9 de Abril de 2025
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<<Biblioteca Digital del Portal<<INTERAMER<<Serie Cultural <<El Español en el Nuevo Mundo: Estudios sobre Historia Lingüística Hispanoamericana<<Familia y Tratamientos Aspectos de la Evolución de las Fórmulas de tratamiento en el Español Bonaerense (1800-1930)

Colección: INTERAMER
Número: 30
Año: 1994
Autor: María Beatriz Fontanella de Weinberg
Título: El Español en el Nuevo Mundo: Estudios sobre Historia Lingüística Hispanoamericana

Etapa 1800-1880

En los documentos de la primera mitad del siglo XIX las relaciones de familia se caracterizan por el predominio de pautas de uso asimétrico en las que prevalece el criterio de poder, y en las cuales el pariente de menor autoridad dispensa un tratamiento formal al que detenta la jerarquía mayor, y recibe, en cambio, un tratamiento familiar. Este es el caso de la relación entre hijos y padres, nietos y abuelos, sobrinos y tíos, de hijos políticos con sus suegros —cuando el trato se inició en la niñez o es de larga data—, y entre marido y mujer. Estas fórmulas de tratamiento no recíproco tienen su explicación en la organización tradicional de la sociedad porteña de los últimos años de la colonia y primeras décadas del XIX, con vínculos familiares en los que primaba la noción de jerarquía a partir de una figura paterna autoritaria, y que determinaba una definición mayoritariamente jerárquica de los roles de familia, en que los atributos de pertenencia a una generación familiar mayor, mayor edad y sexo masculino eran fundamentales como factores de poder. En algunos casos, la vigencia de la dimensión de autoridad se pone de manifiesto, en el sistema registrado, tanto en el trato nominal como en el uso pronominal, dando como resultado esquemas del tipo de:

padre           ----------> hijo:         nombre de pila + tú ~ vos + verbo en segunda persona

hijo               ----------> padre:     padre y señor + su (vuestra) merced, padre + usted,
tatita + usted, + verbo en tercera persona

tío                ----------> sobrino:   nombre de pila + tú ~ vos + verbo en segunda persona

sobrino         ----------> tío:          tío + usted + verbo en tercera persona

Otras veces, la asimetría existente en el vínculo familiar se expresa en el español de la época mediante el uso de un tratamiento nominal diferente, tal como ocurre en el caso de los esposos, díada en la que, junto a un recíproco tú ~ vos, encontramos que el esposo usa para con su mujer el nombre de pila, en tanto ésta elige para su esposo el trato más formal del apellido. Ejemplos:

Relación hijo/padre - padre/hijo
Mi muy querido padre: después de escrita la del 29 recibí la de V. del 22 y 23 de mayo, por la “Fama” que deseaba mucho por saber de Vs.

(...) Me duele que V. me diga en la del 23 que yo me ofendo con sus reflexiones: No, tatita, no me ofenden, ni pueden ofenderme sus reflexiones: V. puede hacerme cuantas quiera seguro de q. yo las lea con ternura y amor.

(Archivo General de la Nación [A.G.N.], carta de Vicente Fidel López a su padre, 30 de mayo de 1849. VII-21-1-13 Doc. Nº 4029).

Querido Vte. hoy, como recomendn del Sr d.n Samuel el Sr Rossi me há trahido tu carta del 3, y la de Carmta.

(...) creo sin embargo con vos que no podrá evitarse la necesidad de mi poder. pa cancelar la hipca.
(A.G.N., carta de Vicente López a su hijo Vicente Fidel López, 6 de febrero de 1855. VII-21-1-3 Doc. Nº 2450).
Relación hijo, hija/madre - madre/hijo, hija
Mi amada Madre: (...) Espero que Su Merced, echando un velo sobre el pasado me permitirá que pase a pedirle la bendición.

Mi ingrato hijo Juan Manuel. He recibido tu carta con fecha 28 de agosto (...) y sólo , mi hijo mayor, eres el que falta,

(Carta de Juan Manuel de Rosas a su madre Agustina y respuesta de ésta, año 1819, cit. en Sáenz Quesada 34).

-Mire, que picara! mi mama, dice la niña, ¿cuándo nadie le ha dicho eso?

-Cállate, sonsa.
(“Boletín Cómico - Las Cartas”. Firma: Figarillo. La Moda, Nº 8, 6 de enero de 1838).
Relación nuera/suegro - suegro/nuera
Mi tatita en este momento biene Mr. Campbell a decirme q. dentro de media hora se embarca (...) acabo de recibir la carta de Mamita Lucía q. me trajo el pobre Galup (...) dígale a mamita qe. me compre las manijas de cambai (...) creo q. este año sera el feliz para abrazarnos su hija

(A.G.N., carta de Carmen Lozano a su suegro Vicente López, 5 de enero de 1852. VII-21-1-6 Doc. Nº 3774).9

Querida Carmen:

He recibido hoy tu interesante cartita del diez dl corriente; y quedo impuesto de cuanto en ella me dices.

(A.G.N., carta de Vicente López a su nuera Carmen Lozano, 12 de febrero de 1855. VII-21-1-3 Doc. Nº 2456).
Relación entre esposos
Querido López recibí la tuya fecha 21 de corriente qe me ha tranquilizado...

(A.G.N., carta de Lucía Riera de López a su marido Vicente López, VII-21-1-6 Doc. Nº 3775).

(...) a Vicentito que lo queremos con todo nro corazón (...) ahi le manda Lucía unos botoncitos.

(A.G.N., carta de Vicente López a su nuera Carmen Lozano, 12 de febrero de 1855. VII-21-1-3 Doc. Nº 2456).

Ayer domingo recibí carta de M. Sallar, y hoy tengo que escribir largo para Europa. Ni de Malena ni de Mendeville tengo carta...

(Carta de Mariquita Sánchez de Mendeville a su hija Florencia Thompson, 1854, en Vilaseca 197).
Hacia mediados del siglo XIX, no obstante, se advierte, en este cuadro de asimetría familiar predominante, una tendencia lingüística innovadora en hablantes de la generación joven, quienes registran para algunas de las relaciones asimétricas formas de trato recíproco. Tal ocurre en la díada de los hijos con sus padres y en el tratamiento entre marido y mujer.

En el primer caso —el de los hijos con sus padres— el cambio lingüístico afecta el patrón pronominal. Así, en el español de la población bonaerense de mediados del siglo pasado coexisten para esta relación dos tipos de tratamiento pronominal: el trato asimétrico usted-tú ~ vos de uso generalizado —y testimoniado en diálogos literarios, en estilo epistolar y en escritos que reproducen textualmente expresiones de la lengua oral—, y la forma simétrica tú ~ vos-tú ~ vos que aparece en la época como el reflejo de una tendencia lingüística innovadora iniciada en niños de clase alta. Los testimonios que poseemos de este uso divergente son notablemente representativos del proceso de cambio en marcha, ya que muestran la presencia de los esquemas pronominales en covariación en el uso de miembros de una misma familia. En la obra Mis Memorias de Lucio V. Mansilla, por ejemplo, el autor dispensa a su padre el trato de usted, en tanto que Lucio Norberto —cinco años menor que su hermano escritor— se dirige al padre de tú ~ vos. También, a diferencia de sus hermanos mayores, el menor de la familia tuteaba a la madre:
No es loca, mamita, está usted muy equivocada (yo no la tuteaba, ni Eduardita, Carlitos sí)

(Lucio V. Mansilla, Mis Memorias 243).
Igual uso pronominal discordante se observa en las cartas de la familia del gobernador Juan Manuel de Rosas, en las cuales el hijo mayor, Juan, coincidiendo con la pauta más general, trata de usted a su padre, en tanto que su hermana Manuelita —tres años más joven— emplea con Rosas la forma tú ~ vos. Ejemplos:
Mi amado padre

Con su cariñosa carta del 27 del pasado, me fueron entregados el 29. los mil y cien masos de junio (...)

Su carta Señor hizo una impresion viva en mi alma (...)

Que Dios nuestro señor de á V. toda felicidad y ventura

(A.G.N., carta de Juan O. de Rosas a Juan Manuel de Rosas, 8 de abril de 1849 X-27-8-3).

Mi muy querido Tatita:

Antes de ayer debi haberte escrito (...) Carta para vos no vino ninguna.

(Carta de Manuela Rosas a su padre, en Ibarguren 152-153).
Es de destacar que esta situación de cambio que hemos planteado queda corroborada, a partir de una tarea de confrontación de fuentes, por la discrepancia existente entre el tratamiento adjudicado por el escritor José Mármol a la joven Manuela Rosas en tanto personaje de su novela Amaliatatita + usted— y el reflejado en las propias cartas de Manuelita, que en discurso epistolar y en la reproducción de la lengua coloquial, testimonia invariablemente la pauta tatita + tú ~ vos.
-¡Ah! El carcamán te hace la corte.

-A usted, tatita

(José Mármol, Amalia, Primera parte, capítulo IV, 82).

¡Pobre tatita!(...) estuvo tan feliz cuando me vió llegar! (...) Le pregunté: ¿cómo te va, tatita?

(Carta de Manuela Rosas a su esposo, 12 de marzo de 1877, cit. en Ibarguren 66).
Esta tendencia lingüística innovadora advertida en los usos pronominales de las nuevas generaciones de la clase alta porteña se ve reflejada también en la aparición de la forma más moderna papá dentro del sistema nominal de la época.10 Dicho sistema se caracterizaba, a mediados del siglo XIX, por el estado complejo de coexistencia de un conjunto de tratamientos en uso vocativo y referencial con diferentes especializaciones semánticas, sociales, pragmáticas y estilísticas. Los valores y funciones de las formas nominales de mayor frecuencia relevadas en nuestra fuente para el modo vocativo se distribuían de la siguiente manera:

mamá: fórmula general para dirigirse a la madre. Especialmente, hablantes jóvenes de nivel sociocultural alto.

tatita: uso general en niños,  adolescentes, y en mujeres adultas.  Hombres adultos (menos frecuente):  marcador lingüístico de afectividad.

madre(+ mía): marcador lingüístico de formalidad. Hombres adultos.

padre(+ mío):11 uso formal masculino.

(+ mi) mama: habla infantil. Hablantes de nivel sociocultural más bajo.

señor : tratamiento formal.

mamita: habla infantil. Marcador lingüístico de afectividad en hablantes adultos.

vieja: Uso marcado. Primeros años: valor peyorativo. Con posterioridad: valor afectivo.

El tratamiento papá está testimoniado por primera vez hacia mediados de siglo. Según los datos aportados por nuestras fuentes, papá aparece dentro de este sistema como forma para el padre en boca de hablantes de los grupos de edad más jóvenes (niños y adolescentes), en los cuales tatita era la fórmula habitual. Los testimonios con que contamos corresponden a miembros de la clase alta porteña. Así, por ejemplo, en 1850 el historiador Vicente Fidel López en carta a su padre, relata los progresos de Vicentito, el hijo de casi dos años de edad y escribe:
... No bien me ve pasar (...) por el patio ó por algún cuarto, se levanta como loquito gritando ¡ Ah, papá! ¡Ah, papá! y ya es [borroso] que yo me quede con él, o lo lleve pa el estudio.

(A.G.N., carta de Vicente F. López a Vicente López y Planes. VII-21-1-13 Doc. Nº 4062).
Es de destacar que el uso anotado en esta carta difiere del que el propio autor dispensaba al padre en su niñez, tal como se deduce de cierta anotación que este último realizara en el reverso de una carta, hacia 1823:
Al otro día vió [Vicente Fidel López] la Carta que firma El Señor Gómez sobre mi mesa de estudio, y me preguntó: esta carta Tatita la há escrito Dn Valn Gomez? Tenía ocho años no cumplidos.

(A.G.N., carta de Valentín Gómez a Vicente López y Planes. VII-21-1-6 Doc. Nº 2676).12
Esta innovación por parte de niños y adolescentes de mediados del siglo, con el testimonio de un niño de sólo dos años, señala la etapa inicial de un proceso de cambio en marcha en las fórmulas de tratamiento empleadas por la clase alta para dirigirse al padre —siguiendo el enfoque del cambio lingüístico impulsado por los hablantes más jóvenes que plantean Weinreich, Labov y Herzog en su artículo de 1968, y retomado por Labov en 1982—, en la que tatita estaría siendo desplazada del habla infantil y adolescente por la forma más moderna papá. El cambio gradual en las formas nominales se vería corroborado también por la coexistencia del tratamiento papá con el uso pronominal más moderno tú~vos, en lugar del tradicional usted que acompañaba a la fórmula tatita.

Como hemos señalado, también la relación entre esposos presenta hacia mediados del siglo pasado indicios de evolución en su esquema de uso. La forma afectada es, en esta díada, el tratamiento nominal, que era en la época expresión lingüística de la asimetría existente en el vínculo conyugal. En efecto, según ha puesto de manifiesto nuestro análisis diacrónico, el vínculo familiar de marido y mujer se caracterizó durante muchos años por su condición de relación jerárquica, en la cual el hombre detentaba la mayor autoridad. Esta asimetría se manifestaba en el español de Buenos Aires, no en el patrón pronominal que era de tipo solidario tú~vos-tú~vos, sino a través de la vigencia del esquema nominal no recíproco nombre (hipocorísticos)-apellido, pauta de uso que en modo vocativo y referencial dispensaba al marido la fórmula de mayor respeto, es decir, el apellido.

A mediados del siglo XIX aparece, junto a este esquema de trato asimétrico, el recíproco nombre-nombre en matrimonios jóvenes y de edad intermedia (aproximadamente 40 años) de la clase alta, tratamiento solidario que los mismos siguieron empleando luego como miembros de la generación mayor. A título ilustrativo, citamos ejemplos de la pareja formada por Florencio Varela y Justa Cané de Varela.
Recuerdos amistosísimos de mi Justa [la esposa] pa V. para su mamá y familia acompañados estos por los mios...

(Carta de Florencio Varela a Juan María Gutiérrez, 1842, en Biblioteca del Congreso de la Nación, Archivo del Doctor Juan María Gutiérrez-Epistolario, Buenos Aires, 1979, T. I, 238)

los muchachos me buelben loca, pero mi Florencio [el esposo] está mui bueno y yo estoi mui contenta.

(Carta de Justa Cané de Varela a Juan María Gutiérrez, 1841, en Biblioteca del Congreso de la Nación, op. cit. 223)
A estos procesos de cambio puestos de manifiesto en la coexistencia de formas recíprocas y no recíprocas debe agregarse la incipiencia de un tercer cambio lingüístico: el que afecta a la relación de primos. Este vínculo, que como pauta general de esos años se regía por un trato igualitario alejado (usted-usted), presenta en el habla porteña de mediados del siglo pasado la incipiencia de un cambio hacia un trato igualmente recíproco pero de confianza (tú~vos-tú~vos). Según se advierte en nuestro material, estas dos posibilidades están correlacionadas con la edad de los hablantes. Entre los miembros de la generación mayor, el trato se establecía en general en términos del pronombre alejado usted; los jóvenes, en cambio, intercambiaban el tú~vos familiar. Así, mientras Nicolás y Tomás Manuel de Anchorena en sus cartas a Rosas emplean un pronombre formal, en la novela Amalia de José Mármol, de 1850, aparece un tratamiento de ~ vos recíproco en boca de los jóvenes Amalia y Daniel Bello:
Mi estimado Primo: Anoche he sabido que usted ha pasado a la Aduana una orden,...

(Carta de Nicolás de Anchorena a Juan Manuel de Rosas, 13 de octubre de 1847, en Saldías, 1904, I, 261-262).

Mi querido primo:

Usted oye á unos hombres y yo oigo á otros.

(Carta de Juan Manuel de Rosas a Tomás de Anchorena, 25 de diciembre de 1838, en Celesia, 1951, I, 493).

-...Yo soy, Amalia; yo, tu primo.

(...)
-Oye: abre al momento la puerta de la calle...; ábrela misma.

(...)

Entra!...

(José Mármol, Amalia, Primera Parte, capítulo I, 26 y 27).
Este doble esquema de tratamiento simétrico, con la presencia de la pauta recíproca de confianza en los hablantes jóvenes, parece indicar que esta época era una etapa intermedia entre el período anterior en que la forma usual entre primos era el trato usted-usted y el uso general en este siglo de tú ~ vos mutuo.

La reseña trazada ha mostrado diversos esquemas de trato en covariación en el español bonaerense de mediados del siglo XIX. La existencia de estas pautas de uso doble en el tratamiento de distintas relaciones permite señalar a la época como una etapa en la que se perfilan importantes cambios en estos marcadores lingüísticos de relaciones sociales, los que comienzan a evolucionar, por un lado, desde una pauta de uso asimétrico a esquemas simétricos con predominio del criterio de solidaridad —en la relación de hijos y padres y entre esposos—, y, por otro, desde un trato solidario alejado a otro también solidario pero cercano, como en el caso de primos. Si consideramos este proceso a la luz de lo expuesto por Roger Brown y Albert Gilman en su estudio diacrónico sobre los pronombres de tratamiento, vemos que aparecen en el sistema las dos tendencias que estos autores presentan como características de un gran número de lenguas: el aumento de los usos recíprocos, y, dentro de ellos “a still newer direction of semantic shift can be discerned in the whole collection of languages studied. Once solidarity has been established as the single dimension distinguishing Tu [pronombre familiar] from V [pronombre de cortesía], the province of T proceeds to expand” (261).

En el aspecto sociocultural, los cambios lingüísticos en marcha pueden ser correlacionados con el hálito renovador que trajeron a la mentalidad argentina tradicional las ideas igualitarias y democráticas propias del proceso revolucionario de la Independencia y que luego se consolidarían con los cambios ideológicos introducidos por el romanticismo social.

Esta concepción renovadora se puso también de manifiesto en actitudes de rechazo hacia formas consideradas como aristocráticas y contrarias a los nuevos ideales, tal como lo explicita el siguiente diálogo publicado por Juan Bautista Alberdi (Figarillo) en el periódico La Moda, de 1838:
-Pero, Sr. de Figarillo...

-Yo no soy DE: soy Figarillo simplemente. Tengo el corazón republicano, y detesto ver mi nombre manchado con pegaduras aristocráticas.

-Muy bien, Sr. Figarillo, pero su Merced...

-Tampoco soy MERCED: yo soy un pobre diablo, igual á todo pobre diablo, y no puedo ser MERCED ni del último negro: no hay mas que una merced y está en el cielo: toda MERCED mundana es una ridicula insolencia, una blasfemia contra la santa ley de la igualdad.

(Boletín cómico - “Figarillo en el púlpito”. Firma: Figarillo. La Moda, Nº 22, 14 de abril de 1838).13
Para concluir con lo referido a esta etapa, señalaremos tres rasgos característicos entonces de la variedad bonaerense y que luego serán modificados en el devenir histórico de nuestra lengua. Ellos son: la presencia frecuente de posesivos junto a fórmulas nominales de tratamiento —que adquirían según la relación en que se empleaban valor de respeto o bien de afecto y efusividad—, la aparición habitual en discurso epistolar de adjetivos calificativos de alto tenor de emotividad en coocurrencia con los distintos tratamientos —apasionado hermano, su amante hijo—, y el registro asiduo en el hilo del discurso de diversos términos vocativos marcadores de la relación de parentesco, luego muy poco frecuentes, tal como primo-a.14