<<Biblioteca Digital del Portal<<INTERAMER<<Serie Educativa<<La Educación para el Trabajo en el MERCOSUR<<Reflexiones
Finales: Los Temas de Investigación y Políticas
Colección: INTERAMER
Número: 31
Año: 1994
Autor: María Antonia Gallart
Título: La Educación para el Trabajo en el MERCOSUR
II. Las temáticas nacionales para los distintos países
del MERCOSUR
Una primera aproximación a los problemas prioritarios a enfrentar en el interior de los distintos países puede establecerse mediante una tipología basada en dos criterios: el perfil educacional de la población y el desarrollo del sistema productivo y sus requerimientos en materia de formación (CEPAL-UNESCO 1992, 134).
Partiendo de la base que el desafío actual exige un nivel alto de industrialización y modernización y una población educada y capacitada para desempeñarse productivamente, cada país del MERCOSUR presenta una problemática diferente.
Brasil une un alto desarrollo productivo con un sector industrial importante (el más avanzado de la región) a una oferta educativa que, por un lado, brinda educación y capacitación moderna y actualizada a un sector de la población suficiente para abastecer a ese sector económico moderno pero que por otro, deja de lado a una parte ampliamente mayoritaria de la población. El problema es, por lo tanto, como ampliar la educación básica y media masiva con razonables niveles de calidad sin desmantelar el eficiente mecanismo de capacitación para el sector moderno. También se plantea el desafío de incrementar la incipiente capacitación para el sector informal de la economía.
La Argentina, si bien tiene una cobertura amplia de la educación básica y media, está enfrentando un proceso de descentralización, de cuestionamiento de la calidad y de actualización de sus contenidos. Existe asimismo una urgente necesidad de modernización y flexibilización de la educación técnica, que permita una mejor articulación de una educación técnica polivalente con módulos de formación profesional flexibles y adaptados a las variaciones en el mercado de trabajo. Por el lado de la industria, el desafío de la competitividad a nivel internacional puede romper el equilibrio actual de la articulación existente entre una industria con un grado medio de modernización y una población escolarizada pero con escasa capacitación específica. En la confluencia de ambos desarrollos (la modernización del sistema productivo y el cuestionamiento de la obsolescencia de los contenidos educativos) puede estar el fermento de un cambio en la educación técnica y la formación profesional.
El caso de Uruguay presenta aspectos similares al argentino pero exacerbados: una incipiente industrialización de exportación (Rama y Silveira 1991) se enfrenta con una población muy escolarizada, aunque con tradición de formación ciudadana y de rechazo al utilitarismo de la educación industrial. El desafío en este caso es doble, ya que implica la necesidad de una formación con mayor énfasis científico-tecnológico y el crecimiento de un sector industrial moderno que sea capaz de articular demandas específicas al sector educativo.
Finalmente, Paraguay presenta una realidad bien distinta, un sector industrial aún incipiente pero de reciente instalación, una población rural importante, e instituciones de educación técnica y agraria de reciente creación. Si se incrementa el proceso de industrialización, y se desburocratizan las instituciones responsables de la educación para el trabajo, como lo señalan algunas iniciativas (como la del sistema dual), existe la posibilidad de reforzar desde el inicio la articulación entre el sistema educativo y el sistema productivo.
Una primera aproximación a los problemas prioritarios a enfrentar en el interior de los distintos países puede establecerse mediante una tipología basada en dos criterios: el perfil educacional de la población y el desarrollo del sistema productivo y sus requerimientos en materia de formación (CEPAL-UNESCO 1992, 134).
Partiendo de la base que el desafío actual exige un nivel alto de industrialización y modernización y una población educada y capacitada para desempeñarse productivamente, cada país del MERCOSUR presenta una problemática diferente.
Brasil une un alto desarrollo productivo con un sector industrial importante (el más avanzado de la región) a una oferta educativa que, por un lado, brinda educación y capacitación moderna y actualizada a un sector de la población suficiente para abastecer a ese sector económico moderno pero que por otro, deja de lado a una parte ampliamente mayoritaria de la población. El problema es, por lo tanto, como ampliar la educación básica y media masiva con razonables niveles de calidad sin desmantelar el eficiente mecanismo de capacitación para el sector moderno. También se plantea el desafío de incrementar la incipiente capacitación para el sector informal de la economía.
La Argentina, si bien tiene una cobertura amplia de la educación básica y media, está enfrentando un proceso de descentralización, de cuestionamiento de la calidad y de actualización de sus contenidos. Existe asimismo una urgente necesidad de modernización y flexibilización de la educación técnica, que permita una mejor articulación de una educación técnica polivalente con módulos de formación profesional flexibles y adaptados a las variaciones en el mercado de trabajo. Por el lado de la industria, el desafío de la competitividad a nivel internacional puede romper el equilibrio actual de la articulación existente entre una industria con un grado medio de modernización y una población escolarizada pero con escasa capacitación específica. En la confluencia de ambos desarrollos (la modernización del sistema productivo y el cuestionamiento de la obsolescencia de los contenidos educativos) puede estar el fermento de un cambio en la educación técnica y la formación profesional.
El caso de Uruguay presenta aspectos similares al argentino pero exacerbados: una incipiente industrialización de exportación (Rama y Silveira 1991) se enfrenta con una población muy escolarizada, aunque con tradición de formación ciudadana y de rechazo al utilitarismo de la educación industrial. El desafío en este caso es doble, ya que implica la necesidad de una formación con mayor énfasis científico-tecnológico y el crecimiento de un sector industrial moderno que sea capaz de articular demandas específicas al sector educativo.
Finalmente, Paraguay presenta una realidad bien distinta, un sector industrial aún incipiente pero de reciente instalación, una población rural importante, e instituciones de educación técnica y agraria de reciente creación. Si se incrementa el proceso de industrialización, y se desburocratizan las instituciones responsables de la educación para el trabajo, como lo señalan algunas iniciativas (como la del sistema dual), existe la posibilidad de reforzar desde el inicio la articulación entre el sistema educativo y el sistema productivo.