. Estas bases tuvieron un impacto significativo en los enfoques de ese tiempo sobre el papel de la educación superior estatal, influyendo no sólo en las políticas y las estructuras de la institución más antigua del país, sino también la misión de otras universidades estatales creadas años después: Universidad Nacional, llamada la universidad necesaria, el Instituto Tecnológico y la Universidad Estatal a Distancia. Los sucesos mundiales que afectaron la misión de la educación superior y las sublevaciones estudiantiles, junto con una ola de intranquilidad nacional y la crítica entre los movimientos estudiantiles iniciados con la insurrección de ALCOA, establecieron el tono para los cambios significativos en la sociedad y el sistema educativo. Estos principios, citados anteriormente, son parte intrínseca de los propósitos de la Universidad. Como una institución de educación superior en un país en vías de desarrollo, debe contribuir en la construcción del conocimiento sobre los problemas comunitarios y sociales, el progreso de la ciencia, las artes, las humanidades y la tecnología, y participar en proyectos que busquen el desarrollo integral de sus recursos humanos. Esta nueva misión llevó a la creación de la Acción Social (servicio de extensión o comunitario) como una de las principales actividades académicas para ser llevadas a cabo por la universidad. Antes de 1972 estas actividades fueron consideradas como simple extensión, a través de las cuales se extendió el conocimiento general a otros sectores de la sociedad. Después de 1972, el concepto se amplió para incluir actividades que buscaban soluciones a problemas nacionales particulares. Para 1974, la universidad había establecido los Seminarios de Realidad Nacional obligatorios para todos los estudiantes, así como la participación en proyectos de trabajo comunal (300 horas) como requisitos para graduación. Estos cambios abrieron las puertas para proyectos de acción social y de investigación dirigidos a las necesidades de las organizaciones de base. La discusión de temas políticos y sociales nacionales a través de estos Seminarios de Realidad Nacional y el incremento del contacto con las comunidades, las organizaciones populares y las ONG favorecieron cambios en los programas de varios departamentos, así como nuevos retos relacionados con la investigación, la docencia y las prioridades de acción social. Los temas y las necesidades de la mujer atrajeron mucha atención por este factor, junto con la concientización creada por la Década de las Naciones Unidas para el adelanto la Mujer . A pesar del desarrollo de la investigación, la docencia y la acción social sobre, por y para las mujeres durante este período (1975-1985), Guzmán y Sibille (1986) identificaron varios problemas en la investigación: la dispersión y repetición de información y propuestas, falta de investigación básica y proliferación de estudios exploratorios, servicios de referencia limitados para el investigador y el profesional, información no confiable, abuso en el uso de los cuestionarios y la diseminación deficiente de los resultados. Un número significativo de estos estudios todavía recurrían a enfoques sexistas sobre el papel de las mujeres en la sociedad y su posición social, aunque se observaron contribuciones significativas para la conceptualización feminista, el desarrollo metodológico y conocimiento sobre las experiencias de las mujeres, enfoques, necesidades y problemas durante este período. Se consolidó el feminismo como un movimiento social crítico y las académicas feministas, se hicieron más sistemáticas y autónomas en sus inquietudes y quehaceres académicos. Ventana, la primera revista feminista, se publicó en esa época, dando a las académicas, profesionales y activistas ingeniosos artículos que buscaban contribuir con la construcción de un movimiento autónomo crítico de raíces profundas sobre la realidad de las mujeres costarricenses. La Revista de Ciencias Sociales de la UCR dedicó dos números especializados a los temas de la mujer. La creciente demanda para una investigación rigurosa sobre la mujer y el género, junto con un avance claro de estas actividades dentro del ambiente universitario, suministró el ambiente para estos pasos significativos en la consolidación de los Estudios de la Mujer en el país, a pesar de los problemas que se estaban enfrentando. Se encontraron problemas similares en los servicios y proyectos para la mujer, limitando su impacto real y poniendo la responsabilidad en las instituciones de educación superior. En ese entonces, estas necesidades fueron claramente indicadas en la presencia masiva de organizaciones no gubernamentales (ONG) implementando proyectos para las mujeres. Sybille et al. (1985) identificaron 213 de estas organizaciones y el COF (1986) encontró 456 grupos de mujeres generando ingresos y operando a nivel comunitario. Ambas universidades dieron los pasos necesarios hacia la coordinación de todos estos esfuerzos e implementación de proyectos con la comunidad dirigiendo estos problemas de una manera más efectiva. Este creciente interés por los asuntos de la mujer entre investigadores y profesionales estimuló la producción de diversidad de estudios descriptivos los cuales contribuyeron a verificar la discriminación de género en varias áreas y la necesidad de organizar y desarrollar la investigación sistemática en Estudios de la Mujer, aunque la diseminación de los resultados no fue efectiva y aún tampoco lo es hoy. Este es un período caracterizado también por los esfuerzos para unir la docencia y la investigación a la comunidad, más específicamente a un nivel de organizaciones de base. Muchas académicas feministas participan en los movimientos sociales populares buscando cambiar las condiciones discriminatorias. Fase 3. Superando la discriminación en la vida académica Esta fase empieza con la creación, en 1987, del Programa Interdisciplinario de Estudios de Género (PRIEG) y del Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer (IIEM) en la Universidad de Costa Rica y la Universidad Nacional respectivamente. Ambos enfrentan el sexismo y la discriminación de género en la academia y en la sociedad costarricense a través de la enseñanza, la investigación y la acción social. El PRIEG-UCR busca coordinar y articular un amplio número de proyectos de acción social, docencia e investigación que desarrollan las unidades académicas, fortalecer la producción y la diseminación del conocimiento producido para y por la mujer, eliminar políticas discriminantes en la universidad y promover servicios y programas libres de prejuicios para las mujeres que trabajan o estudian, así como para mujeres no universitarias. El Centro Interdisciplinario de Estudios de la Mujer, por otro lado, fue fundado como un centro académico buscando hacer investigación, docencia y acción social ligados directamente a los problemas que enfrentan las mujeres en Costa Rica. Ha operado como el núcleo que fomenta, coordina, y aprueba los programas de Estudios de la Mujer y los proyectos que desarrolla la Escuela de Filosofía y Humanidades. Durante este mismo período, feministas ligadas a ambas universidades implementaron otras iniciativas. CEFEMINA organizó por segunda vez una Conferencia de Mujeres Universitarias. Ventana, otro grupo feminista, maduró como grupo de reflexión y continuó publicando su revista, discutiendo temas que habían recibido atención limitada en la academia, tales como el feminismo, la construcción social de género, la sexualidad y el cuerpo, entre otros. Más investigadoras decidieron fortalecer sus lazos con las organizaciones de base, bajo la premisa de que actividades de esta naturaleza tendrían un impacto más efectivo en los cambios sociales. Los estudios participativos y los proyectos de acción social ahora se planean basándose en los intereses y exigencias de estos grupos. Esto es un abrirse camino entre las prácticas académicas antiguas. PRIEG-UCR fomentó el establecimiento de un Plan de Investigación a través del cual se implementaron varios estudios que influyen en el conocimiento sobre la concepción misma de la mujer y las políticas de desarrollo. Este paso es de fundamental importancia ya que las prioridades no fueron establecidas arbitrariamente desde el punto de vista de los investigadores, instructores y profesionales, no sólo con relación a la selección del problema, sino con la recolección y análisis de información, compartiendo el proceso de construcción del conocimiento con los grupos en cuestión. A través de este proceso, las mujeres se capacitaron y contribuyeron a la concientización de género en el ambiente universitario. Muchos de estos proyectos han contribuido con información básica sobre la mujer desde la perspectiva de sus experiencias, así como el desarrollo de metodologías para la autoinstrucción y autoevaluación en temas que son relevantes para los grupos en cuestión, tales como modelos y restricciones organizativas, sexismo en los procesos educativos, trabajo de hogar y su impacto en la vida de la mujer, entre los más importantes. Estas experiencias han dado como resultado la producción de múltiples audiovisuales, folletos de educación popular y programas radiofónicos, útiles no sólo en los proyectos de acción social, sino para las activistas, ONG, el personal de programas gubernamentales y proyectos de educación popular. Sin embargo, este proceso tuvo sus desventajas. Algunas iniciativas han perdido su continuidad por falta de recursos financieros y los proyectos no han recibido evaluaciones ni a mediano y ni a largo plazo. Algunos proyectos forman parte de iniciativas personales, en lugar de políticas institucionales, y ambas universidades todavía trabajan bajo rígidas políticas de investigación y acción social las cuales en muchas situaciones obstaculizan la creatividad y el respeto a los intereses y las necesidades de la mujer. No obstante, se han dado pasos significativos para implementar una política articulada dentro de la Universidad de Costa Rica que tome en cuenta los intereses particulares de los departamentos, políticas universitarias y exigencias de las mujeres en el contexto de procesos económicos y sociopolíticos propios de la región centroamericana. En el proceso de llegar a ser un centro, Programa Interdiscilplinario de Estudios de Género (PRIEG-UCR) está definiendo una política de investigación de Estudios de la Mujer para la UCR. Tal iniciativa contribuye a plantear las bases para la legitimización de la investigación feminista dentro de la investigación superior y sirviendo a los mejores intereses de los movimientos femeninos. El PRIEG-UCR está comprometido en eliminar de la universidad la violencia de género. Una de las prioridades está dirigida hacia la preparación e implementación de una política para prevenir el acoso sexual en el campus universitario. En 1986, la UCR ejecutó acciones contra varios profesores que fueron acusados de hostigar sexualmente a los estudiantes. El Consejo Universitario solicitó un estudio sobre este asunto al Instituto de Investigaciones Psicológicas. Miranda (1990) presentó un informe sobre la situación del problema en el campus. PRIEG-UCR ha tomado esta tarea como un proyecto piloto, ya que representa un área muy sensible donde el sexismo está profundamente atrincherado. Se están implementando actividades educativas como parte de la preparación de la comunidad universitaria para lidiar con un viejo problema. Se está desarrollando una política con diferentes sectores, tomando en cuenta las experiencias de las estudiantes. Además de este problema, es evidente la presencia de esquemas de dominación sexista que requieren estudios profundos para determinar los tipos y niveles de discriminación de género. Probablemente hemos omitido asuntos significativos relacionados con el sexismo institucional, ya que este es un asunto que necesita urgentemente que se le preste atención. Sin embargo, estamos seguras de las capacidades de las académicas feministas para sacar adelante las iniciativas que contribuyan al fortalecimiento de los Estudios de la Mujer en Costa Rica y en Centroamérica. La relación de los estudios
de la mujer con los otros niveles La educación costarricense ha tenido una influencia notable de los Estudios de la Mujer. En un inicio, los datos aportados señalando la discriminación educativa tuvo como consecuencia inmediata el establecimiento de lienamientos positivos que llevaron a cambiar los textos elaborados por el Estado, publicándose la serie Hacia la luz, realizada con el objetivo de brindar modelos igualitarios. Libros tales como El sexismo en la educación: La discriminación cotidiana (González Suárez, 1992), constituye un análisis claro sobre las formas sutiles de discriminación en el aula y se encuentra disponible para los equipos docentes. En la actualidad, existen dos programas que influyen directamente sobre el desarrollo de la educación costarricense: el Programa para la Igualdad de Oportunidades dirigido por el Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la Familia y la Oficina de la Mujer del Ministerio de Educación. Esta última, con la asesoría de Mirta González, Directora de la Maestría en Estudios de la Mujer de la Universidad de Costa Rica, se encuentra abocada en impulsar la igualdad de oportunidades educativas a nivel nacional. Una de las actividades realizadas durante 1995 es el concurso Mujeres valiosas de mi comunidad, que consiste en la presentación de composiciones sobre el tema por parte de estudiantes de primaria y secundaria. Las premiadas serán publicadas y utilizadas como texto en los años próximos. El V Congreso Internacional e Interdisciplinario de la Mujer El V Congreso Internacional e Interdisciplinario de la Mujer (febrero 1993) es otro ejemplo de la habilidad que tiene la mujer para construir redes de trabajo que fortalezcan los Estudios de la Mujer como una disciplina. El Congreso reunió a más de 2.000 académicas, activistas y profesionales de todas las regiones del mundo y de aproximadamente 70 países. Los hombres y mujeres que participaron unieron sus voluntades y experiencias durante una semana, donde se intercambió, asimiló y redefinió el conocimiento sobre la mujer y las relaciones de género. Las redes de trabajo se expandieron y fortalecieron, y nuevos temas fueron abordados. Para las latinoamericanas, en general, y para las costarricenses en particular, el Congreso fue un centro educativo importante que nos enseñó la importancia de la tolerancia y la organización. Para los Estudios de la Mujer fue particularmente relevante la organización de cinco mesas redondas sobre el desarrollo de esta disciplina en diversos países, cuyas ponencias serán publicadas por The Feminist Press. Maestría en estudios de la mujer El Programa de Maestría en Estudios de la Mujer fue aprobado en febrero de 1993, y es una piedra angular en el desarrollo de recursos humanos capaces de ofrecer soluciones a los muchos problemas que las mujeres centroamericanas están enfrentando. Este programa de posgrado es una expresión de la voluntad de las académicas para activar proyectos que integren los recursos de universidades estatales, siendo el primer programa de posgrado conjunto entre dos instituciones públicas de educación superior: Universidad Nacional y la Universidad de Costa Rica. El programa se propone:
Se espera que al concluir su formación en el Programa de Maestría, las y los graduados estén en capacidad de insertarse en sus campos profesionales con una perspectiva feminista de las relaciones sociales entre mujeres y hombres, así como de manejar los métodos para conocer e intervenir críticamente en la realidad de las mujeres. De acuerdo con lo anterior, los y las graduadas contarán con los elementos para:
El plan de estudios cuenta con cursos obligatorios tales como Ciencia y género, Familia y patriarcado, Métodos de investigación feminista I y II, Subordinación y discriminación de la mujer en Centroamérica, Psicología de la mujer, género y sexualidad, Teoría feminista de la organización, Talleres de investigación: Análisis de casos, aplicación de métodos de investigación no sexista al estudio de la temática de la tesis, y Planificación y administración de programas, así como diversos cursos optativos. Al final del programa que incluye 30 créditos y la presentación de una tesis original con perspectiva de género, se otorga el grado de Magister Scientiae en Estudios de la Mujer. Al iniciarse la Maestría nos encontramos con que el número de solicitudes excedía en más del doble las posibilidades de ingreso, por lo que se debió proceder a una rigurosa selección, aceptándose aquéllas que, además de cumplir con los requisitos establecidos tuvieran experiencia en el trabajo con mujeres, de forma que los estudios a emprender no se tradujeran en un beneficio individual sino que impactaran con efecto multiplicador en otros sectores. Los escollos en el proceso hasta llegar al reconocimiento de los Estudios de la Mujer como disciplina académica no han sido fáciles de superar, y este esfuerzo debe continuar día a día, ya que el desarrollo de una sociedad con igualdad de oportunidades es, después de todo, el objetivo de toda democracia real que se proponga trascender lo meramente formal y electoral. * Doctora en Psicología. Catedrática de la Universidad de Costa Rica y profesora- investigadora de la Escuela de Psicología y de la Maestría en Estudios de la Mujer, así como del Consejo Académico del Centro de Estudios de la Mujer. Cuenta con numerosas publicaciones sobre temas de género y coordinó el Quinto Congreso Interdisciplinario e Internacional sobre la Mujer, Costa Rica, 1993. ** Costarricense, Coordinadora del Programa Interdisciplinario de Estudios del Género de la Universidad de Costa Rica. Ph.D. en Trabajo Social con especialidad en Planeamiento y Administración de Políticas Públicas/Estudios de la Mujer. Directora de la Maestría en Trabajo Social, miembra de la Comisión de la Maestría en Estudios de la Mujer UCR-UNA. Catedrática.
NOTAS 1. Juvenal. 1986. En Estudios de la Mujer. Conocimiento y cambio. Mirta González Suárez. San José: EDUCA. 27. 2. En ese entonces, la Universidad de Costa Rica era la única universidad estatal en el país. La primera universidad privada fue creada en 1982.
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