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Contexto de la Educación para el Trabajo
Colección: INTERAMER
Número: 31
Año: 1994
Autor: María Antonia Gallart
Título: La Educación para el Trabajo en el MERCOSUR
III. Aspectos económicos
En la década de los ochenta, las modificaciones desfavorables en el escenario económico internacional junto con las políticas de ajuste que debieron implementarse en los países de la región para corregir el significativo desequilibrio externo acumulado, tuvieron como consecuencia un marcado deterioro en las condiciones de producción y de la situación laboral en la región. En este sentido, durante los años transcurridos debieron efectuarse reajustes en los países latinoamericanos para restablecer el equilibrio de la balanza de pagos y en el mediano y largo plazo readaptar sus patrones de crecimiento a la nueva situación que presenta la economía internacional (PREALC 1991a).
La pérdida de dinamismo de las economías latinoamericanas durante la década se pone de manifiesto al considerar por ejemplo el indicador del producto bruto interno por habitante: en 1989 éste fue inferior en un 8% al registrado para 1980.7 Esta situación llevó a que la CEPAL la denominara la década perdida, queriendo significar con ello que la perfomance económica de la enorme mayoría de los países de la región fue inferior o similar a la evidenciada en los años anteriores (CEPAL 1990).
El impacto de los shocks externos financieros y comericales, implicó que al comenzar la década varios países hayan visto deteriorada su situación económica. En la segunda mitad de la década, Bolivia, Costa Rica y México comienzan procesos de ajuste estructural y luego más adelante, al finalizar la década, Brasil Argentina, Venezuela y Colombia también comienzan a implementar dicho ajuste.8
El proceso de ajuste estructural y transformación productiva implica, por un lado, incrementar la apertura de las economías para transformarla más competitiva a nivel internacional y asimismo, reestructurar el sector público para hacerlo más eficiente, para liberar recursos para el sector privado y para generar superávits requeridos para pagar intereses de la deuda externa sin agravar presiones inflacionarias. Desde el punto de vista del sector privado, se espera que el ajuste estructural logre una mayor competitividad (basada en incrementos genuinos de productividad) y un cambio gradual en la composición de las exportaciones hacia actividades más competitivas (PREALC 1991a).
Cabe señalar que dichos procesos de ajuste han debido (y deben) implementarse simultáneamente con políticas de estabilización muy drásticas que junto a los efectos de los desequilibrios macroeconómicos antes señalados han dado origen a lo que se denominó la deuda social en los países de la región. Esta deuda implica que los costos sociales de dicho proceso recayeron, fundamentalmente, en los grupos sociales cuyos ingresos provienen del mercado de trabajo. La deuda social, significa la cantidad de recursos necesarios para superar la pobreza y alcanzar un grado de equidad distributiva socialmente aceptable (PREALC 1988).
La década de los noventa comienza con más interrogantes que certezas, ya que según un estudio de PREALC el ajuste estructural puede involucrar estrategias diferenciadas que van desde un política libremercadista de shock, centrada en alcanzar y mantener los precios relativos correctos, hasta estrategias más graduales que hacen además, uso de programas sectoriales de reconversión, programas para morigerar el impacto social, etc. Pero, a pesar de las diferencias, es bastante nítido el desplazamiento hacia estrategias con un mayor rol otorgado al mercado y a la inserción externa a nivel competitivo, dentro de un cuadro general de escasez de recursos externos públicos y/o privados (PREALC 1991a, 47). En este sentido, es difícil vaticinar las características específicas que irá adoptando concretamente este proceso en los países del MERCOSUR. Sin embargo, como recién se expuso, existen líneas generales de transformación que están siendo adoptadas, en mayor o menor medida, en estos países.
En cuanto a lo ocurrido durante la década, en los países del MERCOSUR en general, éstos también vieron deteriorada su situación económica. El escaso dinamismo económico durante la década se observa claramente en la disminución del producto bruto interno por habitante (que en el caso de Argentina es de un 23,5% y en el de Uruguay del 7,2%) o en su estancamiento (como en el caso de Brasil y Paraguay) (CEPAL 1990).
El crecimiento de las exportaciones en estos años, uno de los pilares del nuevo modelo al que están aspirando los países, ha sido relativamente bajo, salvo la excepción del Paraguay (cuadro 4).
Dejando de lado los desempeños de las economías de la región, interesa señalar aquí algunas diferencias significativas que muestran en la actualidad los perfiles económicos de estos países.
Los países del MERCOSUR se distinguen claramente tanto por el tamaño de las economías como por su grado de industrialización y de diversificación de su comercio internacional.
En cuanto al tamaño de las economías, el MERCOSUR integra países cuyo Producto Bruto Interno (PBI) es marcadamente desigual: en 1988 del total del producto de dicha región, Brasil participa con un 78%, Argentina con un 19%, y tanto Uruguay como Paraguay con menos del 2% (cuadro 4).
No sólo difieren por el monto del PBI sino también por su composición. En el caso del Paraguay la participación de la agricultura es marcadamente más elevada que en los otros países; mientras que tanto la Argentina como el Brasil poseen un perfil donde la participación de la industria es muy superior (cuadro 4).
Otros datos interesantes para poner en evidencia en un contexto de integración de los países son los referidos al comercio exterior. En el conjunto de las exportaciones del MERCOSUR, Brasil participa con el 75%, Argentina con el 20%, Uruguay con el 3% y Paraguay con el 2% (cuadro 4).
Al igual de lo que pudo observarse con la composición del producto bruto interno, la estructura de las exportaciones también varía significativamente entre los países. En Brasil las exportaciones industriales (maquinarias y transportes y otras manufacturas) representan prácticamente la mitad de sus exportaciones; en cambio en Argentina dicha proporción es del 25%. Contrariamente, Argentina tiene un perfil de exportaciones en el que predomina los productos primarios, los cuales contabilizan el 70% de las exportaciones. En Paraguay, el 88% de las exportaciones también son de productos primarios, mientras que en Uruguay, es relativamente importante la exportación de manufacturas (47%), dentro de las cuales el aporte de la industria textil y de la confección es significativo (cuadro 4).
A continuación se examinará otro aspecto que está vinculado con las estructuras económicas de estos países: el de los mercados de trabajo.
En la década de los ochenta, las modificaciones desfavorables en el escenario económico internacional junto con las políticas de ajuste que debieron implementarse en los países de la región para corregir el significativo desequilibrio externo acumulado, tuvieron como consecuencia un marcado deterioro en las condiciones de producción y de la situación laboral en la región. En este sentido, durante los años transcurridos debieron efectuarse reajustes en los países latinoamericanos para restablecer el equilibrio de la balanza de pagos y en el mediano y largo plazo readaptar sus patrones de crecimiento a la nueva situación que presenta la economía internacional (PREALC 1991a).
La pérdida de dinamismo de las economías latinoamericanas durante la década se pone de manifiesto al considerar por ejemplo el indicador del producto bruto interno por habitante: en 1989 éste fue inferior en un 8% al registrado para 1980.7 Esta situación llevó a que la CEPAL la denominara la década perdida, queriendo significar con ello que la perfomance económica de la enorme mayoría de los países de la región fue inferior o similar a la evidenciada en los años anteriores (CEPAL 1990).
El impacto de los shocks externos financieros y comericales, implicó que al comenzar la década varios países hayan visto deteriorada su situación económica. En la segunda mitad de la década, Bolivia, Costa Rica y México comienzan procesos de ajuste estructural y luego más adelante, al finalizar la década, Brasil Argentina, Venezuela y Colombia también comienzan a implementar dicho ajuste.8
El proceso de ajuste estructural y transformación productiva implica, por un lado, incrementar la apertura de las economías para transformarla más competitiva a nivel internacional y asimismo, reestructurar el sector público para hacerlo más eficiente, para liberar recursos para el sector privado y para generar superávits requeridos para pagar intereses de la deuda externa sin agravar presiones inflacionarias. Desde el punto de vista del sector privado, se espera que el ajuste estructural logre una mayor competitividad (basada en incrementos genuinos de productividad) y un cambio gradual en la composición de las exportaciones hacia actividades más competitivas (PREALC 1991a).
Cabe señalar que dichos procesos de ajuste han debido (y deben) implementarse simultáneamente con políticas de estabilización muy drásticas que junto a los efectos de los desequilibrios macroeconómicos antes señalados han dado origen a lo que se denominó la deuda social en los países de la región. Esta deuda implica que los costos sociales de dicho proceso recayeron, fundamentalmente, en los grupos sociales cuyos ingresos provienen del mercado de trabajo. La deuda social, significa la cantidad de recursos necesarios para superar la pobreza y alcanzar un grado de equidad distributiva socialmente aceptable (PREALC 1988).
La década de los noventa comienza con más interrogantes que certezas, ya que según un estudio de PREALC el ajuste estructural puede involucrar estrategias diferenciadas que van desde un política libremercadista de shock, centrada en alcanzar y mantener los precios relativos correctos, hasta estrategias más graduales que hacen además, uso de programas sectoriales de reconversión, programas para morigerar el impacto social, etc. Pero, a pesar de las diferencias, es bastante nítido el desplazamiento hacia estrategias con un mayor rol otorgado al mercado y a la inserción externa a nivel competitivo, dentro de un cuadro general de escasez de recursos externos públicos y/o privados (PREALC 1991a, 47). En este sentido, es difícil vaticinar las características específicas que irá adoptando concretamente este proceso en los países del MERCOSUR. Sin embargo, como recién se expuso, existen líneas generales de transformación que están siendo adoptadas, en mayor o menor medida, en estos países.
En cuanto a lo ocurrido durante la década, en los países del MERCOSUR en general, éstos también vieron deteriorada su situación económica. El escaso dinamismo económico durante la década se observa claramente en la disminución del producto bruto interno por habitante (que en el caso de Argentina es de un 23,5% y en el de Uruguay del 7,2%) o en su estancamiento (como en el caso de Brasil y Paraguay) (CEPAL 1990).
El crecimiento de las exportaciones en estos años, uno de los pilares del nuevo modelo al que están aspirando los países, ha sido relativamente bajo, salvo la excepción del Paraguay (cuadro 4).
Dejando de lado los desempeños de las economías de la región, interesa señalar aquí algunas diferencias significativas que muestran en la actualidad los perfiles económicos de estos países.
Los países del MERCOSUR se distinguen claramente tanto por el tamaño de las economías como por su grado de industrialización y de diversificación de su comercio internacional.
En cuanto al tamaño de las economías, el MERCOSUR integra países cuyo Producto Bruto Interno (PBI) es marcadamente desigual: en 1988 del total del producto de dicha región, Brasil participa con un 78%, Argentina con un 19%, y tanto Uruguay como Paraguay con menos del 2% (cuadro 4).
No sólo difieren por el monto del PBI sino también por su composición. En el caso del Paraguay la participación de la agricultura es marcadamente más elevada que en los otros países; mientras que tanto la Argentina como el Brasil poseen un perfil donde la participación de la industria es muy superior (cuadro 4).
CUADRO 4
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||||
Países del MERCOSUR
clasificados según
variables económicas seleccionadas |
||||
Variables Económicas | Argentina | Brasil | Paraguay | Uruguay |
PBI, 1988 (en miles de U$S) | 79.440 | 323.610 | 6.040 | 6.680 |
PBI, per cápita, 1988 | 2.520 | 2.160 | 1.180 | 2.470 |
Distribución del PBI por sectores, 1988 | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
Agricultura | 13.0 | 9.0 | 30.0 | 11.0 |
Industria | 44.0 | 43.0 | 25.0 | 29.0 |
(Manufact.) | (31.0) | (29.0) | (17.0) | (24.0) |
Servicios y otros | 44.0 | 49.0 | 46.0 | 60.0 |
Tasa med. de crecim. anual PBI 1965-1980 |
3.5 | 8.8 | 6.9 | 2.4 |
Tasa med. de crecim. anual PBI 1980-1988 |
-0.2 | 2.9 | 1.7 | -0.4 |
Tasa med. de crecim. anual PBI 1965-1988 |
0.0 | 3.6 | 3.1 | 1.3 |
Exportaciones 1988 | 9.134 | 33.689 | 919 | 1.402 |
Tasa de crec. med. anual exportaciones, 1980-88 |
0.1 | 6.0 | 15.7 | 2.1 |
Importaciones 1988 | 5.324 | 14.691 | 878 | 1.177 |
Tasa de crec. med. anual importaciones, 1980-88 |
-8.0 | -2.9 | 4.9 | -4.2 |
Estructura de las exportaciones 1988 | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
Combustibles, miner. y metales | 5 | 21 | 0 | 1 |
Otros prod. primarios | 70 | 31 | 88 | 52 |
Maq. y mat. de trans. | 5 | 18 | 0 | 3 |
Otras manufacturas | 20 | 30 | 12 | 44 |
(Text. y prend. vest.) | (3) | (3) | (0) | (13) |
Estructura de las importaciones 1988 | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
Alimentos | 4 | 14 | 9 | 15 |
Combustibles | 8 | 28 | 13 | 18 |
Otros prod. primarios | 7 | 7 | 8 | 8 |
Maq. y mat. de trans. | 43 | 25 | 34 | 35 |
Otras manufacturas | 38 | 26 | 36 | 25 |
Fuente: Washinton, DC: Banco Mundial, 1990. Informe sobre el Desarrollo Mundial 1990. |
Otros datos interesantes para poner en evidencia en un contexto de integración de los países son los referidos al comercio exterior. En el conjunto de las exportaciones del MERCOSUR, Brasil participa con el 75%, Argentina con el 20%, Uruguay con el 3% y Paraguay con el 2% (cuadro 4).
Al igual de lo que pudo observarse con la composición del producto bruto interno, la estructura de las exportaciones también varía significativamente entre los países. En Brasil las exportaciones industriales (maquinarias y transportes y otras manufacturas) representan prácticamente la mitad de sus exportaciones; en cambio en Argentina dicha proporción es del 25%. Contrariamente, Argentina tiene un perfil de exportaciones en el que predomina los productos primarios, los cuales contabilizan el 70% de las exportaciones. En Paraguay, el 88% de las exportaciones también son de productos primarios, mientras que en Uruguay, es relativamente importante la exportación de manufacturas (47%), dentro de las cuales el aporte de la industria textil y de la confección es significativo (cuadro 4).
A continuación se examinará otro aspecto que está vinculado con las estructuras económicas de estos países: el de los mercados de trabajo.