29 de Abril de 2025
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Colección: INTERAMER
Número: 29
Año: 1994
Autor: Josefina Zoraida Vázquez y Pilar G.Aizpuru, Comps.
Título: La Enseñanza de la Historia


La historia antigua de México

Conviene exponer aquí algunas características de la historia antigua de México, necesarias para recapacitar sobre las bases de su enseñanza, sobre todo en los niveles de educación primaria y media.

El problema del objeto de estudio

El enunciado “México antiguo” no corresponde a una unidad histórico-cultural. Principalmente a partir de los estudios de Paul Kirchhoff se ha venido aceptando que el territorio que ocupa México en la actualidad puede dividirse, para un mejor estudio de su historia prehispánica, en tres grandes áreas culturales: Aridamérica (la vasta región septentrional habitada por pueblos recolectores-cazadores), Oasisamérica (la región noroccidental en la que se impuso la agricultura en un medio árido) y Mesoamérica (la región meridional poblada por agricultores avanzados, creadores de culturas desarrolladas). Oasisamérica y Aridamérica se extienden profundamente al norte, en el actual territorio de los Estados Unidos, mientras que Mesoamérica abarca la totalidad o buena parte del territorio de varios países centroamericanos. Pese a que el territorio enunciado por el título “México antiguo” no queda comprendido en ninguna de las tres áreas ni comprende ninguna de ellas, como objeto de estudio es útil porque se refiere a los antecedentes históricos y étnicos americanos de la actual población del país. Hay que advertir, sin embargo, que el estudio de cualquiera de las tres áreas será muy incompleto si, por la división retrospectiva artificial de las actuales fronteras políticas, se excluye la historia de los pueblos de los Estados Unidos y de Centroamérica que formaron una importante parte de dichas áreas.

La heterogeneidad de los pueblos componentes de las tres áreas

Ninguna de las tres áreas tuvo una unidad racial o lingüística. Mesoamérica, por ejemplo, poseyó una base cultural común a partir de un vínculo histórico creado por las relaciones de muy distintos tipos que se dieron entre los pueblos que la componían. Hay que advertir, sin embargo, que las relaciones entre éstos no produjeron una igualdad en el desarrollo. Por el contrario, la historia común con frecuencia dio lugar a diferencias económicas y de desarrollo tecnológico y cultural.

Las diferencias de las fuentes de estudio de las tres áreas

Hay una enorme disparidad en los recursos y posibilidades de conocimiento histórico de las tres grandes áreas mencionadas. Un desequilibrio semejante se encuentra al estudiar los diferentes aspectos históricos de cada una de ellas, ya por lo que toca a las distintas épocas, a las diversas regiones o a la pluralidad de los temas de estudio. Los vestigios arqueológicos de los oasisamericanos, aunque importantes, son pocos en México; menores aún son los restos culturales de los recolectores-cazadores de las zonas áridas, y muy pocas y defectuosas las noticias que dejaron de estos pueblos los conquistadores y los colonizadores.

El área privilegiada es Mesoamérica. Puede obtenerse una gran cantidad de información sobre ella a partir de las fuentes arqueológicas, las documentales y las de disciplinas auxiliares, entre éstas la antropología física, la etnología y la lingüística. Sin embargo, las fuentes documentales, que son las que proporcionan un conocimiento más puntual de los hechos históricos, sólo esclarecen particulares períodos y zonas, y esto con serias limitaciones. Pueden señalarse como tipos principales de documentos: los registros en escritura maya, los documentos pictográficos (cuyas técnicas no son escriturarias en sentido estricto) y los registros en letra latina. En los últimos años se han logrado grandes avances en el descifre de la escritura maya del Clásico, y gracias a ellos se empiezan a revelar las particularidades históricas de las dinastías de gobernantes. Sin embargo el acervo es, hoy por hoy, sumamente limitado, y la información se refiere casi exclusivamente a la historia gubernamental. En segundo lugar, obtenemos información acerca del Clásico y el Posclásico a través de muy pocos códices pictográficos, documentos de difícil interpretación y que no incluyen sino a unos cuantos pueblos mesoamericanos. Los documentos coloniales escritos en letra latina como registros de textos en lenguas indígenas o en español son, sin duda alguna, el mejor medio de conocimiento histórico, y parten de la memoria oral y pictográfica tradicional. Sin embargo se limitan al Posclásico, con un predominio notable de la historia del Posclásico Tardío. En cuanto al territorio, su desequilibrio de información es tal que casi nada tenemos del territorio oaxaqueño —verdadero centro histórico de Mesoamérica— y es muy escasa la del territorio maya. En cuanto a temática, es particularmente selectiva (Jiménez Moreno 1075). Para ilustrar lo anterior puede decirse que de Teotihuacan, la grandiosa capital que durante el Clásico extendió su fuerte presencia sobre casi la totalidad del territorio mesoamericano, no sabemos por ningún tipo de documento las lenguas o las etnias dominantes, el tipo de su gobierno, el radio de su dominio... ni siquiera el nombre que la ciudad recibió de sus propios moradores.

La diferencia de atención de los estudios actuales a las tres áreas culturales

De las diferencias señaladas en el inciso anterior parte el notable desequilibrio de los estudios actuales. Mesoamérica sigue siendo el área privilegiada, y de ella regiones particulares. La grandiosidad de las civilizaciones mesoamericanas, las mayores posibilidades para su estudio, la construcción del nacionalismo a partir de determinados pueblos de su tradición y el impulso gubernamental a las zonas arqueológicas de atractivo turístico, son algunos de los factores que han relegado el estudio de las otras dos áreas.

Este desequilibrio se hace notable en la carencia de libros de difusión que abarquen adecuadamente la historia del México antiguo, libros necesarios para hacer llegar información sólida, aunque no especializada, a los maestros de enseñanza primaria y media. Ante la carencia, los maestros reproducen para los alumnos una visión “aztequizada”, o cuando mucho también “mayanizada” del pasado prehispánico de México. Ya en 1953 se quejaba Bernal de la falta de síntesis generales y actualizadas de la historia antigua de México (13). No nos encontramos ahora en una situación mucho mejor, pues la gran obra que el propio Bernal coordinó en 1974-76, México: Panorama histórico y cultural, pese a su calidad, es ya anacrónica.