29 de Abril de 2025
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<<Biblioteca Digital del Portal<<INTERAMER<<Serie Cultural <<El Español en el Nuevo Mundo: Estudios sobre Historia Lingüística Hispanoamericana<<Fórmulas de Tratamiento en el Español Americano (Siglos XVI Y XVII)

Colección: INTERAMER
Número: 30
Año: 1994
Autor: María Beatriz Fontanella de Weinberg
Título: El Español en el Nuevo Mundo: Estudios sobre Historia Lingüística Hispanoamericana

II
En el análisis de las distintas relaciones, comenzaremos por aquellas en que las fórmulas pronominales son presuntamente de carácter simétrico, es decir en las que predomina el respeto recíproco o la solidaridad recíproca en lugar del poder de uno de los miembros de la díada sobre el otro.9

Relaciones predominantemente simétricas

Tratamientos a personas ajenas a la familia y parientes lejanos. En las cartas a personas ajenas a la familia y parientes lejanos, cuyo grado de parentesco no está especificado, en el aspecto pronominal es general el uso de VM de respeto recíproco. En las fórmulas nominales, predomina claramente muy magnífico señor, que supera el 40% de los casos. Le siguen en uso señor, ilustre señor y muy ilustre señor, en ese orden. En el caso en que el destinatario fuese religioso suelen emplearse fórmulas que incluyen el término reverendo: muy reverendo señor, muy magnífico y reverendo señor, ilustre y muy reverendo señor, muy reverendo y clarísimo padre. Los tratamientos que incluyen el término ilustre parecen ser los que indican una posición más elevada, dado que a una condesa se la trata de ilustre señora.

Tratamiento entre hermanos. Como ya hemos indicado, esta es una de las dos relaciones para las que contamos con mayor número de ejemplos. Este hecho y la riqueza de la relación condicionan la existencia de una gran variedad de alternativas en su tratamiento.

En el aspecto pronominal, predomina marcadamente el uso de VM, que aparece en el 68% de los casos. En el 22% se utiliza vos, hay un 10% de uso de la alternancia de VM~vos y un único caso en que alternan vos~ (0,6%). En los usos pronominales en esta relación incide la variable sexo, ya que aun dentro de las características generales de la díada, el destinatario femenino favorece el empleo de vos, mientras que el emisor femenino favorece el uso de VM. Como no contamos con epistolarios recíprocos no podemos establecer con precisión las relaciones mutuas en cada díada, pero el porcentaje más alto de vos o VM, según la variable señalada, hace pensar que, si bien en la mayoría de los casos las relaciones entre hermanos tendrían un uso simétrico, en algunos el uso era asimétrico de tal modo que la mujer recibía vos y el hombre VM.10

En cuanto a las fórmulas nominales, existe una amplia variación, condicionada, sin duda, por los diferentes tipos de relaciones existentes entre hermanos. La fórmula más usada y por lo tanto la menos marcada es señor/a hermano/a que se emplea en alrededor del 48% de los casos. Le sigue con el 10% de los casos hermano/a. Las múltiples fórmulas restantes podrían agruparse en principio entre aquellas en las que predomina el afecto y aquellas en las que se insiste en el respeto y la cortesía, aunque en algunas se mezclan ambos aspectos. Entre las de predominio afectivo podemos señalar hermano mío, deseado/a hermano/a, queridas hermanas, querido hermano, muy deseada hermana, hermana de mi vida, señor y querido hermano, deseado y querido hermano, muy amado y querido hermano, muy deseada hermana, hermana muy amada, muy amada hermana mía, muy deseados señores y hermanos, hermano de mi alma, hermana mía de mi alma, señora y hermana mía de mi alma, hermano de mi corazón, señora hermana de mi corazón y de mi alma, mi hermana de mis entrañas; entre las que predomina el respeto, por su parte, se encuentran muy magnífico señor (la más usada de este grupo), magnífico señor, ilustre señor, muy magnífico señor hermano, muy noble señor y hermano, muy deseado señor, señora hermana mía y señora y hermana mía. A un hermano sacerdote se lo trata respetuosamente de muy magnífico y reverendo señor. En un único caso aparece un nombre propio formado por nombre y apellido: Hermano Esteban Díaz. Tanto el emisor como el destinatario femenino favorecen el uso de formas afectivas, mientras que cuando ambos son hombres se tiende más a las formas de respeto y cortesía.

Presenta gran interés en los tratamientos más formales hacia los hermanos el uso del término señor, que aparece en todas las fórmulas en las que predomina el respeto o el poder. El valor de señor tenía todavía mucho más peso que en la actualidad, en que ha sufrido un marcado desgaste semántico, y parecía estar más cerca del significado medieval en que equivalía a “dueño”, “persona que tiene poder sobre algo”, tal como indican las Partidasseñor es llamado propiamente aquel que ha mandamiento et poderio sobre todos aquellos que viven en su tierra; et a este atal deben todos llamar señor, también sus naturales como los otros que vienen a él o a su tierra” (cit. por Menéndez Pidal 845). Este valor se percibe claramente en nuestras cartas, porque en todas las relaciones asimétricas en el sentido de menor a mayor poder (hijo a padre, hijo a madre, sobrino a tío, yerno a suegro) se lo emplea casi sin excepción, así como en las relaciones simétricas de mayor formalidad (personas ajenas a la familia o parientes lejanos). También la frecuente presencia del posesivo (mi señor, señor mío) parece mostrar la relación de poder, del mismo modo que actualmente se usa mi amo. Este valor parece un tanto debilitado cuando señor se usa como aposición, precediendo al apellido o a otro sustantivo con un valor más similar al actual. Así, al indicar el destinatario de una carta, para insistir en el valor de poder, muchas veces se repite el término señor, esta vez precedido de mi: al ilustre señor NN, mi señor; a mi señora NN, mi señora; al muy magnífico señor NN, mi señor. Estos usos que estamos analizando se inscriben perfectamente en la tradición del lenguaje cortés —vigente en distintas lenguas europeas entre los siglos XVI y XVIII—, uno de cuyos rasgos más característicos es el utilizar metafóricamente el lenguaje de la relación de vasallaje para indicar respeto o formalidad (McIntosh 1986).

Tratamiento entre primos. En el aspecto pronominal, presenta una pauta muy similar a la relación entre hermanos, aunque con un mayor predominio de usos formales. En efecto, en esta relación existe un 78% de usos de VM, un 20% de vos y un empleo muy esporádico de la alternancia ~vos (1%).

En cambio, en las fórmulas nominales, los usos se acercan mucho más a los que se tienen con las personas ajenas a la familia o a los parientes lejanos.  De tal modo la forma más usual, en la que predomina el respeto, es la misma que para las personas ajenas o parientes lejanos, muy magnífico señor, que se usa en un 25% de los casos.  A esta fórmula le siguen otras de respeto, como señor mío, ilustre señor y señor.  También se emplean otras relativamente neutrales como primo o primo mío  y en un caso aparece una fórmula cargada de afecto: primo mío de mi alma. Obviamente,  la amplia variedad de relaciones que puede existir entre primos —desde una cuasi fraternal hasta una similar a las mantenidas con parientes lejanos— explica las diferencias en los usos de tratamiento.

Tratamiento entre esposos. El uso pronominal predominante es de vos, que se emplea en un 68% de los casos. Los restantes usos posibles son VM (17%), vos~VM (10%) y vos~ (4%). Esta es la única relación simétrica11 en la que predomina vos, lo que parece mostrar que esa es la forma pronominal que expresa la intimidad por antonomasia en este tipo de relaciones.

En cuanto a las fórmulas nominales, esta díada es con mucho la más rica, ya que reúne un número muy alto de variantes, casi cuarenta, en las que suele haber una combinación de términos de respeto y afectivos, en fórmulas en las que predomina uno u otro factor. Las dos fórmulas más usuales son señora y señora mía, que cubren el 23% y el 14% respectivamente a las que les sigue hermana mía con un 10%.

Otras fórmulas usadas son mi señora, muy mi señora, muy magnífica señora, señora y mujer, deseada señora, deseada señora mía, muy deseada señora mía, muy deseada señora mujer, deseada y querida señora, muy deseada y querida señora, muy deseada mujer, muy deseada y querida mujer, mi señora y mi contento, hermana, señora hermana, querida hermana, señora mujer y hermana, señora y hermana mía, mujer y hermana mía, muy deseada señora hermana mía, mi muy deseada señora hermana, hija mía, mi hija y mi bien, señora de mis ojos, hermana de mis ojos, hermana mía de mis ojos, señora mía de mis ojos, hija de mi alma, hermana de mi corazón, hermana mía de mi corazón, mujer mía de mi corazón, mujer mía de mi vida, bien mío, alma mía, alma mía y todo mi bien y lumbre de mis ojos y señora mía.

Estos usos muestran que el término mujer tiene el valor de “esposa”, por lo que señora y mujer o señora mujer, equivaldría a “señora (en su valor cercano a ‘ama’) y esposa” o “señora esposa”, de acuerdo con la diferencia que antes establecimos en el valor de señora según fuera núcleo de la construcción o aposición. Llama la atención la frecuente integración de las fórmulas dirigidas a la esposa por los términos hermana e hija. El uso de términos que originalmente se refieren a parientes muy cercanos y directos parece indicar la voluntad de reafirmar la existencia de una relación muy directa y cálida, similar a la de la relación fraternal o filial.12 El término hija, usual para la esposa hasta la actualidad al menos en el español de la Argentina, implica asimismo una relación de poder en la que la asimetría sexual se traslada a la generacional, mostrando el mayor poder del sexo masculino sobre el femenino.13

Relaciones asimétricas

Tratamientos al padre. En esta relación, como en todas las asimétricas, el polo de poder recibe siempre el tratamiento pronominal VM.

En cuanto a las fórmulas nominales, expresan invariablemente respeto, ya que todas están integradas por el término señor. La actitud de respeto a veces se ve acentuada por otras expresiones que refuerzan el valor de señor, tal el caso de muy magnífico señor padre, la fórmula que ocupa el segundo lugar por frecuencia. En cambio, otras veces señor está acompañado de expresiones de afecto más o menos efusivas. El tratamiento más frecuente es señor padre que ocupa un 25%; le siguen —como hemos dicho— muy magnífico señor padre, con un 20% y señor, con un 12%. Con menor frecuencia, se emplean señor mío, ilustre señor padre, señor y padre, mi señor y padre, señor y padre mío, deseado señor y padre, muy deseado señor padre y finalmente señor padre de mi corazón, empleada por una hablante femenina.

Tratamientos a la madre. En esta relación, como en la anterior, los tratamientos pronominales son siempre de VM. En las fórmulas nominales, si bien predomina también la formalidad —ya que en casi todos los casos están integradas por señora— esta está contrapesada por expresiones afectuosas y no se observan fórmulas que expresen elevado poder con tanta frecuencia como en la relación con el padre. Así, si bien en la indicación de destinatario aparece una vez a la muy magnífica señora doña NN, en los encabezamientos no aparece ninguna vez muy magnífica señora, cuyo correspondiente masculino ocupa el segundo lugar en los tratamientos hacia el padre, con un 20%. La fórmula más usada es señora madre, con un 45% de los casos y le siguen ilustre señora, mi señora, señora mi madre, deseada y señora madre, muy deseada mi señora madre, muy deseada madre, madre mía y señora de mi alma y señora madre de mi corazón.

Tratamiento a los tíos. En el aspecto pronominal el uso es siempre de VM. En cuanto a los usos nominales, son de gran formalidad, ya que la fórmula más empleada es la usada con mayor frecuencia para personas ajenas a la familia o parientes lejanos: muy magnífico señor. La otra fórmula empleada, —con la excepción de un caso de un tío fraile, en que se usa mi tío fray NN— es similar, con el solo agregado del término de parentesco: muy magnífico señor tío.

Tratamientos a los hijos. En esta relación, su carácter asimétrico de mayor a menor poder condiciona un uso muy diferente a los que vimos hasta ahora, tanto en lo que hace a los tratamientos pronominales como a los nominales. En lo pronominal predomina el tratamiento de vos que se da en el 48% de los casos, se usa en el 40% y alternan y vos en las restantes cartas. La ausencia total de VM, que es el único caso en que ocurre, así como la significativa presencia de , el pronombre que se ubica en el punto más bajo de la escala de poder y que sólo en esta relación aparece como tratamiento sin alternar en una misma carta con otros, hacen a esta relación única en cuanto a los tratamientos que motiva. Esto se debe sin duda, a que tiene un carácter muy especial, ya que —dada la estructura paternalista de la familia hispana de la época— la relación de padre a hijos es la que concentra la mayor carga de poder, de todas las analizadas.

En cuanto a las fórmulas nominales, si bien hay algunas que están integradas por términos de respeto, como señor, señor hijo y señor e hijo, en la amplia mayoría de las fórmulas empleadas predomina el afecto o la neutralidad, por sobre la formalidad. Las dos fórmulas más usadas son hijo (22%) y deseado/a hijo/a (10%); le siguen en frecuencia mi deseado hijo, amado hijo, hijo mío y luego deseado hijo mío, muy deseado hijo, muy amado hijo, deseado y amado hijo, muy deseado y amado hijo, hijo de mi alma e hijo de mis entrañas. Aparece también un caso en que se usa Hijo Pedro, que es el único en que se emplea un nombre de pila.

Tratamientos a los sobrinos. Esta es una de las relaciones en las que se observa mayor variación en el tratamiento pronominal. La forma que predomina es VM (40%). Le sigue muy de cerca vos (36%), luego la alternancia entre VM y vos (12%) y por último hay un 10% de alternancias de y vos. Si comparamos los usos de padres a hijos con los de tíos a sobrinos, resulta evidente que las mayores alternativas posibles en esta última relación se deben a que el grado de intimidad es mucho más variado en este caso que en el anterior, desde un trato cuasi filial hasta otro mucho más alejado.

En el aspecto nominal, la fórmula más usada es señor sobrino, con casi un 60%. Luego sigue sobrino con un 15% y con mucho menor porcentaje fórmulas que van desde un alto grado de formalidad a muestras de afecto: ilustre señor, muy magnífico señor, sobrino mío, querido sobrino y deseado querido sobrino.

[I] [II] [III] [IV] [NOTAS] [ BIBLIOGRAFÍA]